domingo, 10 de febrero de 2019

Los peces de Japón

Aparecen muertos dos peces en Japón y según cuenta la leyenda, eso es que habrá otro tsunami.
Ése es el titular 1.
Se convoca la manifestación de las derechas así llamadas y según la leyenda eso quiere decir que la inteligencia ha muerto a este lado del planeta, por lo que habrá otro tsunami aquí también, el del bucle infinito, titular 2.
Que hoy me duele otra vez este asqueroso hombro izquierdo y muerde toda la parte de esta extremidad y que intento sin éxito escribir deprisa y avanzo y retrocedo para eliminar los errores, titular 3.
Tengo unas ganas histéricas de meterme en un quirófano y que me operen tetas, hombros, tronco y ojos, salir como Walt Disney  y negar tres veces mi congelación para la posteridad, mostrar una sonrisa eterna al lógico desgaste de nuestra temporalidad, arrepentirme de todo y volver a abrazarme como si fuera una niña y lo tuviera todo por delante.
Tengo unas ganas tremendas de no tener miedo, de no sentir preocupación por lo que veo, de no apercibirme del ruido de las cavernas, de no darme cuenta de mis achaques, entre los que peor llevo es el cansancio de la vista, el tedio del alma y el dolor de carcasa.
Sin contar con que la cuenta atrás del tiempo biológico propone unas interesantes llamadas a hacer cosas que si te duermes no podrás hacer desde el barco póstumo, y esto es así ya de una manera real y no metafórica.
Me pregunto por qué estas cuestiones no les importan a los que manejan a las masas, por qué no se acojonan ante su propia temporalidad, porque estoy segura de que si así fuera intentarían hacer el bien y no el mal.
Por lo visto hay un colega que asesora a Trump y que anda ahora por estos lares, que acertó plenamente con el triunfo de las derechas, ése debe saber de primera mano lo fácil que es manejar un rebaño, si los coges individualmente seguro que será más difícil, pero jugando con el miedo es coser y cantar.
Coser bocas y cantar victorias, cambiar el señuelo de sitio, decir que el lobo está donde no está, en las faldas de las mujeres y en los derechos conseguidos que ya pasan por mimos innecesarios, el lobo está ahí, deshaciéndolo todo, tratando bien a los de allí y despojando a los de acá, así pues destrocemos el lenguaje para que diga lo que la gente quiere oír, lo que necesitamos que entiendan para que se movilicen en el sentido del barranco.
Así como Franco alargó la guerra para hacer más muertos, eso dicen algunas fuentes, (yo no lo sé porque sólo era una semilla de almendro que no llegó a cuajar), ahora la economía de mercado nos quiere inhumanos y facilones, sin libros ni luces, fronterizos y guerreros, primitivos y estúpidos.
No es que hayamos dejado de serlo nunca, pero me niego a despreciar el esfuerzo de los que, a lo largo de todos los tiempos, han muerto luchando por la libertad y la mejora de las condiciones de vida generales del ser humano.
Que yo sepa, los que carecen de empatía o directamente han deseado mantener el orden establecido han sido siempre, aparte de unos infelices, el palo en la rueda de todos los progresos de los que luego hemos disfrutado todos, incluso los que caminan hacia su tumba sin saberlo.
El titular 4 dice escuetamente;
Murió la inteligencia, borra el futuro.
En la sombra, el lobo a buen recaudo hace brillar un colmillo satisfecho.

domingo, 3 de febrero de 2019

El desprecio como forma de vida

Cogí mi vida con las manos como si fuera una copa de cristal, y así mismo la metí en una vitrina junto a las de champán y vasos de licor, teteras que nunca se usan y chupitos de los años sesenta.
No hace mucho que mi padre vendió la casa familiar como siempre lo hace todo, con alevosía y egoísmo pero haciéndose la víctima, que es una forma estupenda de ir por la vida porque resuelves tus problemas a costa de los demás y encima puedes plañir a gusto diciendo que la vida te trata mal.
Un mísero dinero, eso es cierto, que no le sacará de pobre, pero que permitirá a la otra parte implicada, que es mi madre, contar con unos reales para cubrir un poco las jubiladas espaldas en el país de las pensiones prósperas y la felicidad serena en los últimos años de las vidas de la gente, donde el sol se aposenta para acariciar la espuma de las cervezas en las terrazas y se juegan los mejores partidos de fútbol del mundo.
Pero aun así, y suponiendo que esta venta del nicho donde crecimos entre figuritas de porcelana y portales de hierro azulejeados por dentro, en el barrio de los caminos de asfalto diseñados para la clase media baja, con pocos árboles grandes y mucho arbolito ornamental que no sombrea ni a un liliputiense que tenga inhibida la hormona del crecimiento, suponiendo que esta venta fuera, como digo, la solución a ciertos problemas de movilidad y climatización, él no está contento ni valora en nada los balbuceos que algunos hacemos para tener una relación normal de cariño entre padres e hijos, como nos enseñaron las películas americanas. (ojalá no hubiera visto tantas series, me creí muchas chorradas que salían en ellas).
A punto de cumplir una edad importante que no pienso decir todavía, y con dolores que voy estrenando según el calendario pasa como un barco insensible, sé que no llegaré a ningún puerto seguro ni siquiera el último de mis días, puesto que todo esto no es más que una estrategia en la que cada uno se inventa un papel para sí mismo y luego dependiendo del nivel de empatía , puede quizá importarle un gramo los sentimientos ajenos.
Pero a veces no pasa; venir de un tronco así es como mínimo extraño, y ya no me importa decirlo, escribirlo. Durante mucho tiempo no quieres dramatizar, pasas de puntillas por lo que te duele como si no fuera contigo, pero un día el avestruz saca la cabeza y ve que no pasa nada por reconocer que siempre estuvo solo, y que no era eso lo que necesitó en absoluto en tiempos de zozobra.
En un mundo donde críos son arrojados al mar y a las mafias huyendo de la guerra, haber tenido un hogar y buenos alimentos no deja de ser un lujo, pero la alimentación emocional también es importante y le da a uno un lugar en el mundo.
No se instauran familias con este objetivo, en absoluto, sino con la idea de huir, de la soledad, del hogar paterno, de las restricciones de la vida para una misma, de la remota posibilidad de vivir para el propio corazón nada más y si acaso gozar de los regalos que el viaje vaya descubriendo.
No se forman familias para hacer gente feliz, y eso me sorprende mucho, ya que como sabéis mi nivel de ingenuidad es grande en todas las esferas.
Es posible que esa esperanza que me ha alentado siempre es la que me trajo hasta aquí y aquí me mantiene, pensando cómo algunos pueden convertir el desprecio en una forma de vida, sin ni siquiera darse cuenta de ello.
Como decía, a esta edad cada vez me van quedando menos ropajes, quizá menos miedo a decir lo que pienso, y si por algún momento se encendiera una chispa de luz en los aludidos, con gusto lo debatiría y arreglaríamos el torpe desajuste de mi concepción embrionaria, el miedo con el que salí al mundo hasta convertir mi vida en esta copa de cristal soplado que ahora se preserva en la vitrina ,sin viajes no sea que se rompa, sin aventuras no sea que la cague, sin saltar no sea que las piernas no puedan sostenerme, sin soñar en mis potencias no sea que fracase.
De todas formas nadie puede librarnos del fracaso, por más que lo intentemos, poniéndonos el traje de una vida apretada que no nos sienta bien para parecernos a  todo el mundo, dando gracias por poder vender nuestras vidas a un postor mezquino que se chupará nuestros días y nuestras noches como quien se traga un plato de caracoles, cuando realmente somos breves y esto no lo cambia nadie, por más que asuste el hecho de que las mariposas, una vez llegado a su máximo esplendor, mueran quemadas al acercarse a la lumbre.
Mi vida está aquí, delicada y protegida, a salvo de vaivenes que podrían desestabilizar este raro equilibrio que agradecen mi descendiente y mi pareja y mi familia, aquélla a la que le importo, pero que miente y niega la parte más importante de mí.
No, no sirvo para escalar montañas ni hacer voluntariado en sitios donde la primera fiebre acabaría conmigo, ni siquiera para salvar a seres desdichados que plañen como mi padre, con una cierta mentalidad subsidiaria que desnuda a la vida de toda alegría y placer, mentalidad de pobre que viene arrastrada desde las primera catacumbas, y que vez socorridas, seguramente te la juegan como un niño adoptado que se convierte en asesino.
Pero tengo la manía de ser inestable, de querer jugar a otra cosa, a inventar otras vidas, a desprenderme las alas de mariposa hasta hacerlas sangrar, a ponerme el NO por delante y luego arrepentirme de no haberlo intentado, a plañir yo también como si fuera un delfín al que acostumbraron a vivir en una lata de sardinas.
Manías de querer ser libre donde no se puede, por el bien común, y el sentido así llamado, que ha creado para ti un salón de baile donde nadie quiere bailar contigo, pero en el que algún lejano espejo esquinado te dice todavía lo que eres de verdad, lo que podrías ser o haber sido, la verdadera música de tu alma.
Bueno, está bien; que siga sonando aunque nadie pueda oírla.
Amaremos su belleza inasible como un personaje de novela rusa ama a un ser inalcanzable, con pasión pero en silencio, ningún amor es inútil, nada se pierde, y mientras tanto seguiremos viviendo.
Lo que sea con tal de no convertir el desprecio en una forma de vida.

Despedida

Creo que abrí este blog en el año 2009, y hoy decido que lo cierro,once años después;no deja de ser una friolera, teniendo en cuenta la gent...