miércoles, 17 de julio de 2019

Vendo baratas mis penas

Ahora que tengo recientes el color y la luz de Dublín,  me he acordado de aquel matrimonio irlandés, padres de cuatro hijos, tan encantadores y educados como son los sajones en nuestro imaginario, pero en su caso era verdad, eran muy amables y cálidos ,  no al estilo del presidente de aquella comunidad en Tenerife sur ,que siendo británico y amable también, era frío y falso como una grulla, y que me perdonen las grullas, se me ha venido a la cabeza, no sé por qué, porque aquel señor (curiosamente apellidado Ireland) era más estirado y se notaba que era de otro palo. Los dublineses en cambio hablaban con los ojos y te abrazaban con la palabra, y cuando supieron de mi angustia, me dieron ánimos con todo el cariño del que fueron capaces; fue así cómo supe que tenían cuatro hijos y que dar vida no era el fin del mundo para nadie, más bien suele ser el principio de todo. Pero yo sabedora de todas mis fallas, de los múltiples defectos de aquella relación que sería vehículo de esa nueva vida, tratando de adaptarme a una vida en la isla (otra isla, y qué importante fue, creo que desde que nací he ido pidiendo asilo en los trozos de tierra que flotan en el mar, por alguna misteriosa razón que seguramente ni exista, por mucho que me guste inventar vejeces para mi alma acuática y últimamente agotada), en plena batalla enésima de lucha y supervivencia, no estaba para verlo. Envenenada o iluminada por una supuesta óptica pesimista de la vida, ahora soy tan repulsivamente humilde que doy asco.
Ya cada vez me permito menos juzgar a nadie porque después de haber vivido sé que en cualquier momento podemos cagarla por muchos libros que hayamos leído, imagina quien jamás haya leído ninguno, qué trastazo puede darse en el primer encontronazo con la vida, ya sea un mal amor o un desastre cualquiera.
Como digo, los dublineses me dieron su dirección para que les escribiera, para que les visitara algún día con mi hijo, cuando todo hubiera pasado, y yo perdí su dirección,
Es más que probable que el papelito saliera volando en la primera tormenta, entre el accidente que facilitó que dejara el empleo aquél y el lastre del embarazo, que consistió en una secuencia de dolores y molestias y en mi transformación en burra campestre, o quizá en todo lo que pasó después hasta la ruptura del huevo del que salió no un niño, sino una niña preciosa que  modificó para siempre mi escala de prioridades.
El caso es que me hubiera gustado ahora haber podido encontrar esos amigos dublineses entre esas calles mojadas por la lluvia, entre esos patios de vallas cortas donde a veces explosionaban flores vivísimas y otras languidecían  vehículos aparcados en la puerta o en cualquier pub de madera  de los muchos que allí hay repartidos para beber unas pintas chapurreando amabilidades en inglés.
La verdad es que ya ni recuerdo sus nombres, como ellos no recordarán el mío.
Yo sólo he recordado no sé por qué, vuelvo a decirlo, que para explicar lo que me ocurría recurrí al lamento y al retrato triste de mi realidad, que es un efecto que suele provocar el miedo.
"¿Cómo te va?"
"Ahí tirando".
Cierto es que hay gente que con ese "tirando" incluyen una abuela con Alheizmer, un marido con cáncer de pulmón, un trabajo de turnos de noche, hijos adolescentes en plena batalla y hasta nietos a los que hay que llevar a la guardería, en un eterno bucle de no tener tiempo ni para rascarse las trompas de Falopio,(porque la mayoría son mujeres).
Pero normalmente en un "tirando"  no podría incluirse un embarazo exitoso, por mucho que fuera en una isla, lejos del entorno familiar, al menos tenía empleo, tenía el idioma, tenía una casa y tenía seguro médico.
Qué cojones; pero el miedo tiene estas cosas, tiene el poder de hacer que una venda baratas sus penas para provocar qué, la comprensión de unos irlandeses,  la compasión de tus semejantes, la indulgencia en el ámbito laboral.
"Ohh, es que éste no es el momento, ohh, es que no estoy preparada, ohh, es que soy una perrita abandonada bajo la lluvia, no sé si voy a ser capaz de salir adelante , etc etc etc ".
Me hubiera gustado poder mostrarles a los O,brien?(O, connel? Mulligans? Murphy?), el resultado de aquellas turbias cavilaciones, en forma de una hija ya guerrera a la que soporto con dificultad pero admirable en su belleza y determinación, en cuanto que habita este mundo y aspira a cambiarlo con la fuerza y el idealismo de sus pocos años, heredera de una luz que yo ya he olvidado.
Mi alma agotada jugando como ha hecho siempre se pregunta si no hubiera sido mejor componer una canción como "Perspectiva Nevsky" que tener una hija,(por cierto alguien sabe dónde está mi amado Franco Battiato?), pero el espíritu de los tréboles irlandeses ha respondido que me deje de tonterías, que la belleza suele salir de la destrucción y la iniquidad, que en el curso de los ríos nadie se pone a hacer comparativas, y si no fíjate en la isla esmeralda, saqueada por los vikingos, con duendes que empujan a los suicidas hacia los acantilados  y cientos de canciones en gaélico fundiéndose por pequeños mares de flores rabiosas en las callecitas de Galway, todo ello la amalgama final de siglos de historia seguramente poco digna.
Ésas son mis actuales gotas de sabiduría pero volveré.
Volveré para hablar de la catedral de san Patricio, a cuya salida volvió a caer la lluvia, llevándome con el pensamiento a esas ventanas misteriosas de otras vidas, vidas que se iluminaron débilmente con el candil de la fe una vez perdido el cuerpo,(tantas han sido arrancadas en nombre de la guerra, aquel árbol del recuerdo con papelitos colgados de sus ramas), del color verde y de esos días larguísimos en los que a las cinco de la mañana ya había luz como en España a las siete, de la tumba compartida de Jonathan Swift con Stella, de la calma que trae aparejado el cambio de paisaje, lo hermoso que es callarse y pensar, sin nada más que hacer, mientras se viaja.
Volveré para dar gracias porque el vicio de vender baratas mis penas ha ido remitiendo en pro de una actitud más sana aunque siga tendiendo al drama de una manera  supersticiosa, pero más amortiguada, que me deja espacio para digerir la belleza del mundo.
Porque he sobrevivido al esperar que en efecto había más, había mucho más que ver, disfrutar, amar, admirar, abrazar;
ojalá un par de alas para acudir volando a salvar a aquellas otras personas que cargan con sus penas como si fueran sacos de patatas, ésos a los que el héroe chino definía como "es fácil reconocerlos, caminan como si no tuvieran alma", para pasarles las páginas del libro por un segundo y decirles sólo "tranquilos, tranquilos, todo esto va a pasar", no hay ninguna heroicidad en ello, no te estoy acusando de cobardía, no te juzgo, sólo espera, espera un poco, realmente es muy difícil descubrir el alba dentro de las sombras, pero el amanecer no suele llegar tarde.
Me sale solo dedicar este post a Eileen Murphy y a todos los que se acercaron a aquel lugar de belleza mística de Moher para acabar con su sufrimiento; también a los que yo he conocido incluso desde la época del instituto, a los de oídas, con balas o pastillas de sombras o con cualquier otro puñal de pensamiento, de cansancio, de tristeza o de hartazgo.
Ellos, los irlandeses, también lo pensaron, y honran su memoria como el viento acaricia la hierba verde de este lado.




4 comentarios:

Eastriver dijo...

Ay. Quiero dejar mi comentario aquí pero no diré otra cosa que lo que te leí me dolió. Y mira que nos volvemos tontos y duros y al final ya nada nos duele. Pero hoy sí. Fue encontrarme con la vida, con ese hilo de la vida tan tenue, tan difuso que normalmente no vemos y que la literatura y el arte nos hacen ver en ocasiones contadas. Gràcies, maca.

Maripaz dijo...

Ay, Reyes querida, amo tus letras y con ellas a ti. Creo te conté un día como te encontré al azar en la red y me cautivaste para siempre sin saber nada de tu persona. Tu manera de contar, me fascinaba y creo llegué a leer tu blog casi de un tirón. Después, la blogosfera y las redes sociales nos unieron. Pude ponerte cara y sonreír con tus cosas...jejeje. Y también pudimos conocernos y abrazarnos en Sevilla. Por entonces iba con frecuencia a esa ciudad maravillosa. Ahora me he vuelto perezosa y no creo que vuelva por allí de momento. Eso si, si vuelvo me pondré en contacto contigo sin tardar.
Gracias porque cuando te leo, me haces muy feliz.
Besos a montones.

Genín dijo...

Yo, estoy cargado de cosas pendientes, alguna relacionadas contigo, como la cerveza y el encuentro y la certeza de que todo llegará y será feliz... :)
Besos y salud

Dol dijo...

Gracias a los tres, por mantener vivo el blog y a mí de paso.
Genín, cuando tú quieras avisa, antes de que sea demasiado tarde.
Besos y abrazos

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