miércoles, 25 de marzo de 2020

La última noche

Imagínate si ésta fuera la última noche, y  no pudiera verte ni tocarte una vez más, aunque fuera para despedirme.
Imagínate morir solo en una habitación llena de desconocidos, sólo en un cuarto así sabrías qué pérdida de tiempo supusieron tantas otras ocasiones en que no me quisiste abrazar. ni se te ocurrió nada que decirme. Imagínate un alba que nacerá sin mí, una jornada deshabitada de mí, ausente incluso en los platos del fregadero que lavé una y otra vez durante años; te confieso que tengo miedo cuando pienso en ello, porque lo irreparable sólo se presenta una vez, no hay ensayos. Todo lo anterior es fantasía, y no podemos calibrar su verdadero peso. Imagina que mañana ya no estoy y quizá de esa manera, puedas echarme de menos.
Quizá todavía quieras reparar mi vacío no  con vendas, sino con besos.
Firmado,
Tu vida

domingo, 22 de marzo de 2020

Cui prodest

¿Qué diría el señor suicida de la vida que ha llevado?
La pregunta sonó en la habitación por la que entraba una luz triste, qué días más raros eran aquéllos, en los que ni el sol andaluz, normalmente tan gitano en un sentido alegre y descuidado, no quería aparecer por si alguien le pedía una buena noticia. Y sin embargo las había, porque siempre se inventa la luz a sí misma incluso en épocas de oscuridad , por ejemplo había llegado la primavera con una bata de flores y de alergias para cubrir las miserias de la gente; lo que pasa es que nadie podía salir a disfrutarla. La última vez que estuve en este blog fue la semana pasada y mira cómo en unos días el mundo se ha vuelto más viejo, se ha cubierto de un manto de silencio como nunca creí que podría experimentar, y la realidad es esa película mala de la que hablaba en la última entrada. Podríamos falsear como hacemos siempre, mis fantasmas y yo, y decir que estas vivencias son la excusa perfecta para extraer moralejas sobre el buen vivir y el no quejarse por tonterías, pero a estas alturas de la vida ya nos conocemos, y sabemos que si mañana se levantara el estado de alarma y fuéramos libres, pasada la primera borrachera de aire limpio, volveríamos  a lo de siempre, ese sistema de actos repetidos con los que pagamos nuestra supervivencia, precisamente la maquinaria que acaba de pararse. Las consecuencias de este parón, de esta avería por así decirlo, todavía no podemos ni imaginarlas, a un nivel económico, así como el coste de vidas que toda crisis sanitaria deja tras de sí. Leyendo compulsivamente estos días, sin embargo sólo se me ocurren ideas que me reconcilian con la angustia y la esperanza a partes iguales ;no hay nada nuevo bajo el sol; si buscáis algo sobre la gripe de 1918, veréis imágenes como las de hoy en Ifema; si escucháis a los voceros de las conspiranoicos, encontraréis fuentes tan dudosas como las ruedas de prensa oficiales, donde unos señores muy serios nos arrojan migajas de información repetida, indecisa, poco clara e inquietante, nos dan las cifras del miedo para que estemos muy quietos como una gacela entre los arbustos, y lo peor es que estamos de acuerdo en perder las libertades más básicas. No estoy defendiendo a los que quieren salir de paseo, puesto que también estoy confinada como todos los ciudadanos sensatos, sin saber cuándo podré salir a alguna parte que no sea el supermercado, sólo me sorprende que en los círculos más íntimos, o en los escaparates de lo zafio que ahora todos tenemos a nuestra disposición, nadie se haga preguntas. Echo de menos que la gente no esté indagando o imaginando el por qué de todo esto, echo de menos que como en Roma, nadie se atreva a elevar un "Cui prodest" lo suficientemente alto y claro como para poner en aprietos a nuestros dirigentes, tan confundidos y humanos como nosotros, por lo que se está viendo, pero mucho más responsables y desde luego mejor remunerados que los esclavitos de primera línea de batalla. Estos días en las páginas de quejas  ciudadanas veo mucha indignación , por ejemplo en la de mi barrio, donde todo el mundo se felicita por el civismo de asumir el confinamiento, pero aparte de la propagación de toda clase de bulos y perseguir con mala baba al adolescente que se sube a la azotea a beber con un colega ( criminalización del semejante, esto es una cosa que no deja de sorprenderme en situaciones de crisis, exactamente igual que en el patio de colegio), dijérase que estamos diseñados para volvernos contra nuestro prójimo si no obedece, supongo que esto empezó en las cuevas, continuó en los campos de concentración y contínúa en los ambientes laborales actuales, como muchos sabréis reconocer si estáis trabajando; ahora que los pelotas están escondidos , temiendo por sus empleos e hipotecas,me pregunto si esta extenuación psicológica nos llevará a ser mejores personas, y la respuesta es no, me temo.
No me cojáis manía si sois de los que están animando a los demás con "Quédate en casa", a lo que habría que añadir, "No te queda otra", yo también lo hago porque sólo soy una niña más del patio y tengo miedo como todos. Hace dos días tuve que arrojarme a los brazos virtuales de Javier Iriondo, en una conferencia on line, bastante inspiradora en la que no nos prometió fechas de liberación   (preciosa la historia del director de orquesta, recordadme que escriba un texto sobre ello) ni unicornios rosas en este proceso de crecimiento interior  ( o decrecimiento, dependiendo del individuo) pero nos habló bellamente del sacrificio de tantos y tantas trabajadoras que están perdiendo la vida ayudando a otros en su último aliento, esto que tampoco es una cosa nueva y que al final nos define y nos da una luz divina como seres humanos.
Todo mi dolor se concentra en ellos, porque están alcanzando la dignidad a base de sudor y lágrimas; en los mejores momentos elevo oraciones secretas por ellos y para que la derrota no nos alcance a los demás, para que no seamos, aparte de heridos, también engañados, aunque me temo que esto de la derrota se ha producido ya. Ahí arriba los inteligentes de verdad, los poderosos, los estrategas, saben muy bien cómo nos comportamos las ovejas y hacia dónde vamos a ir cuando nos digan que todo ha pasado.
Deseo de todo corazón que tengan una fecha de término a esta pesadilla, porque significaría que alguien puede controlar la incertidumbre, y volverán los conciertos y los abrazos y todo aquello que nos hace vivir una vida que merece la pena.
Y por encima de todas esas cosas, la joya de la corona, la libertad, tan modesta ,de poder salir a ver atardeceres.
"Mi vida estuvo bien, sí; nunca pasé hambre y a los catorce años me preguntaba mientras leía el diario de Ana Frank, si alguna vez me tocaría vivir algún trozo de infierno, como les ha tocado a tantos otros; la verdad que no, crecí en un período histórico de paz donde sólo morían los pobres que huían de la guerra de países que no nos importaban, vamos, más o menos lo que ha pasado siempre desde que el mundo es mundo; tuve acceso a buena salud y hasta que no vi un tanque en la tele, en la plaza de Tianammen, creí que todos los estudiantes tenían el derecho de traicionarse a sí mismos y llegar a viejos, pero también  aquello lo olvidé. Ahora, cuando llego a la edad mediana, azota mis días una epidemia que nos borrará del mapa a muchos que sobramos, así que prefiero dar un paso al frente y acabar con todo por mi propia mano"-.respondió el señor suicida, sin saber que el cielo estaba limpiando todos los malos humos, que la luna había aprendido a peinarse unos cabellos de plata que ningún poeta había visto jamás, y que en una oscura cueva, en el país de las montañas azules, estaba naciendo otro profeta que cambiaría por nuevo todo lo viejo, la mierda por rosas frescas, la productividad por humanidad y la prisa por tiempo. El tiempo que usan las vacas tan tranquilas para comerse la hierba de los pastos, el tiempo que a él siempre le había faltado, tan adiestrado que ni a la muerte podía esperar tranquilo.

jueves, 12 de marzo de 2020

El infierno de los otros

No me sale nada, ya no me sale escribir, como no me sale follar ni tener ilusión por nada que no sea amanecer, tomar un café caliente como caliente antes era mi corazón, soñar la utopía de mi libertad que ya se ha escapado como una gaviota enferma, ya no veo el mar desde dentro de mis párpados cerrados, ya no siento la esperanza como una rosa  en el pecho que guarda cicatrices nuevas, ya no persigo los ciervos de la sensualidad ni los olores de la hierba cortada; desde mi ventana alguien ha levantado un muro de ladrillos chatos y me ha defenestrado las ganas. No digo que sea para siempre, ni que el drama se imponga en mi vida como una mala costra, será seguramente el postre de  tantos malos ratos, días largos como una película mala a la que no le ves el final aunque te atreves a imaginarlo. Sin duda será sólo una racha, como una estación de invierno o una gripe de otoño, un viento coronado de virus y de miedo para que luego estalle otra crisis económica, una página repetida del libro con las tapas sucias. Siento que ya no hay nada nuevo en la escena, siento haberme dejado derribar así, siento mucho no creer en las hadas y haber abandonado el amor, que todavía quiere oler en mi piel como las sábanas sueñan la pastilla de jabón con la que duermen, siento tanto haber dejado que me hicieran esto, que sólo puedo pedirme perdón y tratar de abrazarme sin brazos. Respondo con una paciencia falsa y apunto a mi alrededor con el Kalashnikov de mi desastre emocional, y doy los mismos espectáculos tristes que echo en cara a los viejos, y me recompongo en formato ceniza pero de ahí ya no sale  fénix sino un gorrión desplumado y triste. Tengo envidia de la fuerza de los jóvenes, que todavía no saben de la derrota interior, a Dios gracias, incluso envidio a la muchacha que viene a limpiar por horas porque ella tiene esa cualidad que a mí siempre me ha faltado, la aceptación de la familia, numerosa, pobre y muchas veces enferma, como parte de la normalidad de la existencia, no hay preguntas que hacer cuando se trata de familia, señoría, salvo amar mucho, luchar mucho, trabajar mucho, hacer piña y desde luego no preguntarse nada. Quién se pone a cuestionar nada cuando los padres son mayores y cerriles y han enfermado, quién se pone a analizar nada de estas cosas, quién si no un tarado de la vida, un animal enjaulado, un ratón de biblioteca, un exiliado de sí mismo, un bicho raro, una araña que teje telas de mala calidad, una torre torcida, una planta defectuosa. Quién si no puede pensar en cómo salir de callejones sin salida que impone el deber moral pero no la natural tendencia al escapismo. Dónde están las flores cuando el sol se oculta, dónde queda la fe cuando la cerveza ya no es un plan, dónde se esconde el deseo de jugar cuando ya no hay recreo, dónde está la luz cuando dejamos mandar a las sombras.
Hoy no lo sé, mañana quizá.
Quizá mañana.

Despedida

Creo que abrí este blog en el año 2009, y hoy decido que lo cierro,once años después;no deja de ser una friolera, teniendo en cuenta la gent...