domingo, 2 de septiembre de 2018

La paz

Es domingo y quiero renunciar a todo, se dijo.
Su cuerpo se negaba a adelgazar  después de tantos años de maltrato, que te den por culo, si me das te lo multiplico y si no quieres no me des, imagina que soy como una flor que recibe agua y no quiere secarse, si alguna vez quieres secarla tendrás que reducir la cantidad hasta casi matarla, y entonces según tú lucirá más bonita, dijo el cuerpo.
Y ante tal radicalidad, no pudo más que quedarse callada.
Sí, como las hojas de los libros, que se multiplican si alguien las escribe, si no hay atención nada puede crecer ni prosperar, esto lo sabe hasta el viento del norte, que está perfectamente diseñado.
La pregunta para hoy es si conviene más cerrar los ojos o abrirlos.
Darse cuenta de la realidad que tomamos por buena o ignorar tantos y tan frecuentes gritos de ayuda.
A mi alrededor ruge un mundo desesperado, cada día la emoción nos arrasa, dentro de 50 años la psicología será una ciencia básica para la vida , todo esto si juntas  las frases verás que es verdad. la cuestión es si seguimos siendo humanos o hemos perdido la cualidad de compadecernos, de nosotros y de los demás.
Desde mi lugar de trabajo, que es como ser copiloto del diablo, veo a diario mucha desesperación, y eso que no soy del ámbito sanitario; pero la gente es tan contradictoria, tan surrealista, y ese mismo mundo odioso lo lleva cada uno de nosotros dentro como una caja de Pandora , siendo éste el mayor de los misterios.
A veces te dan ganas de matar, otras de abrazar (la verdad las menos) pero no deja de ser un aprendizaje constante.
Tomas conciencia de que los juicios de valor y las torres de cristal no sirven para nada.
Es domingo y quiero hacer tantas cosas, un par de llamadas, dos lavadoras, medio libro de un escritor de nombre impronunciable (autor de "La belleza es una herida"),limpiar algunos metros de suelo, quitar los vasos del vinagre, trocear pimientos verdes para hacer con pollo y fideos chinos, terminar el vermú aguado y lo más difícil de todo, inaugurar una saga mítica, una familia cuyo reino esté por venir con sus legiones de fans y hojas de bosque, yo sé que a poco estímulo que me de su cosqui bendito se me van a desparramar las palabras como la polución de un dios mono que se aburre solo en el fondo del bosque.
Claro que ni siquiera eso puedo hacer a tiempo completo, porque también me interesan los contornos de ojos low cost (hay tantas you tubers de belleza que he flipado y la verdad que engancha), las mascarillas  de algas y limón de una empresa vegana que tengo que localizar como sea para despigmentarme esta cara de inocente vieja aficionada al sol marino, y los nutrientes del brócoli y la necesidad de renunciar a los lujosos packaging por el bien del planeta.
Y me queda espacio para lamentarme por no haber nacido en Noruega, o en cualquier otro lugar del mundo donde matar toros no sea un deporte nacional o lo que es peor, sinónimo de cultura, porque aunque no vaya conmigo, me duele que eso esté pasando ahí fuera, como me duele que el perro Cooper se pudriera durante tres meses en el suelo de una cocina de una casa donde vivía también una niña (teclear en Google perro Cooper adopción, en caso de morbo), y aunque los barrancos estén llenos de perros y el mar lleno de muertos es indudable que por inútil que eso sea, yo sigo arrastrando su dolor, aunque sea bajo las pequeñas olas benéficas del aire acondicionado.
No me quedan fuerzas para mucho más, y esto me preocupa, porque tendré que atesorar el pequeño tarro de energías para conservar mi  luz, que es como una vela indiferente a las tentaciones del infierno.
Ese infierno del que la mayoría no sabe o no quiere escapar, enganchados a las malas noticias que se transmiten desde los altavoces de la infamia.
La paz, sin embargo, es chiquita y humilde, como una mariquita que se posa en un alféizar.

1 comentario:

Genín dijo...

Yo te veo guapísima, y escribiendo tan bien como siempre, tanto, que me voy contento... :)
Besos y salud

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