lunes, 29 de enero de 2018

La dulce muerte

Lo he vuelto a hacer, he buscado el shock  por temperatura a conciencia, como esos desgraciados que se arrojan a las fauces de la destrucción en las noches agrias de sexo y discoteca, donde la gente busca veladas de sexo sin recuerdos y aventuras con sabor a vómito. En mi caso siempre busco el sonido de mi corazón, que se redobla como un caballito por un prado verde, un caballito al que hubieran prometido la libertad sólo durante el tiempo de una jornada de luz en el cielo, esto es, serás libre si antes de que caiga la noche consigues llegar a la linde de aquel bosque, y el caballito se lo cree sin saber que el bosque es el horizonte.
El caballito no sabe que ni poderosos corceles han conseguido jamás lo que él desea, pero como es inocente lo persigue y nunca dejará de luchar.
Es hermoso sentirlo dentro del pecho,  después de sumergir mi cuerpo en agua muy caliente lo consigo y empezamos a trotar, me tiendo en la cama mientras suena música clásica (las folías barrocas me gustan mucho para este momento) y me siento una mujer de otro tiempo, aunque en otro tiempo las mujeres de clase trabajadora no podían darse estos lujos, de hecho seguramente mi propia abuela lo hizo poco, lo de sumergirse en agua muy caliente con espuma de naranjas blancas y canela en polvo y abandonarse a la dulce muerte que ausenta todo lo cotidiano y lo hace desaparecer.
A veces tengo tanta calor y la tensión tan baja que busco la salida del baño perseguida por unas manos de vapor de agua y no tengo fuerzas ni para coger una toalla, el corazón me sacude entera, lo noto incluso en los glúteos, en las rodillas, en la espalda y el cuello y entonces soy un ser vivo dentro de una cáscara demasiado caliente, ahí tumbada sobre la cama, todavía húmeda y palpitante.
Sólo hace falta una toalla por encima y una pierna flexionada para convertirse en otra persona, alguien mucho más simple o quizá mucho más complejo, una modelo para un cuadro, un bodegón, una manzana madura que comienza a ajarse, una cesta con cañas rotas, un amor abandonado, o quizá algo más ajeno todavía, algo como la luna atrapada en papel celofán, que no era papel sino una nube translúcida que tapaba su redonda placidez, exactamente igual que un amante celoso hubiera tapado la boca de un imprudente objeto de deseo para evitar que se deslengüe calle abajo y la pongan verde sólo por ser libre.
Lo he vuelto a hacer, buscarme un shock por temperatura alta, para recomponer alma y cuerpo como si al cocerme pudiera olvidar tantas palabras que no dije ni me dijeron, las noches sin dormir de mi pavorosa juventud, tan desbaratada y enamorada de cosas que hacían daño,las cosas que no haré, las viviendas matrimoniales que no me pertenecen , los esponsales que no se celebraron, los anillos perdidos en la boca del monstruo, las horquillas de las mujeres muertas que  partieron en barcas azules, la inmensa nostalgia de los días de invierno , las voces de los abuelos, el  cronómetro de mi esterilidad, ese bosque agitado de mi caja ovárica que se está abrazando al estómago y lo ahoga para que siga en desacuerdo con la vida estabulada, los teléfonos que ya no suenan y los rincones de todas las habitaciones en las que he vivido.
Lo he vuelto a hacer, mi pequeña y dulce muerte fabricada, que me mira desde la ventana azul de los deseos, que sabe que en el año nuevo de la nueva era habrá que sacar la chistera de maga para volver a inventar conejos y palomas que tengan otra edad y otras tardes y otra forma de contarse el cuento de la vida.

domingo, 21 de enero de 2018

El cuerpo

Llega un momento en que el cuerpo se cansa de ti, que no es al revés ,no se confundan.
La carcasa sagrada que recibimos como regalo al nacer para contener nuestros pensamientos y emociones, la cuna salvaje en la que recibiremos todos los palos que el mundo nos tiene preparados para curtirnos y hacernos fuertes, la bolsa de golosinas con que intentaremos agasajar a ese mundo y seducirlo para que no nos haga demasiado daño.
Al fin y al cabo, qué quiere un niño o una niña? Ser amado, aceptado, ser lo mejor de todo lo que ha existido, que lo abracen y le hagan sentir que vino para ocupar un corazón al menos y no una casa o un calendario.
Con ese vestido nos echamos a rodar y crecemos y jugamos y aprendemos a llorar y a poner cara de póquer y a sentir también como seres inventados, a veces encontramos que hubo una voluntad de hacernos y a veces no, a veces sabemos con certeza que somos fruto de la casualidad o la costumbre.
Qué raro pensar en el misterio de tantas cosas, y cómo el bien y el mal son tan a menudo pétalos de una misma flor hasta que cumplimos años y empezamos a encaminar esfuerzos o voluntad hacia uno de los lados.
Para muchos vale más un atardecer rosado que muchas noches de farra , o el juego del aire con las hojas secas del patio más interés que tres horas de charla inútil , y así un día acaba por llegar en que el cuerpo se cansa de una y no una del cuerpo , como siempre creímos porque tenemos tendencia a la soberbia.
Como si fuéramos dueños de algo en todito el tiempo que andamos por aquí.

Despedida

Creo que abrí este blog en el año 2009, y hoy decido que lo cierro,once años después;no deja de ser una friolera, teniendo en cuenta la gent...