domingo, 23 de abril de 2017

23 de abril

Hoy me doy cuenta de muchas cosas sorprendentes.
De mi pertenencia al país de las palabras, de mi nacionalidad de libro, de mis deseos que son como espadas candentes, de cómo he tenido la ventaja de salvarme gracias a le lectura.
Hoy me doy cuenta de que no sé de dónde vengo, ni yo ni cierta gente nómada que no es de ningún equipo de fútbol, partido político o tradición secular.
Esa gente que vive sin guión y bebe sin sed, esa gente libre que sufre cuando la atan en corto, pero que se engaña diciéndose que todo está bien, esa gente que no se reconoce en su familia ni en el espejo, que se pregunta a menudo de dónde pudo venir esta cosa vieja de su pensamiento, esta tendencia a la infelicidad, por darse cuenta del cartón que recubre al mundo como un regalo mezquino, pero que en cinco minutos puede transformarse en esperanza, aunque sea pálido deseo de calcetines y vino blanco.
Hoy me doy cuenta de lo vacías que están mi vida y mis palabras.
Cáscaras de nueces que caen como adornos de un árbol de navidad que ya se ha muerto, tan olvidado que ni siquiera nadie lo pisará.
Me doy cuenta de que es más que probable que no tengas ningún deseo de ir a América, que nunca te hayas imaginado una carretera de la ruta 66, que no esperes grandes momentos en tu relación conmigo.
Estoy atada a ti por demasiados lazos, por la cuerda del paracaídas, por el color gris del calendario, por mi lastrosa familia, por tu generosidad, por lo que hago por ti, por lo que haces por mí, pero al mismo tiempo separada de ti por esta vieja ignorancia de mi cuerpo y de mi boca, por mi reino doméstico de paz y aburrimiento.
Noto el éxodo dentro de mí, como si fuera una elefanta que busca su camino al cementerio.
También aprecio que la sensibilidad se me abre como un abanico y que los momentos difíciles sólo sirven para que una bolsa de aire fétido se me instale en el estómago y me duela al despertar.
Qué fácil es tener giros dramáticos en cualquier momento de la vida, ceder a la presión de ser madre para pasar luego al bando de los sufridores, los que conducen calladitos llevando gente al médico sin parar, los que jamás pisan un museo y jamás hacen nada que les guste.
Qué fácil es permanecer así, instalados en la amargura sorda de los que queriendo bailar, les cortaron las piernas y los brazos, ilusos que creyeron que la vida era una fiesta privada para hedonistas, nunca se ha visto que un hedonista pueda ser de barrio obrero, ésos pasan a ser simples alcohólicos o porreros, el paraíso barato de los que fueron demasiado torpes para escapar de la familia y el orden establecido, pero sin embargo  nunca renunciaron  a ser ellos mismos en una cadena de montaje donde los pies, las manos y la vida deben medir exactamente determinado número de centímetros.
Hoy he sabido que Gloria Fuertes, poéticamente desescolarizada, tenía faltas de ortografía por aciertos, y repetía versos en diferentes poemas para jugar con ellos.
Porque llegadas a cierta edad, quién va a renunciar al lujo de poder seguir jugando.
Anda y que le den por culo a todo.
Feliz día de la única felicidad verdadera.
Feliz día del Libro.

Hoy

Esta tarde saldré a andar
en torno a las 20 horas
Y con un pañuelo blanco
espantaré las mil moscas
que viven en mi cabeza;...
si el costado me sacude
haré como que no oigo
inventaré tardes nuevas.

Pepito Picaflor

Esto me lo sopla Gloria Fuertes al despertarme hoy:ya me diréis si existe.
"Pepito Picaflor
Era muy conocido en su pueblo
Por dejarse tocar el corazón".

lunes, 17 de abril de 2017

Nada

No hay nada dentro de mí, más que un mar azul lleno de olas y de espuma.
No hay nada más que pueda o quiera decir, salvo que hay cosas que no quiero hacer en la vida real y que haré de todas formas, como cuando te presentas a un examen a empujones.
Por mucho sacrificio que me imponga, para mí la vida ya es bastante exigente y al final llego la última a la línea de meta con el pensamiento fijo de los que  dicen que lo importante es participar.
Oh sí, lo importante es participar.
Tengo los augurios pero no las certezas; tengo un pajarillo con el pico rojo balanceándose sobre un macizo de margaritas, tengo la primera estrella de la noche, tengo un gato hermoso que vino a pasar el día a mi patio y ya se volvió a su hogar, tengo el deseo de muchos días por delante en los que no tendré que ir a trabajar y tengo también un lienzo para pintar playas y chiringuitos y museos con los que olvidaré tantos meses de rutina y compromisos.
Hasta la vuelta.
Que la única norma obligatoria sea la felicidad.

viernes, 14 de abril de 2017

Mientras caen las bombas

Mientras caen las bombas sobre el mundo
en tierras milenarias que existían mucho antes
de que se inventaran los imperios nuevos
se levantan las montañas como arena
se revuelve con la sangre de los hombres
y el loco ríe en su palacio de mentiras
el vecino loco lava el coche
la mujer loca sacude la alfombras
por la ventana sucia de su sucia casa
mientras matan a otra en sus narices
mientras hacemos cola para ver una película
o chupamos un helado de animales muertos
mientras la masa migratoria paga con sangre su error tan inocente
el mismo que hizo crecer los continentes
y cada corazón que deja de latir es como el mío
yo sólo puedo decirte que te quiero.

La chica de colores





Había una vez un hombre que vivía en un palacio oscuro, donde las puertas crujían desangeladas y los timbres sólo llamaban a nostalgias.
En el palacio oscuro el hombre pasaba el tiempo mirando retratos de su amada muerta, que aunque no se había muerto, para él era lo mismo porque tenía tendencia al drama, el hombre aquél.
Incapaz de levantarse muchas mañanas, obligaba a su cuerpo a hacer lo mínimo indispensable para volver enseguida al calor de las sábanas, que aunque oscuras, le brindaban un hogar seguro.
Un día oyó que el palacio se viraba hacia la izquierda, como si algo hubiera chocado contra él, y preocupado salió hacia el jardín.
Allí, con una gran sonrisa y el pelo desordenado, encontró a la chica de colores, que trataba de salir de su nave espacial.
"Perdona si te desestabilizo el palacio, acabo de llegar y no quería hacerlo así, he tenido un pequeño...cambio de planes"-explicó.
Al hombre oscuro le llamó la atención su forma de expresarse.
Nunca antes había oído que un accidente pudiera ser considerado un "cambio de planes".
En el fondo la consideró extraña, pero le gustó enseguida.
La chica de colores se quedó en el palacio  unos cuantos días, mientras pensaba cómo reanudar el viaje, y sin pretenderlo lo cambió todo.
Procedía de un planetilla luminoso donde muchos mini soles nacían y morían en pocas horas, con lo cual estaba acostumbrada a no hacer planes, pero también a aprovechar bien los momentos y a sacar sonrisas como otros sacan gusanos de la tierra.
Para ella todo era natural y espontáneo; esto al oscuro le costaba mucho, pero como a los pocos días se sentía mejor decidió no ponerla en tela de juicio y disfrutarla, sin más.
Era quizá la primera vez en su vida que se topaba con alguien así, a quien no podía colgarle una etiqueta de cortesana ni de amante ni de nada,  pero era amiga en el verdadero sentido de la palabra.
La chica de colores desempolvaba cada día historias nuevas para el hombre oscuro, que empezó a ponerse más clarito de piel y de mente.
Ya no le crecía encima la costra del abandono, ni le escapaban ríos de lágrimas convulsas, ahora era más bien una caricia desconocida subiéndole por el alma como una pluma de color verde esperanza.
Los dos sabían que la chica de colores era forastera, y que algún día tendría que irse, pero proyectaron ideas para mantenerse juntos en ese plano sin tiempo ni condiciones donde la gente que ha encontrado una forma de conexión desea estar para siempre.
Al ser la chica de un planeta de colores, y estar de paso, la historia no podía sostenerse, según decía la lógica del mundo exterior que ambos acataban, como si guardaran un secreto a cuatro manos.
Y así era, en efecto.
Pero en el interior de cada uno crecía  un afecto tan sincero que hubo momentos en que pareció que el fuego de esa luz podría con todo.
En todos los cuartos de juguetes hay una bailarina , un soldado roto, un monstruo y una princesa que de una forma u otra consiguen quedarse juntos contra viento y marea.
Tanto la chica de colores como el hombre oscuro, después de haber asumido ella un par de grises y él haber ganado dos tonos de amarillo sol, llegaron a planteárselo sin decirse nada.
Quizá las cosas no son siempre lo que queremos que sean, quizá...pensaban mientras él pintaba en su estudio y ella daba los últimos toques a su nave.
Puede que fuera entonces cuando apareció la lavandera, con su canasto en la cintura y su par de ideas bien plantadas.
La lavandera no tenía tiempo para tonterías; le echó el ojo al hombre oscuro, como era normal en ella primero empezó lavándole las calzas, más tarde eficientemente tomó confianza para pedirle también los calzones.
Y poco a poco lo hizo suyo con trabajo, que es la forma en que aman las personas sin imaginación.
La chica de colores, como una valiosa muñeca, seguía durmiendo cerca del cuarto del hombre oscuro, y aunque jamás había franqueado esa puerta, a la lavandera no le pareció bien.
"Tendrás que decirle que se vaya; esto no puede durar para siempre"- le ordenó un día, y Oscuro, que se engañaba diciéndole a todo el mundo que era alguien que sabía ser libre, le hizo caso.

Habló con la chica de colores, que le escuchó con la sonrisa azul hielo antártico;
no le parecía verdad estar escuchando esas palabras de la boca de quien había sido a la vez compañero y amigo, en un plano tan alejado de las intrigas de pareja.

Al día siguiente terminó de arreglar su nave y emprendió el vuelo.
En el palacio quedaron sus reflejos como vueltas de arco iris, algunos olvidados con la prisa, pañuelitos arrugados, gominolas tornasoladas y una horquilla para el pelo color arroyo cantarín, todas cosas bonitas que al poco tiempo serían polvo de cenizas.
A cambio ella se llevó una mecha gris sobre su melena rojiza y un puntito negro sobre el corazón.
También la sospecha de que Oscuro nunca tuvo claro el lugar que correspondía a ese corazón.
Confundido y mezquino, tenía como otros muchos tristes un alto concepto de sí mismo, y una tendencia a racionalizar sentimientos, separando el polvo de la paja, mujeres de amistades, cuerpos de emociones,como si fuera tan fácil engañar a la víscera roja brillante que arrastra ríos de lodo en todas direcciones y puede salvar al más desgraciado.
De camino a su planeta, la chica de colores dejó asomar una sonrisa a sus labios;
al final ya se veía su planeta soleado y puro.
Seguramente volvería a hacerlo por cuatro o cinco Oscuros más, porque nadie puede perder aquello con lo que ha nacido, así como  nadie puede conservar lo que no tiene.
A la chica de colores, con el tiempo, le desapareció la sombra negra del corazón; de lo que fue de la vida de Oscuro en su palacio, en compañía de la lavandera,ya no nos importa en absoluto.


(Para una amiga de colores)

jueves, 13 de abril de 2017

Me hacía falta






Me hacía falta esta tarde salir a caminar sola, con las orejas taponadas por los acordes de una canción de la Vargas Blues Band, los sentidos metidos bajo las axilas como una carpeta, (aunque así es como están siempre últimamente, anestesiados por el ibuprofeno y la falta de ilusiones, pero decido ignorarlo porque si no, no podría trabajar ni aparentar normalidad).
Me hacía falta recorrer todo el barrio como si alguien me persiguiera, para combatir la necesidad de adrenalina que le falta a toda maruja inconsistente, a toda lectora puteada, a toda frívola ignorada por sus deseos.
Me hacía falta andar a mi paso, sin estar pendiente de nada ni de nadie, sin mojarme las manos cada cinco minutos, sin pensar qué hay que hacer a continuación, para olvidar mi dolor de cabeza producto de un vermú y un pacharán, con los que a su vez quise olvidar que el arroz con pavo al curry quedó pelín insulso, aunque mañana con el hambre me lo comeré yo lo que ha sobrado, como me como todas mis decepciones.
Que nadie se confunda, que enseguida se piensa en problemas de los llamados reales, mis decepciones son continuas pero son todas cosa mía, desde que no haya unicornios comiéndose las flores del patio hasta que lleve no sé cuántos años sin proyectar un viaje a alguna ciudad europea, o quizá que no haya sido capaz de tener ilusión por comprar un cuadro o una alfombra, aunque creo que esto me ha pasado siempre.
Tengo mis excentricidades como todas las mujeres, incluso aquéllas que son asesinadas, pero las mías no pasan por el eficiente sentido práctico que se le supone a mi género, con lo que no consigo tener una casa decorada a mi gusto como la gente de los documentales gilipollas, ni disfruto cocinando ni me encanta poner orden, aunque sí soy muy buena en pasar de todo, ése es mi deporte favorito, en especial me hice experta en pasar de mí misma.
Me da igual si estoy gorda o flaca, si me prometí esto o aquello, total, se trata de mí, yo no merezco el esfuerzo de tratar de hacer las cosas de forma diferente, además dice el druida que para qué, no se hizo la miel para la boca del asno, y ahora en todos los selfies sales ya con cara cuarteada como un trozo de cuero que quiere ser pañuelo de seda.
Se acabó, monina, es un poco tarde para ser la protagonista de tu vida, te tienes que ocupar de demasiadas cosas, y sigues emperrada en que otros las hagan por ti, y como ves que nadie las hace, y acabas haciéndolas  tú, te enfurruñas y sales a caminar para olvidar que lo haces todo pero  mal, o sea que no deberías darte tanta importancia ,que el fondo eres un poco la misma niña mimada, la Vaccaro que desarrolló nivel de astucia 7 a los 7 años, según el test psicológico del colegio, y te sorprendiste mucho al enterarte de que eras astuta.
Joder, astuta nada más y nada menos , como las zorras de los cuentos.
Pero cómo se puede ser astuta y no arrebatarle las uvas a nadie, será que se puede tener astucia y compasión al mismo tiempo, o será que el test estaba mal hecho.
También puede ser que la astucia sea una cualidad que la hace a una sobrevivir sin más, quién sabe.
Obviar el hecho de que cada vez te gustan menos cosas pero deseas seguir viva, aun sin unicornios ni playas ni vasos de mojito, aun con el plan hedonista más mojado que el pan de un gorrión criado en casa.
El caso es que si no me hubiera ido a caminar sola, con la Vargas Blues Band en los oídos, igualito que ahora, no hubiera podido ver la increíble belleza de unos árboles pelados recortados sobre un cuelo azul clarito , muerto ya el sol del atardecer, sobre la muy bullente ciudad de Sevilla.
No sé si os he dicho alguna vez que desde mi barrio se ve la ciudad como una faja multicolor acostada allí abajo, con su mini Giralda y sus velos misteriosos; que también se ve un poquito del Aljarafe que sube, y varios accesos importantes como el puente del Centenario, y que cuando cruza un avión por encima me acuerdo de los libros escolares de mi infancia.
Pues sí, aquí me pasé casi toda la vida, aunque en el tiempo de los unicornios creí que acabaría muy lejos durante la edad adulta, tan lejos como me llevaran mis paranoias, oh error, ahora ha pasado el libro y aunque he dado mis buenos tumbos, sigo aquí.
Los árboles domesticados, orgullosos aun en su desnudez, en la acera levantada donde irán los huertos, me han dado una imagen perfecta de belleza y nostalgia.
Hubiera podido hacerles una foto para esta entrada; pero como quería ir conmigo todo el rato, he salido sin móvil.
Espero que sabréis disculparme.
Cuelgo una foto de un árbol desnudo que no se parece a los míos, y cuyo autor es José Carrillo, más que nada para no dejar el post sin imagen.


Una pincelada

“Las preguntas son éstas: ¿Quién eres? ¿Qué has querido de verdad? ¿Qué has sabido de verdad? ¿A qué has sido fiel o infiel? ¿Con qué y con quién te has comportado con valentía o con cobardía? Estas son las preguntas. Uno responde como puede, diciendo la verdad o mintiendo: eso no importa. Lo que sí importa es que uno al final responde con su vida entera.”
Sándor Márai, escritor húngaro

lunes, 10 de abril de 2017

La vida privada de Johny Depp




Cuando no sepa qué escribir, escribiré mis sueños.
La mayoría no son mojados, mis sueños ni siquiera saben nadar, no llegan a peces como las comas que malpongo no pueden llegar ni a pestañas de muñeca.
Pero son sueños vívidos, reales como si en lugar de ser yo fuera algo que existe desde siempre y que no tiene espacio determinado ni limitaciones.
Seguramente de pequeña me enganchó un brujo, y era un brujo bueno, un druida que me moldeó a su antojo junto a las brasas de un fuego indomable, pero luego me abandonó en las fauces del mundo la primera vez que subí a un autobús hacia el colegio.
Por eso recuerdo los sueños como mi vieja piel de serpiente, y con ellos llego donde nadie sabe que puedo llegar.
Johnny Depp lo está pasando mal, me lo ha dicho;
estuvimos juntos una noche onírica que no era pasión ni mucho menos, sino intercambio espiritual.
En el sueño las otras mujeres eran como sombras, y yo tenía la cara de su nuevo guía.
Él era una persona cutre y descuidada, a la que  no le gustaba nada, cuyo dinero no podía complacerle ya ni en las más asombrosas nimiedades, Johnny Depp ha perdido el gusto por todo.
Me contó que se sentía un andrajo, a pesar de todos sus papeles, a pesar de haber vivido tanto, y yo le dije que eso nos pasa a todos los que hemos vivido mucho, aunque seamos fracasados a este lado del espejo social.
El ser humano con un mínimo de sensibilidad llega siempre al mismo punto.
Yo le contaba que lo único que me salva a mí es que no he sido nunca lo bastante opulenta para perder el gusto por las cosas materiales, puesto que si mañana alguien me regala un viaje a Japón seré bastante feliz, durante unos días.
Y si consigo poner un pie en el país que tanto me fascina, aunque sea para recorrer con la mirada las largas filas de máquinas expendedoras, aunque sea para sentir la diferencia cultural con todo lo conocido, seré  absolutamente feliz, aunque sea por unos instantes.
Incluso podría olvidar momentos crueles como el de ayer por la tarde, en que fiel a mi tradición de semana santa, invoqué desde el fondo del corazón a Jesús de Nazaret, sin importarme que sea real o inventado, porque desde pequeña lo llevo dentro, primero por educación y luego por simpatía, más tarde  por desesperación.
Esto fue porque vi un video del ataque a un pueblo sirio con armas químicas, un vídeo en el que la gente expiraba como pajarillos mojados en veneno, y también vi cómo se abrazaba el personal de un hospital mientras sufrían un bombardeo  en el que no sé si habían podido sacar a todos los bebés de las incubadoras, y  una, que se niega a darle poder a los malvados, que intenta por todos los medios no caer en las garras de la desesperanza, se convierte en un montoncillo de tierra húmeda sin derecho a ser nada, puesto que otros no son nada tampoco, y son masacrados como corderos en el reino de los grandísimos hijos de mala madre, sin remisión, sin compasión.
Pero esto (olvidar el montón de tierra húmeda), sólo sucedería si alguien me llevara a Japón, con mi hija y mi hermano y alguna amiga, para que pudiéramos jugar a llenar nuestro álbum de recuerdos exóticos y maravillosos, esto le dije a Johnny Depp en el sueño en el que él era una vieja gloria con halitosis y sin gusto por la vida.
Luego, al final del sueño, le abracé y su cara se fue limpiando de arrugas, de malas influencias y de pesares, y me parece que le ayudé bastante a remontar.
Hay una fiesta de lúcidos que tienen miedo a la vejez;
 todos los que tienen un ego grande participan de esa fiesta, ya sean empleados pintureros o actores de fama, seductores de cena de Nochebuena o aficionados al buen vivir, ya sea de barrio o de palacio.
En esa fiesta tenemos que darnos ánimos los unos a los otros, como si anunciáramos continuamente la buena nueva de que la renovación es perpetua, que si nos lo proponemos no nos alcanzará el olor del pipí ni la halitosis.
La gloria que nos alumbró y que una vez nos hizo brillar permanecerá en nosotros incluso mucho tiempo después de que nos hayamos apagado.
Exactamente igual que las estrellas.
Creo que esto mismo le expliqué a Johhny Depp, y me parece que quedó bastante conformado.

....
(Foto El País, de un artículo en el que se analiza que en Noviembre estaba gordo y ahora está delgado).

sábado, 8 de abril de 2017

Rendición




A veces me rindo, como se rinde el sol atardeciendo,
como se rinde la luz entre las sombras,
el perro abandonado o el niño muerto.
A veces me rindo, y la rendición es total
sin condiciones
sin pactos ni chantajes ni ultimátums
tan sólo es caminar para entregarse
saber que no hay más que rascar
que no hay remedio.
Es salir al patio una tarde de éstas
y notar la dulce brisa sobre el rostro
cinco pájaros atravesando el aire
una flor meciéndose inocente;
y pensar
"qué buena es esta vida"
qué bonita .
Sonreír como una buena vieja
que sólo espera en el atrio de la muerte
a que se acerque el barco del olvido
y por fin pueda ignorar las ignominias
las luchas necesarias en un mundo de vivos
que se alimentan de sus propias injusticias.
Saber que nunca se encontrará el sentido a todo esto
los motivos que llenan toneladas de mentiras;
sin embargo
ni siquiera esa angustia puede afear
la grandeza lujuriosa de la vida.

jueves, 6 de abril de 2017

Flores y mariposas



Valentina, de soltera Valiente y de casada Tina, solía soñar despierta mientras la carcoma de la responsabilidad la disminuía en fuerza y en tamaño.
Eran  muchos los días que,alineados uno detrás de otro, le chupaban la sangre de ocho a tres, y se sabe que  a fuerza de repetir los mismos actos y caminar los mismos pasos, el ser humano se convierte en serrín con el que luego se rellenan los edredones de las estadísticas.
Aquel día sin embargo se vino un poco abajo, notó el movimiento de tierra justo debajo de sus tobillos, que a pesar de todo seguían siendo finos, fieles a su poquito de  belleza, decididos a no ceder.
Todo fue porque encontró un par de medias de flores y mariposas.
Recordó que  en su momento le parecieron  lo bastante atrevidas para poner una nota de excentricidad en su vida;
entre hora y hora podría pararse a mirar ese estampado y seguir soñando despierta, rebelada contra la grisura de las medias de las demás mujeres.
Había flores, pájaros, mariposas amarillas y hojas verdes  sobre fondo crema.
Suficiente para que sus piernas fueran animando la ciudad y la oficina como un libro abierto por la primera página.
Pero luego se atrevió poco a llevarlas. De hecho las usó dos o tres veces nada más.
Pero ese día se levantó valiente, como valiente era de soltera.
Decidió ponérselas.
Las estiró con placer sobre una pierna y le pareció que torneaba una hermosa columna, luego la otra, y al calzarse culminó un pequeño gesto parecido a la creación.
Así salió a la calle y luego fue a trabajar.
A media mañana sin embargo, desde el espejo del baño, cuando ya salía, percibió que las medias envolvían unas piernas demasiado gordas para soportar un color tan claro.
La falda de invierno sobre tanto color resultaba grotesca y la camiseta roja no ayudaba tampoco mucho.
Los pliegues sin embargo no eran de la ropa, eran de su barriga, mamá canguro con cangurito universitario que se queda con la bolsa inservible pero el hueco hecho.
Y ese botón hacia fuera.
Y ese par de nubes negras debajo de los ojos.
Y esa coleta que abre  un pelo como un camino de rastrojos.
De repente ya no era alguien que lo mereciera todo.
Ya no era un libro abierto por la primera página.
Ni esa mujer locuela próxima a los cincuenta que se reinventa cada día sosteniéndose sobre valientes tobillos.
No.
Sólo era alguien que toma dolorosas decisiones.
Que tapa heridas con la seguridad que  no tiene y aparenta valor cuando lo que tiene es  miedo, a la que el corazón se le vuelca como se vuelca un cubo de una patada ante las posibilidades más aterradoras que ni siquiera tienen que ver con ella.
Alguien que hierve macarrones y que no tiene tiempo para nada.
Alguien que aunque descubrió el truco de muchas cosas, sigue temiendo los palos del destino.
Y ahora  no es primavera en sus piernas, ni en su cuerpo ni en su estampa.
Las flores y las mariposas ya no pueden hacer nada.




Hay muchas cosas que no te contaré








Hay muchas cosas que no le  contaré ,viejo capitán de tesoros perdidos.
Cuando camine por la calle en intensos mediodías del sur, pensaré en usted y no se lo diré a nadie,
 , ni tampoco  hablaré de la certeza que tengo de haber podido vivir otras vidas,  la nostalgia de cosas que no he vivido , como  si fuera llanto de una dama caprichosa por no poder contar las cuentas de cristal incrustadas en un abanico mágico;
inmensa capacidad de amar sin límites desde los árboles en sus alcorques hasta el olor de un bizcocho que se saca del horno con una peineta aromatizada de naranja y membrillo.
Los escolares con unos babis de tela sucia esperando el bus,  la abuela que se quedó sola en un piso de muchos metros pensando en los nietos belgas que viven en una ciudad mucho más bonita donde nadie ensucia la calle, las vaharadas de azahar que te ahogan como un amante loco, la capacidad de dar unas migajas de amor a quien te compra un sobre para certificarlo.
A todos quisiera pedirles que certifiquen mi fracaso, pero luego se me pasa porque la rueda no es redonda, es una puerta de doble dirección; puedo estar reflejándome en un escaparate y siendo también un tajinaste de la isla que me está echando de menos, o ser el tajinaste mismo.
Puedo cortar de raíz la conversación con la maruja amable del metro, abortarla como una operación criminal, eludir de forma limpia la primera sonrisa ya que nos hemos cedido el paso en un mundo de gente maleducada que no conoce ni lo que cuesta mantener el peso de su cuerpo sobre la piel rugosa de la Tierra.
Una cosa no lleva a la otra, usted perdone.
Y puedo ser tortuga en el mar azul, capitán de mis amores : y pino solitario al que  se le murió toda la familia  o   una  encina  derribada por la infamia de los cobardes ; odiar a toda máquina la insensibilidad y la mentira y mi propia ingenuidad que no me permite permanecer al margen del deseo del buen rollo por encima de todo.
Plantearme mientras miro a mi perra cuánto me cuesta alimentarla con comida que no le provoque alergia mientras en este plano pero a cierta distancia hay niños gaseados, y óiganme los imbéciles, no es excluyente amar a los animales y desear la paz del planeta.
Tampoco somos culpables del orden establecido, del panfletismo y el miedo q nos hizo a todos grises con la cara de panete y nos llenó los bolsillos de tarjetas.
Más bien si la gente fuera capaz de encontrar la paz en la inocencia de los animales domésticos, otro gallo cantaría sobre este impresionante desfile de enfermos que va pariendo la sociedad y que puede verse en semáforos, esquinas y puestos de atención al público.
Capitán, qué será el público, me gustaría preguntarle; esa masa informe de siete mil cabezas dispuestas a comerla a una, o una explosión de gente irrepetible que se irán de aquí sin haber hecho ni una sola cosa absolutamente buena.
Perfección o mierda envasada al vacío, cerebro con música de Vivaldi o carne fofa caminando hacia la tumba, qué será , querido capitán; contésteme usted que ya lo sabe todo.
Y salga del espejo, se lo ruego; que es tarde ya y no estoy más que pensando en arrojarme entre las sábanas para despedirme de otro día aciago sobre la piel rugosa de la Tierra.

martes, 4 de abril de 2017

En la misma calle





En la misma calle pero de otro pueblo saboreó el placer de la sangre.
No hay muchos que lo entiendan , salvo el que haya nacido con el don de la inconsciencia, lastre que sólo se permiten los creyentes.
Paulo tenía poco de apóstol, durante cinco o seis años se la pasó poniendo a la gente en su lugar; para Fausta fue interesante sentirse vengada y poderosa.
Una vez le contó lo de aquel tipo que la molestaba,( su padrastro) desde los trece años hasta los diecisiete, y Paulo lo esperó al viejo a la salida de un bar rozando ya las once de la noche.
Esto siempre lo cuentan las películas, pero Paulo hacía películas de verdad.
Lo esperó y sin mediar palabra lo empujó contra la pared y le abrió el cuello de un machetazo , de tal manera que el viejo se rompió como si fuera un dulce de leche.
"Esto es por cerdo y asqueroso;  acuérdate de agradecerle  al diablo el nombre de la Fausta".
Nunca sabría si el viejo lo escuchó, abrió mucho los ojos y parecía que iba a vomitar y luego se murió vestido de rojo para entrar en el reino de los mierdas.
Otra vez puso debajo de un camión a uno que se pasaba con los chicos del barrio, uno que era medio boxeador y que fue obligado a tragarse su droga antes de que le pasara por encima el tráiler.
Estuvieron tres días limpiando restos,  mientras los operarios barrían los humildes sesos del camello, las marujas que pasaban cerca se santiguaban.
Si alguien cometía alguna tropelía Paulo lo ajusticiaba con una rapidez aséptica.
Tuvo muchos juicios y condenas pero de una manera o de otra siempre volvía a las calles.
A Fausta le gustaba, le gustó durante mucho tiempo; le sirvió para poner dignidad en su vida cuando nadie más se había ocupado de ello.
De antología fue el día del entierro del padrastro, en el que la madre de ella, desconsolada novia, le lloraba con lágrimas que eran rastrojos.
En esa cara arañada , que muchas veces había probado el sabor de la sangre, estampó Fausta su infancia miserable, su reproche viejo como un mar de odio.
Le gustó hasta el último día, en que Paulo decidió que era ella quien le hacía meter tanto la pata, le ponía de los nervios y le hacía pecar.
Cuando la atisbó una tarde desde la esquina , (iba riéndose con otro), decidió que ella también debía probar el sabor de la sangre.
Por mala.
Porque sí.
Porque la vida debe terminar algún día, de algún modo.
Porque todas las calles se parecen y llevan los mismos nombres aunque sean diferentes pueblos.
Porque él no sabía ser hombre de otra manera.



(Foto de Alberto Photo- "Calle de Leganés")

lunes, 3 de abril de 2017

El otro barrio






Delicado botín tapizado en seda, apoyó el pie sobre la escalerilla.
"Bienvenida, señora"-dijo el chambelán, que tenía la cara de su ex marido.
Atravesó el porche de madera y llegó a la sala de  descanso, la que habían dispuesto para ella; tenía una ventana abierta al mar (o era un lago de color azul turquesa), un sencillo mobiliario de madera clarita y un bote de vidrio lleno de cuentas de colores.
"Me gusta".-pensó.
Metió la mano en el recipiente de las cuentas, eran bellísimas ; cada una llevaba una minúscula inscripción con una fecha .
Las fue sacando una a una para luego volver a dejarlas en su lugar, y aunque ella no sabía que eran las lágrimas que había vertido a lo largo de su vida, le pareció que representaban algo hermoso.
Era extraño pensar que aquella misma mañana había estado poniendo ropa a secar sobre el patio interior de su bloque de pisos, desde el que se veía la interioridad del gigante urbano en otras coladas, en un mar de pinzas de plástico caídas al vacío como suicidas involuntarios y algún que otro calcetín en la misma situación, deteriorado  por la lluvia de la viudez.
Esa mañana de sur cálido en la que decidió salir a dar una vuelta al pueblo, hacía un par de meses que no iba a ver a su madre, y sin pensarlo demasiado se preparó y salió.
Era extraño pensar que no recogería jamás esa ropa.
Un movimiento de apenas dos centímetros del volante hacia la izquierda, y aquel coche en sentido contrario estampándose contra todo su mundo conocido y haciéndolo volar en mil pedazos.
La carne humana y el metal han llegado a una sombrosa hermandad desde que el planeta se volvió moderno, desde que las comunicaciones se hicieron fáciles y las carreteras sustituyeron los caminos.
Pero a ella no le afectó.
Enseguida estuvo en la carroza de camino al otro barrio, y de allí al palacio y a la habitación de las cuentas de colores.
Al igual que en la vida, era absurdo preguntarse por qué estaba allí, la razón de esa calma y ese bienestar, de repente inquilina mimada con ventana sobre el mar onírico de su imaginación.
Se sentó en la cama y esperó.
No tenía heridas, sus piernas eran las de los veinticinco años, menudo lujo; contempló la luz que entraba con reflejos verdes y azules y oyó una lejana voz que se lamentaba  dramáticamente..
Era su vecina de abajo, que mirando desde su ventana la ropa tendida, exclamaba con lágrimas en los ojos;
"Pobre Carmen, matarse así en un accidente ...pensar que salió esta mañana tan contenta sin saber que era su último día ..."
Caía un sol incandescente sobre el lago turquesa, aunque no sabía qué hora era;
como ya había comprendido, era tonto hacerse preguntas.
Se preparó para su primera noche en palacio, como si  fuera lo más natural del mundo.
De todos los mundos.

domingo, 2 de abril de 2017

Fea en la colina




Fea por los vientos y los madrugones, fea por la palestra y los madrugones, fea por guardar la línea del horizonte con papel celo como si fuera un póster de los noventa (y los madrugones), fea por mayor y por la cerveza y el vino dulce( y los madrugones), fea por querer y agotar las horas de los días en cosas que hay que hacer aunque no quieras ( y los madrugones) , fea de conducir y de pasar fatigas que a simple vista nadie notaría, fea por cumplir años bajo una luz fluorescente ( y los madrugones),como una flor tropical a la que hubieran traído a una nave industrial y luego olvidado en una maceta sin agujeros en la base.
Fea por querer divertirse a toda costa, sin aceptar que ya la diversión se hizo mayor, es poca cosa,  se inventa dolores nuevos cada día y busca el afán del olvido en la comida y el trago, y ya cuando la disciplina parece imposible el camino se vuelve una broma pesada.
Sin embargo qué sería de ella sin ese mirar hacia lo lejos, guiñando los ojos hacia la carretera, desde el olivar se ven un par de chimeneas de la vieja fábrica de vidrio, los pájaros que cada vez hay menos son aquí desconfiados (trata más con los urbanos con los que comparte el pan del desayuno), las hormigas bajan en parapente y las campanitas se han hecho la ilusión de que vivirán para siempre y han alfombrado la colina, fieles al mandato de florecer.
Hay muchas, y el sol las seca como un amante exigente, el viento las peina como un amante dulce.
Nadie se siente feo en la naturaleza.
Allí no hay espejos ni preguntas; sólo se puede hacer una cosa, que es la vida.

sábado, 1 de abril de 2017

Consumación (elogio del sexo)



Cuando por fin me pusiste la mano encima, no fue el perfume ni el atractivo físico, ni las expectativas ni las circunstancias.
Fue que durante un tiempo me rehuiste, que estuvimos sentados en conciertos rozándonos los codos, ignorando por completo el hecho de que podíamos acostarnos, que lo considerabas imposible, o inapropiado, fuera de lugar, una falta de respeto a una amistad recién nacida, yo qué sé.
Fue que tuviste  tiempo de fijarte en las cosas que hablábamos, en los colores de mi cara en los bares, en mis expresiones y yo en tus manos, en tu silencio, en tu forma de conducir o interpretar el mundo.
Fue mi desprecio ancestral a esas noches de discoteca en las que constaté que el acercamiento entre sexos puede ser y de hecho es muchas veces higiénicamente premeditado.
Es tan fácil como cuando decides pintar una habitación y compras el cubo y la pintura, eliges el color, no siempre lo encuentras, claro pero seguramente sí, si sabes ajustarte a unos estándares te puede quedar un cuarto bonito, y pintado, que es de lo que se trataba al inicio.
Follar en esas condiciones  es por lo tanto,un acto aséptico y preparado entre adultos que con más o menos suerte obtendrán color para sus paredes.
Por eso me iba tan mal, pensó lady Fusca, de segundo Da y de nombre O.
Ella intelectualizaba la cosa desde jovencita, y desarrolló un pánico atroz a las escenas urbanas de rollo juvenil tanto en el colegio como en los locales a los que accedió a partir de cierta edad.
No se crean que no lo intentó; bailó con soldados y aspiró el aroma del deseo, que puede ser una cosa bastante burda, en el fondo, cuando sin saber por qué tocas a alguien que te toca para echar un baile y de repente quieres saber más de ése , o te lo imaginas cuando esa tarde antes de salir de su casa se probaba la mejor camisa delante del espejo.
Pero lo más habitual era que  cuando algún perfecto desconocido intentaba echar un lazo sobre su cuerpo saliera  disparada con las más locas excusas.
En cierta ocasión un chico al que dio muestras de entrega ,inocente como una lechuga, le llegó a preguntar si el problema era "que tenía mal aliento o algo así".
Lady Fusca, que no había notado ningún síntoma de halitosis , le respondió conmovida que no, que el problema era ella, y aunque suena tópico, era totalmente sincera.
Normalmente no podía soportar el ridículo de la situación.
La gente no se pone a comer con desconocidos, ni comparte el baño en la cara de nadie, ni apoya la cabeza en el hombro del que viaja al lado en el metro o bus.
¿Por qué sin embargo hay sitios donde es natural ofrecer la boca( y más oquedades) a uno que acabas de conocer?
El argumento era tan fácilmente equivalente a la estrechez de las prohibiciones morales y religiosas que lady O no deseaba ser confundida con tales tribus, por eso se esforzaba en liberar instintos.
Aún le faltaron años para comprender que su potencial sexual era simplemente un animal deseoso de alimento.
Hay quien aprecia las plantas y les sabe poner nombres, hay quien estudia a los clásicos y hay quien folla sin más cuando aprecia movimiento, (tal es el caso de algunos hombres que además se definen a sí mismos como insaciables por mandato natural , dominados por imperativo biológico),pero hay personas a las que el derribo les gusta sólo y exclusivamente si antes ha habido atracción , intercambio de palabras y gestos, quizá prohibiciones sociales, impedimentos, momentitos de quiero y no puedo, frustraciones detrás de una ventana o tardes en las que te quedaste pensando casi llegó a pasar pero al final no.
Esto la alimentó muchas veces, sus relaciones siempre empezaron así, y luego florecieron y murieron las que tenían que morir y se quedaron las que tenían que quedar.
De esta manera lady O se enganchó a esas escenas sinuosas en las que sobra la ropa, cuando todas las barreras han caído y ya no hay más excusas, cuando estás bastante segura que esa persona ha pensado en ti bastantes noches , cuando ya no existen dudas de que eres tú quien tiene que estar en esa cama y no otra cualquiera, con otro nombre y otra cara y otra voz.
Es entonces el delirio fascinante, mejor que los jardines del Bosco, mejor que los tragos de absenta, mejor que el inicio de todo en el primer polvo que te trajo al mundo, mejor que la alquimia del conocimiento y la soledad y mejor que el concerto ése del humilde Evaristo Felice que no ha sido tan famoso como otros pero que es tan hermoso.
En lo escondido está la fantasía, la pasión, y aunque esté destinada a morir, qué gran placer, qué alegría infinita.
Fue así cómo lady O descubrió que a través del misterio y el deseo hubiera podido ser una enorme, gigantesca e insaciable folladora de hombres.
Pero todos ellos amados, eso sí.

Despedida

Creo que abrí este blog en el año 2009, y hoy decido que lo cierro,once años después;no deja de ser una friolera, teniendo en cuenta la gent...