domingo, 23 de abril de 2017

23 de abril

Hoy me doy cuenta de muchas cosas sorprendentes.
De mi pertenencia al país de las palabras, de mi nacionalidad de libro, de mis deseos que son como espadas candentes, de cómo he tenido la ventaja de salvarme gracias a le lectura.
Hoy me doy cuenta de que no sé de dónde vengo, ni yo ni cierta gente nómada que no es de ningún equipo de fútbol, partido político o tradición secular.
Esa gente que vive sin guión y bebe sin sed, esa gente libre que sufre cuando la atan en corto, pero que se engaña diciéndose que todo está bien, esa gente que no se reconoce en su familia ni en el espejo, que se pregunta a menudo de dónde pudo venir esta cosa vieja de su pensamiento, esta tendencia a la infelicidad, por darse cuenta del cartón que recubre al mundo como un regalo mezquino, pero que en cinco minutos puede transformarse en esperanza, aunque sea pálido deseo de calcetines y vino blanco.
Hoy me doy cuenta de lo vacías que están mi vida y mis palabras.
Cáscaras de nueces que caen como adornos de un árbol de navidad que ya se ha muerto, tan olvidado que ni siquiera nadie lo pisará.
Me doy cuenta de que es más que probable que no tengas ningún deseo de ir a América, que nunca te hayas imaginado una carretera de la ruta 66, que no esperes grandes momentos en tu relación conmigo.
Estoy atada a ti por demasiados lazos, por la cuerda del paracaídas, por el color gris del calendario, por mi lastrosa familia, por tu generosidad, por lo que hago por ti, por lo que haces por mí, pero al mismo tiempo separada de ti por esta vieja ignorancia de mi cuerpo y de mi boca, por mi reino doméstico de paz y aburrimiento.
Noto el éxodo dentro de mí, como si fuera una elefanta que busca su camino al cementerio.
También aprecio que la sensibilidad se me abre como un abanico y que los momentos difíciles sólo sirven para que una bolsa de aire fétido se me instale en el estómago y me duela al despertar.
Qué fácil es tener giros dramáticos en cualquier momento de la vida, ceder a la presión de ser madre para pasar luego al bando de los sufridores, los que conducen calladitos llevando gente al médico sin parar, los que jamás pisan un museo y jamás hacen nada que les guste.
Qué fácil es permanecer así, instalados en la amargura sorda de los que queriendo bailar, les cortaron las piernas y los brazos, ilusos que creyeron que la vida era una fiesta privada para hedonistas, nunca se ha visto que un hedonista pueda ser de barrio obrero, ésos pasan a ser simples alcohólicos o porreros, el paraíso barato de los que fueron demasiado torpes para escapar de la familia y el orden establecido, pero sin embargo  nunca renunciaron  a ser ellos mismos en una cadena de montaje donde los pies, las manos y la vida deben medir exactamente determinado número de centímetros.
Hoy he sabido que Gloria Fuertes, poéticamente desescolarizada, tenía faltas de ortografía por aciertos, y repetía versos en diferentes poemas para jugar con ellos.
Porque llegadas a cierta edad, quién va a renunciar al lujo de poder seguir jugando.
Anda y que le den por culo a todo.
Feliz día de la única felicidad verdadera.
Feliz día del Libro.

3 comentarios:

Tracy dijo...

Feliz día del libro para ti también.

Max B. Estrella dijo...

He pensado en regslarle un libro;¿le parece bien uno de Eduardo Mendoza?

Genín dijo...

Pos feliz dia pa ti, con o sin libro... :)
Besos y salud

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