domingo, 30 de diciembre de 2018

La libertad

La libertad no suele salir gratis, y quien nuca tuvo que luchar por ella, no sabe lo cara que le salió a toda esa gente que desde el otro lado, con banderas y espejos en los que se rompieron sus vidas, saluda  estos tiempos con un deje de ironía.
Siempre he sabido que de haber sido yo una víctima de las ideas, me hubiera revuelto de ira en mi tumba de escarcha viendo la superficialidad y el egoísmo con que los descendientes trataron sus privilegios hasta no ser más que un decadente grupo humano sin principios ni estirpe.
Sin embargo, lo que para mí es digno de ser preservado y protegido es para otros decadencia y desastre, y como oí ayer en el vigésimo quinto análisis político a pie de calle, entre gente que interpreto como formada y de izquierdas culta en un sentido vital, puesto que vivir determinadas etapas también es una forma de cultura, el límite de lo insoportable es para muchos un simple movimiento migratorio que amenaza lo que creen que es suyo, entendido como qué, los símbolos, las calles, la religión, la economía, el triste puesto de trabajo desde el que te explotan o las cuatro drogas consumistas que para determinadas mentecillas significan la paz y el bienestar.
Tampoco hay mucho más que analizar desde que vi aquel reportaje sobre inmigración en Estados Unidos, en el que uno que había sido inmigrante y que había conseguido montar un bar propio en un sitio de mala muerte estaba totalmente en contra de que otros tuviesen esa oportunidad de escapar de la pobreza que él sí había tenido, aun pagando un precio muy alto.
Como siempre cuando siento frustración o dolor, me refugio en el enfoque del tiempo, que es cultura, y me entero sorprendida que llevamos siglos traduciendo como invasión lo que fue una forma de vida, y de repente me alelo dándome cuenta de que es verdad, no puede ser una invasión algo que dura ocho siglos, es como ponerte gordo y decir que la obesidad invadió tu cuerpo, quizá simplemente te pusiste gordo, y vives como un gordo y disfrutas o sufres la vida como un gordo.( y ahora que los gordos no me miren raro, es sólo una forma de hablar).
En el sur fuimos árabes como otros fueron celtas, y eso nos dio una música y un color de piel y una tendencia a la alegría pero también a la nostalgia barata, y a la pasión y al exageramiento.
Desde ese punto en el que interpretamos las influencias como extranjerizantes( para entender esto mejor , os recomiendo escuchar a Antonio Manuel, escritor y activista andaluz según su Facebook, en cualquiera de sus entrevistas sobre el tema), es muy fácil negar quienes somos y de qué estamos hechos, y pasearnos por el patio de la intolerancia como si nos hubieran puesto en un huevo de dinosaurio de raza blanca y rompiéramos el cascarón ayer por la tarde.
Creo que actualmente, como le oí decir  a un filósofo hace poco, somos una colonia norteamericana y es otra forma de vida, otra invasión podría decirse , y sin embargo no se dice.
Se supone que al tener acceso a la información podríamos haber alcanzado ya un cierto enfoque de las cosas del mundo, después de tantas guerras y tantas mentiras pero qué va, el aborregamiento es hoy más grande que nunca y parece destinado a ser el destino de la especie.
Libertad para Cernuda era estar preso en alguien cuyo nombre no podía oír sin escalofrío, libertad para muchas significa elegir tus propias cargas, libertad es una entelequia, un sueño del que jamás despertaremos, una palabra de libros y de monasterios, de cuartos a donde sólo llega la luz del pensamiento.
Cuanto más vivo menos certezas tengo, salvo que rompemos el guión a cada minuto y como en las historias que nos cuenta la industria de nuestra colonia, expertos como son en retratar libertadores siendo sin embargo esclavistas, sé que a pesar de todo y de todas formas la cosa puede cambiar en cualquier momento.
Como el viento de la tarde puede cambiarte Diciembre por Mayo, y aunque no haya flores de naranjo, tampoco se nota el frío.
Esperar a que vuelva a soplar es una buena opción , y mientras tanto recoger firmas para que Baltasar pueda entrar este años por donde suele, como los futbolistas y los príncipes saudíes, sin destrozarse las palmas con las concertinas, sin que su turbante pierda una sola piedra de esmeralda que como sabéis, son de color verde, como la esperanza.

(Entrada del 30  de Diciembre de 2018, año de la Escarcha y el anís en copa, de la gota y santa Vesícula, bellota feliz por las calles de Sevilla, cuando se vislumbra un cierto empoderamiento del pensamiento propio en habitáculos tan pequeños que no cabría ni el corsé de una avispa).
La foto está hecha en la Alhambra, en Diciembre de 2017.

viernes, 28 de diciembre de 2018

Borrones



Pues señores, si llego a saber que después de hacer la huelga, iba a tener que vivir el trance de ver cómo la ultraderecha entraba en el parlamento andaluz, sí, Andalucía, la tierra de los señoritos y las jornadas eternas para los pobres, Andalucía la que divierte, como decía la copla que con tanto sentimiento cantaba yo de chica, claro que a mí de pequeña había que hacerme más o menos el mismo caso que de grande, porque lo mismo cantaba eso con mucha conciencia de clase que escribía poemas tristes contando las penas negras de la Pantoja( sí, habéis oído bien, pero esto es por la rama apasionada que todo andaluz lleva dentro y que quieras que no, le hace identificarse con las historias de amor con final amargo y en mi defensa diré también que mi madre me animaba en vez de amenazarme con meterme en un internado, que es lo que hubiera hecho yo con mi hija si escribe aquello),y luego cuando escribí algo "serio" y se lo mostré, me dijo que no le gustaba nada y hundió mi carrera literaria para siempre; pues como decía, ya dejando el diván a un lado, de haber sabido que después de enarbolar yo mi bandera de andalucismo orgulloso iba a pasar lo que pasó, lo hubiera dejado para otro momento cósmico.
Desde el día 2 no he podido cerrar la mandíbula, abierta de par en par, y como según me dicen los analistas esto es sólo el principio, puesto que cuando tengamos elecciones generales será el mismo  Hitler quien tome el poder, en efecto como ahora lo ostenta Trump I el cabrón de cabrones, tomo la sabia decisión de declarar inoperativa a la especie humana a partir de ahora, sin que esto signifique una rendición en toda regla tampoco, a ver, seamos como siempre he sido yo, fantasiosa e ilusa.
Que por mi trabajo esté ya casi doctorándome en misantropía no quiere decir que mi corazón haya dejado de llorar por los que a diario se ahogan en el estrecho, con lo cual atrapada entre el bien y el mal sé que seguiré eligiendo lo que interpreto como luz.
Que las cosas sean difíciles de gestionar y que el miedo sea nuestra emoción básica (los adultos somos niños que ganan dinero *) no quiere decir en absoluto que tengamos que renunciar a la belleza y a la alegría de estar vivos.
Ahora bien, me retiro a pensar y si me lo permiten mis propias medusas  que no musas, porque tengo en el coco muchos malos vientos que me nublan la vista y me hacen danzar sin cerebro como hacen esos animalitos fascinantes, volveré a escribir en el año nuevo, he hecho promesa a la santa Virgen de los Desangelados de sentar mi culo esférico una hora cada día  frente a  este pc que se muere y parpadea igual que en los viejos tiempos que conocí a todos los lectores de este blog, que eran algunos y muy queridos allá por el 2009 y en los años sucesivos, gentes que todavía vibran en mi corazón , algunos muertos otros vivos pero ausentes (creo que la mayoría por suerte siguen en el planeta ), otros pocos formando parte de mi vida física y real (Sue, Virgi) y algunos más que se intuyen como siluetas de azúcar que se dibujan en el cristal de una confitería a la que ya nadie va a comprar dulces.
No importa, el blog se murió como se muere la libertad en Andalucía , como la dignidad es derrotada a cada paso en esta sociedad de mongolitos, en el sentido que todos sabéis y no para ofender a los dulces seres llamados síndrome de Down, el blog se murió y por no tener no tenía ni tía Vinagre que lo despidiera de esta vida miserable, pero fijaos lo que os digo, oh hermanos; hoy al cruzarme un saludo superficial en Facebook con el gran Julio me ha dicho una cosa, "no podrán con andaluces como tú", y yo que no tengo certificado de origen claro, ni apellido autóctono (bueno uno sí) ni perrito de orgullo de nacimiento que me ladre, por mucho que siga haciendo fotos a la Giralda cuando le da por colgarse a la luna como un pasador de pelo hecho de nácar, yo que no tengo nada de eso  sin embargo me he sentido reconfortada, porque como decía el Oz que se ha muerto hoy también, (no el mago, el otro), me toca trabajar por la paz, cada uno debe hacerlo según lo que tenga, y mira, escribir es una buena forma y lo estoy ignorando, porque como miliciana soy muy cobarde y como humana  indecisa, así que aunque me agoten los días como espadas que me sacan los higaditos y luego no me queda espacio ni fuerza para nada, una promesa es una promesa y lo que se promete se cumple.
Estoy leyendo un librillo de una serie que se llama "Personajes malditos de la historia", y en estos dos capítulos que abarca( lo saqué de la biblioteca de mi barrio en un rastro) se ocupa de Fouquier Tinville y de César Borgia.
Al Borgia no he llegado, pero Fouquier cuenta con el honor de ser un oscuro  personaje miembro del tribunal revolucionario durante la ídem de Francia, que mandó matar lo más grande durante aquellos días negros en que bastaba una delación vecinal para enviar a un paisano a la guillotina (¿Os suena?) y que como él mismo decía, no hacía más que cumplir con su deber.
En toda regla era un buen funcionario, y si estáis pensando que no tenía sentimientos os equivocáis porque el tío tuvo sus debilidades y de hecho salvó a alguna que otra mujer joven y hermosa recién enviudada o a punto de hacerlo, demostró una fidelidad a la causa a prueba de bomba con respecto a los principios de la Revolución y disfrutó de una vida familiar al parecer absolutamente compatible con la matanza diaria e indiscriminada.
Llegó un punto que aquello se fue de madre de tal manera que bastaba un error en el apellido para salvar o condenar a un infeliz, un simple monosílabo era considerado una declaración en el juicio sumarísimo, que por regla general podía durar lo que dura una consulta de médico del sistema sanitario español o quizá menos, y tan surrealista que hasta los propios redactores o impulsores de la Revolución acabaron  procesados, porque al igual que en la escalada comunista, la histeria, la cobardía y el sentido del deber deshacían las entrañas de los implicados en un baile absurdo y atronador.
No he tenido más remedio que recordar a mi amado Casavella ("Lo que sé de los vampiros"), que dejó tan pronto este mundo sin contarnos más historias inteligentes, porque bueno, a veces he pensado quizá ése es y de hecho es un libro definitivo, de los que pueden justificar toda una vida.
Resumiendo, la especie humana es bastante estúpida, y gente como yo, con la misma capacidad de estupidez pero más hilachas en el cerebro o corazón o por ahí dentro, o donde sea, sabemos que las herramientas son otras y que es necesario construir refugios  en las copas de los árboles, los bellos árboles que buscan la luz y que después de todo, sólo sobreviven pero qué supervivencia tan hermosa.
Podría caer mañana la bomba definitiva pero ellos lo habrán intentado hasta el ultimo día, humildes e inocentes , habrán sido hogares para pájaros, fuente de color y oxígeno, paisaje y vida todo el tiempo que se les concedió.
Eso es lo que quiero hacer de cara al nuevo año, por lo que nuestra señora de los Desangelados se mostrará compasiva con esta humilde anciana ( así llaman a una quincuagenaria en el libro de Fouquier) y le permitirá cada día comerse su trocito de voluntad robada al sueño y al uso impenitente del móvil en la cama.
Puede que a veces consiga escribir bonito, puede que la mayoría no: si no es el blog será en el Word pero una hora cada día, como el ejercicio que me hace falta para saber quién soy.
Hoy descubrí un espacio de librería y café en Sevilla y volví a drogarme con olores y portadas, hay un escritor cuya novela se llama "Los asquerosos" y el rato que esperé cola lo pasé con unas páginas suyas que me atraparon enseguida; no lo compré, no quiero comprar más libros porque no me quedan alforjas para llevarlos, pero quiero seguir leyendo y compartiendo el mundo con toda esa gente deshilachada que piensa y escribe y lee y casi no hace ni ruido.
Pero sí lo hace en realidad; vaya si lo hace y vaya si llena el mundo de otras posibilidades como también los árboles sostienen el cielo aunque nadie lo vea.
Que sean derogadas la desesperanza y la violencia, y que seamos capaces de convertir nuestra estupidez en una forma útil de dolor o sea en arte.
Sin cerebro pero capaces de bailar como las medusas.



Amén.


*"Los amigos de Peter", película, frase.

viernes, 30 de noviembre de 2018

Huelga general

Mi abuelo fue un niño trabajador.
Mi abuela servía en San Lorenzo.
Mi madre canta con público pero sin sueldo.
Mi padre respiró barnices toda su vida.
Mis hermanos y yo trabajamos porque hemos tenido suerte....
Remamos en la dirección que marca el viento a base de responsabilidad y madrugones.
Nadie nos ha regalado nunca nada.
Somos esa Andalucía sin enchufes de la que venimos y que va cambiando su cara poco a poco, de la que se dignifica y se come los chistes con papas aliñás.
No somos feria ni semana santa ni ese absurdo tópico de la siesta y barriga que es la punta del espejo de las caricaturas.
Tengo amigas que trabajan y llegan a la cama con la misma ropa que se pusieron a las seis de la mañana, mujeres que han hecho de todo dentro y fuera de sus casas en jornadas interminables.
Somos esa Andalucía que está acostumbrada a no quejarse y a tirar de un carro de siglos de lucha y servidumbre.
Por esa Andalucía es por la que me levanto y hago huelga y sueño con otros horizontes.
No sé para qué sirve,pero mi corazón me dice que tengo que intentarlo.
Para que el gigante sordo pueda percibir nuestro cansancio, aunque no sea más que un ligero rumor de caracolas.
"Parece que protestan los que no son nadie"- le oí decir esta mañana.
Me despertó la bandera verde y blanca, que quizá nunca pueda llevarse del todo el hambre.
Pero ahí sigue,recortada contra nuestro cielo, que es el de todos.
Le pone nombre a mi esperanza.

lunes, 19 de noviembre de 2018

Copio y pego

A veces tengo ganas, y casi siempre ninguna.
De vivir como una alondra cortando los azules,sin pensar en el mañana que se acorta.
A veces tengo ganas, y no sucede mucho,de subir al Teide caminando,para sentir su corazón ardiente de Dios embravecido, mientras le llevo recuerdos del río de Sevilla, y al mismo tiempo abrazo a todo lo que existe.
Pero sólo las ganas nunca serán los hechos, porque habrán de llegar más lunes y más miércoles, y viernes engañosos, y la casa familiar se irá a la mierda,y volverá la rueda de las obligaciones,y pasarán los días en que se tienen ganas,y será el punto y final una triste diadema.

domingo, 18 de noviembre de 2018

Ya no me gusta pintarme los labios

Me pongo a escribir y no hay manera.
En la tele están poniendo un documental interesantísimo sobre halcones en la ciudad,
En Bombay viven más de 20 millones de personas,
Rumio sobre esa extraña capacidad del ser humano de sentirse parte de un todo, y empiezo a entender hasta la crueldad que nos define como especie.
Creo que como dice Tolle,es posible tener momentos de conciencia en los que uno sabe que siempre ha estado ahí y que siempre estará, por encima del número de carnet de identidad, estado civil o historias personales.
A mí me gusta mucho el café, y me cuesta pensar en que un día ya no será parte de mi  experiencia.
Eso sí.
También tengo ganas de escribir como cuando te pica un mosquito, has dormido lo suficiente y sientes que tienes ganas de contar cosas, cosas como vidas de gente que no quiere molestar, que desea pasar desapercibida, mientras que otros carecen por completo de empatía o dignidad.
En la tele ahora un enorme siluro nos recuerda la evidencia de que las formas de vida escapan a cualquier limitación.
Me hace pensar en los sapos odiosos de los cuentos de Andersen que se casaban con hermosas golondrinas, o no era así, en cualquier caso en este mundo también odiosos adultos manosean la carne inocente con sus sucias zarpas, y si arderán en algún infierno, para la víctima no cambia nada.
Me pongo a escribir, porque estoy soñando con una mujer privada de vista y sobrante de apetencias, y quisiera dejarla escrita como si fuera un beso sobre la sábana santa.
Hay ganas de subir alguna montaña, de paladear algún plato nuevo, de implantarme pestañas, de combatir el efecto de cruzar umbrales para los que nos dieron instrucciones erróneas, de felicitar amigos de Facebook, de escuchar flamenco volviendo a los orígenes, hay ganas de vivir, después de todo.
Llueve y enciendo el pc nuevo,(en mi cabeza resuena el pedante lap top,) y me doy permiso para dar rienda suelta a la imaginación, para cometer errores, para hacer algo que me guste a mi.
Me levanté con ganas, pero con este panorama de domingo de noviembre, con monos de la India en la tele, la lluvia cayendo incesante y un resfriado que avanza lentamente, no sé yo, así no hay manera.
Ah, lo que no he dicho es que ya no me gusta pintarme los labios.


miércoles, 5 de septiembre de 2018

Carta a una dulce niña cansada de esperar

En las estaciones, en los muelles, en los cuartos apenas iluminados de las posguerras, en los pasillos del instituto, en las antesalas de los dentistas, en las entrevistas de trabajo, esperamos, esperamos, esperamos que los dioses nos elijan de entre un montón de posibilidades, amenazadoras y crueles como parecen siempre las cartas de las barajas ajenas.
Que yo sé mucho de esperas porque he pospuesto mi vida desde casi la escuela primaria, entregando mi inocencia a frailes que podían conceder el milagro de aprobar un examen flojo, y luego a pequeñas vírgenes escondidas en cuevas que obraban  la maravilla de traer el amor hasta la orilla, sin olvidar a aquel Cristo polvoriento que vivía en la capilla de un cortijo y al que me aficioné en mis mañanas de viajes por el Aljarafe sevillano, dentro había una atmósfera pesada y amarilla y parecía mentira que allí se pudieran obrar milagros, pero a juzgar por los exvotos y chupetes de plata estaba claro que sí, que es posible, porque donde está la fe está el poder, y de allí, de entre las manos de ese Jesús un tanto ajado salía mucha felicidad humana.
Del huevo de la tendencia a pensar demasiado salí yo, y con pasos torpes fui a hablar con él porque necesitaba amor, en aquellos meses el amor de alguien que no quería amarme, al menos no a mi manera, que eso es una cosa que se nota enseguida, cuando la ropa que te presenta el destino no es de tu talla, eso se sabe, pero joder, esa chaqueta es tan bonita, me hace sentir tan bien, que ojalá pudiera  servirme.
En aquel caso era un pequeño jardín de las delicias, un patio con algo parecido a una fuente que brillaba con el sol, ya no lo recuerdo muy bien, una sensación de hogar  absolutamente efímero pero apasionante, al fin y al cabo qué son los besos sino una especie de hogar, sobre todo cuando una está hasta las raquetas de ser un alma errante.
Pero qué va; a veces la fe no es suficiente, porque la chaqueta aprieta en los codos, se queda ridícula en momentos importantes, se convierte en un trapo patético cuando una espera otra cosa, y me he preguntado muchas veces, durante ese proceso de aceptación, si podría ser cuestión de tiempo, una vez más, así como todo termina encajando en su sombra con el paso de los años, si se trata de sentarse a esperar a ver cómo caen las hojas de los árboles, sin estresarse haciendo preguntas a una misma y a otros hasta que al final la madeja se enreda y vuelve el dolor.
Cuánto mejor no será  eso que enfadarse con la casa pequeña, el novio olvidadizo, la hija pasota, el trabajo granujiento como un papel de estraza que me va lijando las ilusiones en cada amanecer, los huesos de color violeta de la cierta edad (tan incierta por otra parte),la tristeza de Septiembre con sus despeluques emocionales( cuántas veces me has engañado, Septiembre, porque siempre llueve y esa lluvia promete cosas nuevas),la perra desobediente que me deja tirada al borde del barranco y se come una mierda tan ricamente, mientras grito y le tiro piedras y se limita a mirarme para enseguida seguir con su asqueante experiencia.
Yo también esperaba que fuera más inteligente, la perra, y que hubiera querido evitar la coprofagia frente a mis amenazas y mi desesperación; pero esperar cosas que los demás seres vivos no están dotados para dar no es una buena opción.
Puedes estar agotada, tontorrona, deseosa de lluvia y abrazos, clamando por el derecho a saciar todo eso, pero por mucho que los besos sean el  único hogar que tienes ahora mismo, si no tiene que ser, no será.
No hay mala intención, sólo es incapacidad, porque las orquídeas no tienen patas y los pulpos no son aficionados a leer novelas, así que no hacen footing ni frecuentan bibliotecas.
No te enfades con ellos, dulce niña; no pueden evitar ser como son, pero también son bellos, no me digas que un pulpo no es una criatura increíble y las orquídeas no son preciosas.
La buena noticia es ésa, y otra más es que al igual que tú ya no quieres esperar más, en este momento hay alguien que busca entre las flores la más rara, un explorador que está hasta los huevos de ser un alma errante y que desea por encima de todo convertir en hogar el pequeño paraíso de unos besos,  y quizá  ése y sólo ése sea lo bastante bueno para ti, si se lo permites.
Ya sabes que la fe es la fuente de todo poder, y aunque no creas en cuentos de hadas, ya creeré yo por ti, al fin y al cabo también lucho cada día para conservar la fe que a veces parece una sardina en aceite y otras una rosa resplandeciente (las menos, pero ahí está).
Creo en pulpos y en orquídeas, y creo en los soles y en los cielos que me hicieron enamorarme aquella vez no correspondida, cuando bajando del montecillo una soberbia puesta de sol coronó de luz todas las redondeces de las nubes, como él me colmaba a mí o yo me lo inventaba, y llamé por teléfono como si fuera Stevie Wonder rancio , con cualquier excusa para hablar de chorradas cuando en realidad quería contarle tan sólo lo bonito que estaba el cielo aquella tarde al salir de su casa.
Fue uno de esos instantes de ridículo, con mi camisa de amor casi atrapándome la glotis me di cuenta de que nunca sería el edén más que un pasatiempo, que es justo lo que son los juegos hasta que empiezan a doler.
Y luego todo floreció en otros caminos y otras puestas de sol, cuando ya no lo esperaba.
Por eso cuando tengas la tentación de esperar demasiado, lo mejor  es sentarse y ver caer las hojas, que son tan bonitas y se han muerto ya como si tal cosa porque eso es lo que tienen que hacer, llenar el viento con sus besos crujientes y alfombrar las aceras de una muerte que no parece muerte sino renovación y esperanza.



https://youtu.be/Z7pAhNumuvo?list=RDZ7pAhNumuvo

domingo, 2 de septiembre de 2018

La paz

Es domingo y quiero renunciar a todo, se dijo.
Su cuerpo se negaba a adelgazar  después de tantos años de maltrato, que te den por culo, si me das te lo multiplico y si no quieres no me des, imagina que soy como una flor que recibe agua y no quiere secarse, si alguna vez quieres secarla tendrás que reducir la cantidad hasta casi matarla, y entonces según tú lucirá más bonita, dijo el cuerpo.
Y ante tal radicalidad, no pudo más que quedarse callada.
Sí, como las hojas de los libros, que se multiplican si alguien las escribe, si no hay atención nada puede crecer ni prosperar, esto lo sabe hasta el viento del norte, que está perfectamente diseñado.
La pregunta para hoy es si conviene más cerrar los ojos o abrirlos.
Darse cuenta de la realidad que tomamos por buena o ignorar tantos y tan frecuentes gritos de ayuda.
A mi alrededor ruge un mundo desesperado, cada día la emoción nos arrasa, dentro de 50 años la psicología será una ciencia básica para la vida , todo esto si juntas  las frases verás que es verdad. la cuestión es si seguimos siendo humanos o hemos perdido la cualidad de compadecernos, de nosotros y de los demás.
Desde mi lugar de trabajo, que es como ser copiloto del diablo, veo a diario mucha desesperación, y eso que no soy del ámbito sanitario; pero la gente es tan contradictoria, tan surrealista, y ese mismo mundo odioso lo lleva cada uno de nosotros dentro como una caja de Pandora , siendo éste el mayor de los misterios.
A veces te dan ganas de matar, otras de abrazar (la verdad las menos) pero no deja de ser un aprendizaje constante.
Tomas conciencia de que los juicios de valor y las torres de cristal no sirven para nada.
Es domingo y quiero hacer tantas cosas, un par de llamadas, dos lavadoras, medio libro de un escritor de nombre impronunciable (autor de "La belleza es una herida"),limpiar algunos metros de suelo, quitar los vasos del vinagre, trocear pimientos verdes para hacer con pollo y fideos chinos, terminar el vermú aguado y lo más difícil de todo, inaugurar una saga mítica, una familia cuyo reino esté por venir con sus legiones de fans y hojas de bosque, yo sé que a poco estímulo que me de su cosqui bendito se me van a desparramar las palabras como la polución de un dios mono que se aburre solo en el fondo del bosque.
Claro que ni siquiera eso puedo hacer a tiempo completo, porque también me interesan los contornos de ojos low cost (hay tantas you tubers de belleza que he flipado y la verdad que engancha), las mascarillas  de algas y limón de una empresa vegana que tengo que localizar como sea para despigmentarme esta cara de inocente vieja aficionada al sol marino, y los nutrientes del brócoli y la necesidad de renunciar a los lujosos packaging por el bien del planeta.
Y me queda espacio para lamentarme por no haber nacido en Noruega, o en cualquier otro lugar del mundo donde matar toros no sea un deporte nacional o lo que es peor, sinónimo de cultura, porque aunque no vaya conmigo, me duele que eso esté pasando ahí fuera, como me duele que el perro Cooper se pudriera durante tres meses en el suelo de una cocina de una casa donde vivía también una niña (teclear en Google perro Cooper adopción, en caso de morbo), y aunque los barrancos estén llenos de perros y el mar lleno de muertos es indudable que por inútil que eso sea, yo sigo arrastrando su dolor, aunque sea bajo las pequeñas olas benéficas del aire acondicionado.
No me quedan fuerzas para mucho más, y esto me preocupa, porque tendré que atesorar el pequeño tarro de energías para conservar mi  luz, que es como una vela indiferente a las tentaciones del infierno.
Ese infierno del que la mayoría no sabe o no quiere escapar, enganchados a las malas noticias que se transmiten desde los altavoces de la infamia.
La paz, sin embargo, es chiquita y humilde, como una mariquita que se posa en un alféizar.

domingo, 19 de agosto de 2018

Discurso para locas

La mente va rápido, la lógica es lenta, se dijo mientras peinaba sus cabellos frente a un espejo cuyo azogue se asemejaba a un lago de difuntos, si esto significara algo.
Dos habitaciones más allá, su hijo adolescente se entregaba  sin freno al insomnio con el móvil en la mano, intercambiando mensajes con otras almas tristes,qué duro el umbral de esa edad, qué jodido, y ya casi nadie de los adultos lo recuerda. Esa vulnerabilidad y ese látigo constante.
Bueno, yo sí, lo recuerdo porque puede que no haya cambiado tanto, de hecho nunca he perdido la inseguridad ni el miedo, dos parches en las alas que pesan demasiado, dos parches en las alas con las que nunca pude volar.
Ahora uno de los miedos es precisamente ése, que al no haber volado nunca por mis medios, quiera en mi madurez intentarlo bajo un sol demasiado caliente, cuando mis músculos empiezan a derretirse y las ganas son una parodia de los deseos.
Las locas  a veces nos hacemos con el tiempo, porque inicialmente fuimos domesticadas, y de la primera comunión pasamos a la oficina, y de la oficina al hogar y del hogar a la maternidad y luego vuelta a empezar, a buscar en libros y oráculos tanta falta de sentido.
Y luego llega el verano y te arroja a la cara un hijo adolescente con las mismas taras pero diferentes recursos y quieres llorar o gritar o dejarlo todo en manos del destino, salir por esa puerta y no volver, a veces incluso tirar la basura y que te atropelle el camión y que los vecinos digan hay que ver el destino, pero tú,loca, sabrás que no es el destino sino el deseo cumplido de la liberación.
La mente va rápido pero la lógica es lenta y la lógica dice que es verano, que si ocurre eso lo habrás hecho mal del todo, (todavía está por ver el resultado final, date tiempo) pero si ocurre eso lo habrás echado todo a rodar porque habrás dejado atrás una gente rota, quieras que no aún eres necesaria, aunque no desees serlo en absoluto.
Y qué quieres pues, querida loca, la que echa de menos el mar y las esquinas azules de su alma, la que atravesó tempestades con los bolsillos llenos de ansiedad, la que apostó por la vida incluso cuando intuía el engaño que supone toda lucha, la que se trajo plátanos verdes  de la huerta de un buen hombre que dejó de existir el 14 de Agosto de 2018,ya está, se acabó, todo tiene su fin en su momento y es más loco y más tonto pasarse el escaso tiempo conspirando contra uno mismo y los que ama.
He perdido mi capa de héroa pero a cambio tengo una que me hace invisible, pero sólo para el escaparate; a cierta edad tienes que hacer un hatillo con otro tipo de sentimientos, con otras estrategias y recursos, de los cuales el más valioso es el de amarse, por difícil que sea amar un saco de contradicciones que se va despidiendo de su capacidad de producir fragancias, al fin y al cabo los frutos maduros ya no huelen bien, ya no huelen a nada.
La loca , entendida como persona que se resiste a lo que está escrito, tiene que seguir aprendiendo.
Prometí no rendirme y no lo haré, se dice la loca, que no es tal, sino una especie de guerrera planetaria, una guerrera que no quiere aumentar la importancia del mal, sino ningunearlo en favor de la luz y del viento que permite el movimiento de las ramas más altas de los árboles.

lunes, 9 de julio de 2018

Davinia

Hay quien lleva el nombre de una telenovela, porque sus padres se pusieron tontos con algún capítulo apasionante, pero yo no lo hice así, indagué en la mitología para buscar un nombre diferente a todos los que pudiera haber habido jamás en la familia desde que Eva se rompió una costilla y se la dio a Adán en prenda y luego como siempre se tergiversó y se falseó todo.
Busqué en la mitología como ahora busco en mi corazón una razón para redimir mi existencia, para pintarla con colores vivos porque no me resisto a ser mayor, y parada en medio de la escalera me dedico sin embargo a perder el tiempo que me  sopla en los talones.
No era ni siquiera medio mujer cuando entendí, mientras oía hablar a unos familiares de la inminente muerte del marido de una prima, que la vida no era nada, y desde entonces hasta ahora ha pasado mucho tiempo y sin embargo siento que no ha pasado ninguno.
Imagino a una tal Davinia, que vive encaramada en una escalera que nunca subirá al cielo, con el pelo de colores como las ilustraciones de mis primeros libros de poesía, en aquel barrio donde aún vendían enciclopedias a domicilio, y pasaba el camión de la basura y removía toneladas infernales de desperdicios que yo veía desde mi ventana, y pensaba en la destrucción de todo.
La tal Davinia eligió un buen nombre para su rosa favorita, y la colocó a resguardo de los vientos de Febrero y la echó a volar cuando consideró que era justo que viera otros jardines, pero ella se quedó quitando pelusas, oyendo hablar de leyes y de diarreas, en un rincón seguro sin besos ni caricias.
Davinia canturrea a menudo, aunque lo hace muy mal, pero sabe que cuando alguien oye cantar se siente menos solo, y tararea a menudo, esa molestia es llevadera para los demás, piensa, y desde luego consuelo para mi corazón, al que le gusta acunarse solo en las noches de mierda de las semanas y los meses que transcurren como las páginas de un libro que tampoco importa tanto.
En eso lleva razón Davinia, porque yo a mi padre lo oía cantar y mi corazón saltaba como un pajarillo, y sin embargo ese hombre no pinta casi nada en mi vida, de hecho creo que lo estoy llorando mucho antes de que falte porque falta desde hace tiempo ya, en el sentido en el que los padres están en las vidas de los hijos.
Davinia esta noche se ha asomado  a mirar la luna; sabe que en su interior laten los ríos novela, los ríos humillados, los ríos salvajes, los ríos supervivientes, los caudalosos y los regatos, las cascadas y los charcos, y que , aunque ame a algunos y odie a otros, todos están dentro de ella como las páginas de un libro que, la verdad, tampoco importa tanto.

lunes, 11 de junio de 2018

Dentro de cinco horas, esta mujer...

Dentro de cinco horas, las mujeres se levantarán del lecho, será de noche todavía y aunque el día no haya empezado, ellas lo inventarán igual que paren a los hijos, que no son nada más que polvo y hojas sucias y de repente se hacen carne y llanto y vida, como si fuera cualquier cosa.
Dentro de cinco horas, el fin de semana habrá pasado y tomaré conciencia otra vez de que me debo a una rueda de horarios y rutinas, aunque  entre mis párpados se asome a veces la divinidad que el alcohol me concede y la sociedad me niega.
En cinco horas volveré a olvidar que procedo de una especie casi extinta, que doblegó el cuello de los cisnes en favor del terruño cruel donde los hombres cantaban flamenco, esas historias duras de sudor y nostalgias, y las mujeres callaban en la soledad de cocinas y dormitorios.
No puedo sin embargo borrar las memorias pasadas, donde hay un pueblo blanco y un sol cayendo a plomo, y la mancha del pecado que no era tal corría a borbotones por las calles con el escándalo feliz de la gente libertaria.
A esa tribu pertenezco sin avisos ni carnets de identidad, y desde mi cárcel echo de menos cada día ese amanecer amargo por falta de sueño y excesos carnales, en aquel país al que pertenecen los que viven al día casi sin nombre ni apellidos, ni herencia ni patrimonio ni nada de este mundo que merezca el más mínimo respeto ni tenga el más ligero interés, salvo el de hacer de cada día lo que uno siente y no lo que debe.
Que no doblen las campanas, corre y dile al campanero, decía Manuel Vallejo, que era inteligente natural y cantaor ilustre, y me canta desde mediodías que debían tener sol como tienen mis días, un sol que murió y volvió a nacer para nosotros, y volverá a morir para que nazcan otros, y así la rueda eterna como este mar inmenso que envenenamos cada día y se resiste a morir, como nosotros nos resistimos, hechos de vida y no de muerte.
Quizá la solución esté en vivir borrachos, para sentir que no duele la vida ni importa la muerte, si acaso un poco más que tener un padre indigente o una madre loca o un corazón indigno de uno mismo, puesto que uno sabe que venía a vivir de forma muy distinta a como vive.
Pero vivir tampoco es nada, es como estar dormido, es como ser flor o pájaro o cornisa de edificio, es aguantar inviernos y veranos y un día caer como una pluma o un ladrillo, y en el tránsito tener hermandades o aficiones o apegos y desapegos, es como ser un caballo que bufa y mira con esa indiferencia de los animales las tonterías del que manda, porque el que manda es tonto o es malo, o ambas cosas.
Dentro de cinco horas, dejaré de velar mis pesadillas y me levantaré del lecho vestida de gris y de costumbre.

domingo, 3 de junio de 2018

Gracias





Puede que las cosas no sean lo que esperaba, de mí ni del mundo, esa bola azul que se ve en el universo como la cagadita de un dios muy perfecto y caprichoso que se entretuvo haciendo muñecos a su imagen y semejanza, según los charlatanes de la antigüedad (qué son los profetas, sino charlatanes que el paso de los siglos ha convertido en figuras de autoridad?),y los científicos que todo lo explican excepto lo inexplicable.
Y sin embargo,se revela a veces la sabiduría, aunque es una reina que siempre llega tarde.
Empecé esta entrada tres días antes de mi cumpleaños y ahora, pasada ya la fiesta y la pereza, la termino abriéndome paso con el machete de la esperanza.
Hace unos años decidí tomar las riendas de mi vida, y con un cubo y un pincel  dar los brochazos necesarios para elegir al menos el color de lo que ocurre.
Si os fijáis, no se puede dar brochazos con un delgado pincel, considerando esto como una más de mis contradicciones, dado que no estoy dotada para la alegría, pero aun así, lo intenté.
Y el paisaje es, aun en medio de las nubes que me acechan, al menos el que yo he elegido para pasar mis años, y allí entre las montañas habita la paz que me trabajo cada día.
Puede que si yo falto, mi cocina se llene de pájaros inquietos que al igual que ahora, dejan  las cagaditas del perfecto dios por toda la encimera, y ya no estaré para quitarlas con lejía.
Y que es verdad que casi siempre suenan fados en las vidas humanas, y que el ocaso, como he leído que decía Bradbury,nos parece bello porque es efímero, y que en todo está la promesa del adiós.
Tantas de las cosas que vivimos que no fueron más que pasatiempos y que en su momento creímos cargadas de sentido, tantas personas que decían que eran importantes y se lo decían a sí mismas y nosotros lo creímos, o aunque no dijeran nada, lo parecieron, tantas confidencias que contenían la sal de muchas noches que humedecieron la almohada, y todo se perdió como una nube.
Y aun así, aunque sea una exiliada del país de los cisnes, y me queden anchas y estrechas las camisas porque no me gusta ninguna, (aunque al menos sé cuál no me pondría nunca)y con mis prejuicios que me voy quitando como pellejos muertos con mis escasas fuerzas para saltarme los guiones, sigo viajando por la porción de tarta que me ha sido asignada.
De momento mi voz sigue sonando como una lengua muerta en el reino de la juventud, y mi boca cree que puede besar hasta el infinito, y que poner un poco de orden en el caos de la emoción , que es la loca que nos gobierna, nos seguirá trayendo vientos favorables.
Porque es Junio y sigo usando medias.
Porque es azul el mar y blanca la esperanza.
Porque todo ocurre siempre en aquel lugar donde fuimos felices, y cae muerta la nostalgia bajo las flechas de nuestra sonrisa, con 49, con 67 o con tres millones de años, como dicen que tienen las estrellas muertas que aún pueden verse desde nuestras pequeñas ventanas.
Gracias, es la mejor palabra que se puede decir cuando comprendemos que no somos secuoyas, sino hormigas.
Gracias, otro Mayo y otro Junio como un dios que empieza sacudiendo unos hermosos cabellos al vientecillo fresco de estas tardes.

domingo, 6 de mayo de 2018

La búsqueda de la felicidad

Dani era lo que era, sin más adornos, pero a partir de cierta edad comenzó a sentir en su interior algo que bullía como lava, sin que jamás hubiera considerado que en su corazón pudiera dormir ningún volcán.
Dani pasaba los domingos poniendo lavadoras, porque era un padre concienciado, sin que Marisa, su mujer, tuviera que molestarse en levantar la vista de sus tareas al ordenador, verdadero motor del mundo laboral que repercutía en el doméstico con su sueldo más que suficiente para abastecerlos a todos de las necesidades básicas e incuso un poquito más, lo cual no era poco en los tiempos que corren, que es lo que se suele decir.
Pero Dani, como decíamos, por aquello de la edad madura que a todos asusta, empezó a desear cosas que nunca había deseado, como plantar flores o pintar cuadros, y quizá viajar a museos de Europa donde el aliento de gente muerta pudiera llegarle desde miradas inmortalizadas en lienzos que habían resistido el paso de los siglos.
Dani quedaba muy impresionado de considerar por ejemplo que esa gente de los retratos había tenido domingos de tedio y luchas cotidianas alternadas de esa forma en que suele hacer la vida, como una madeja que se desenrolla sin que apenas nos demos cuenta.
Dani deseaba por encima de todo  "darse cuenta" de las cosas, no vivir sin enterarse, y es por eso por lo que empezó esa desgracia íntima del conocimiento, ese instante en el que  los pocos sabios que en el mundo han sido, han despertado y se han dado cuenta de que todo es una mentira como un castillo en el aire al que uno se acerca y desaparece.
Desde abajo parecía que era sólido, con sus puertas de madera lustrada, su puente levadizo recogido, sus torres y almenas e incluso ventanas desde las que se intuyen princesas aburridas y reyes beligerantes, pero al acercarse uno para intentar entrar todo desaparece como una pompa de jabón.
La desgracia empieza siempre con emociones más básicas, como la rutina o el desapego, el rellenar casillas por sistema o el miedo cerval a la pobreza,(bastaba que Dani considerara siquiera una llamada del banco reclamando recibos devueltos, si es que se atrevía a dejar su empleo de administrativo en una fábrica de piensos, para que se pusiera a temblar en el fondo de sí mismo, ya era suficiente que Marisa, arquitecta bien considerada, con mejores estudios y mejor talante que él, tirara del carro de la casa con más garantías que él y sus aportes), pero aun así, Dani no se sentía amado, aunque sabía que ella lo quería.
"Tanto no me querrá cuando me ha convertido en mendigo de afecto", pensaba en momentos malos, cuando quizá desde la mañana hasta la noche no había habido ni un solo acercamiento entre ellos, cada uno flotando en sus islas de trabajo virtual, emails o redes sociales.
Hasta era posible que, por separado, cada uno hablara más con compañeros de trabajo por Whatsapp que sentados en el sofá que como ellos repite funda desde hace más de seis años ,porque ésa era otra, entre Marisa y Dani, aunque no escaseara jamás el respeto y una cierta admiración mutua, tampoco sobraba la alegría ni el deseo.
Muy claro parece que después de años de estar juntos lo de mantener viva la llama no es más que una chorrada bienintencionada, pero sí es cierto que se puede combatir con un poco de ilusión personal, Dani a veces fantaseaba con que ella quisiera comprarse un vestido nuevo para estar guapa, como si no se conocieran del todo, como si aún hubiera cosas que explorar; o el mismo comprarse un traje formal, que jamás había usado , para acudir juntos a un sitio de copas en el que ella, a lo mejor tuviera ganas otra vez de desabrocharle botones.
Qué tonto el viejo Dani con tales fantasías, cuando a cierta edad es mejor no hacer el ridículo, él precisamente era de los que siempre había pensado que no hay nada más patético que un viejo rebelde, como ésos que se vuelven combativos cuando ya necesitan bastón, de repente necesitados de una personalidad en los últimos años de su viaje.
La vejez debe ser comprensión  y bondad, no un eterno canto contra la injusticia de la muerte, es como si un oficinista que siempre ha sido cordero de repente se enfunda camisetas del Che y se empeña en arrojar botes de humo o quemar contenedores, lo más probable es que sólo sirva para la foto de Reuters, imagen sin sustancia, sin contenido, engaño moderno, porque una foto no arrastra una vida entera ni la explica en absoluto, y además es bastante probable que con el temblor de las manos viejas se caigan las cerillas y acabe quemando lo que no quiere y provocando un desastre absurdo.
Dani pensaba en su abuela, que en sus últimos meses se compró una botella de anís cuando había sido abstemia toda su vida, y dos lágrimas calientes le cayeron por las mejillas en un domingo de mayo demasiado cálido para su gusto.
A su lado, Marisa contestaba correos electrónicos;( los niños, ya semiadultos, estaban ausentes entretenidos en sus propios retales de vida).
La lavadora pitaba una vez más; ésa sí que sabía completar ciclos y terminar programas.
Apesadumbrado, se levantó de la silla sin que Marisa notara su tristeza y fue a sacar la ropa.
Como otro domingo más.
Como siempre.

domingo, 29 de abril de 2018

Recordadme que os escriba

Esta semana empiezo rutinas nuevas, un  cambio muy deseado , madrugones de color de alquitrán como ya tuve otros, pero a cambio oh moneda maravillosa de Vida, tendré fines de semana más normales, quizá más playa, más sol y menos lavadoras, quizá escoger el sentimiento cada mañana en lugar de que el sentimiento me escoja a mí, como decía André Agassi, escoger lo cambia todo, no importa cómo sea tu vida.
Creeré en la llusión de que todo lo que nos pasa es cosa nuestra aunque no decidas realmente ni uno solo de los movimientos que realizas, creeré que los pasos por el jardín no importan , lo que importa es el jardín mismo, y aunque tengamos flores feas hay que mimarlas igual.
Esta tarde una compañera de mindflulness ha encontrado un texto que le regalé y ha dicho palabras reconfortantes para mi corazón, que ayer volvió a agotarse en un rincón depravado de emociones negativas y cansancio, y he pensado qué grande es mi deseo de escribir, qué buenas señales trae la golondrina con sus ojitos negros, qué complicado es el mundo con todos sus males y qué bello también tener que trabajar para vivir, porque de lo contrario sería un mueble humano de los muchos que trato cada día. (trabajar no en el sentido laboral sino espiritual, de tal manera que la depresión de faenar no acabe con la vida forrada de ansiolíticos).
Ahora una página nueva se abre como un abanico, si puedo sujetarme al palo mayor para que el viento no se me lleve como siempre todo irá bien, si puedo no quejarme, si puedo controlar el miedo, si puedo soportar bien el dolor de huesos, todo irá bien, y de mis manos de maga vieja saldrán las guirnaldas de palabras como de momento salen de los libros que leo.(ya sabemos que leer es otra forma de escribir, lo sé yo desde hace muchos años).
El de esta semana es de Salman Rushdie y se llama tal como lo véis aquí, y de momento me gusta porque habla de los yinns que están por todas partes, voladores o reptiles, de las pugnas de la filosofía,de las tribus que van por el mundo olvidadas de sí mismas  y de muchas cosas más, en una secuencia larga que es como a mí me gusta escribir, a espasmos y mezclando muchas cosas, exactamente igual que los recuerdos se nos agolpan en la mente y se ponen a dormir sin permiso sobre el corazón, y a veces hay tantos que empiezan a rebosar.
Seguimos.

viernes, 27 de abril de 2018

Ojalá nunca


Hoy le pido perdón a mi corazón por considerarle loco  e insensato, cuando realmente  creo que somos mucho más que los libros leídos, en un momento dado somos vida, lo que se planta por delante sin aviso alguno y nos exige una respuesta rápida, eso es  lo que nos define más que todos los inviernos al calor del hogar.
Esta tarde, al volver de unos vinos con mi jefa, me pareció que una pareja joven discutía de mala forma y que una chica estaba siendo agredida; sin pensarlo crucé la carretera mientras llamaba al 091 para poner en conocimiento de la policía lo que estaba pasando, pero la chica en cuestión no ha querido saber nada de poner denuncia ni hacer que pasara a mayores.
Me ha sorprendido, adolescencia que habitas en  mí, soltando un discurso a la muchacha de padre y muy señor mío, con frases como "me da igual que sea tu amigo o tu novio, esto no lo debes consentir " y amenazas muy serias de dar los datos al policía que tenía al teléfono y que estaba oyéndolo todo.
El supuesto agresor ha cerrado la puerta del coche de  mala manera casi pillándole la pierna a la chica y ha salido quemando gomas, como suelen hacer los cobardes cunado el ruido atrae testigos.
Luego en frío he pensado, y el mismo policía me lo ha dicho, que por mi propia seguridad tuviera cuidado, no sé si se refería a un posible regreso del tío con el coche , o al simple papel de los justicieros de barrio que ya no se estila, y he zozobrado achacando mi valentía a los vinos que me gobernaban.
Ahora, un rato después, pienso un poco avergonzada, en el libro que estoy leyendo, en el que se desarrolla una escenificación de "La tempestad" tomando como excusa una venganza personal de un director de teatro a quien destruye la maldad y el arribismo, y me he arrepentido de mis reservas.
Puedo ser ridícula metiéndome en momentos vulnerables en conflictos ajenos, sacrificando mi calma para creer que se resuelve algo, pero cómo no hacerlo en esta sociedad donde la manada, ese grupo de violadores sin alma, escapa de rositas después de cometer un acto execrable y a todas luces injusto.
De un país donde se permita o se tolere la violación ya no se puede esperar mucho más,   y puede que yo, esta tarde, al cruzar esa carretera al encuentro de una pelea de jóvenes, buscara precisamente reparar esa falta abominable, rellenar con mi indignación tanta amargura, poner los puntos sobre unas íes que no existían seguramente más que en mi imaginación, pero oye, es que la violencia canta mucho, es asquerosa, llamativa, prepotente, intolerable.
Sólo se calmaría con un pistolón hasta los topes de pólvora y luego,qué, un felpudo ensangrentado en el suelo como los restos de una batalla aparentemente ganada.
Nagore era una estudiante de medicina que ofreció resistencia y pagó con su vida; la mujer a la que la manada redujo a objeto y que el juez ha reducido a una cara que no demuestra dolor, ( qué hijo del escorbuto el elemento, debe ser un consumidor de porno habitual) se quedó alelada y eso es porque disfrutó muchísimo con las penetraciones de tres vías a los que la sometieron.
Juro a los dioses que espero desde mi corazón adolescente no tener que cruzar más carreteras, no atravesarme con la desdicha, no enfrentarme a la ignominia de unos patrones de pensamiento  donde las machadas son travesuras y las mujeradas son provocaciones, espero sinceramente no tener que enfrentarme a ellos, no tener que cargarme a nadie.
Sé que no serviría para nada, el estilo Harry el sucio ya no se lleva,  somos pacifistas, somos leídos, somos garantistas bla bla bla y más bla.
Pero a veces, al igual que el señor Duke de la novela que estoy leyendo, hay que ponerse manos a la obra para poner justicia donde sólo hay corrupción,  aunque sea provocando olas y fragor de tormenta sobre las tablas de un escenario, y en medio de todo el ruido, terminar acorralando a los criminales que viven como si tal cosa, como si el derecho a destruir fuera su exclusivo privilegio sobre el manto de tontos, inocentes y simples a su entera disposición.

jueves, 19 de abril de 2018

Sabrán los pájaros que han de morir?

Reflexión del día en que decido volver a leer y escapar de las garras del móvil, que es ya mi periódico, mi guía, mi compañero de metro , mi ventana al mundo y mi mayor ladrón de energía, y como se me olvida todo lo que hago en un plazo máximo de dos meses he pensado que voy a poner aquí las portadas de los libros que vaya leyendo, sin hacer crítica espesa, tan sólo un par de apuntes o ideas, para que al menos así el blog me sirva para algo, porque de verdad que ya no sé cuáles son mis libros favoritos de tanto como he leído y olvidado, sin haber dejado memoria ni índice alguno de ello.
Realmente la vida es eso, un pasar página incesante que al final siempre te deja en la presente, la única que importa.
Y aun así, necesito fabricarme bitácoras para no perderme del todo, a una edad en que empieza a dejar de importarme la edad, aunque soy consciente de que el mundo en el que vivo sigue rigiéndose por los mismos patrones de siempre.
Pelín empeorados, incluso, ahora que en verdad empieza la presbicia y el capricho de los dioses perversos que se regodean en aquello de marchitar rosas, como si no hubiera otra cosa mejor que hacer que fijarse en eso.

Oh, querido, abandonado blog, se avecinan algunos cambios muy deseados por mí  que como todos los cambios arrastrarán nuevas rutinas, y entre medias de tales cambios qué decido yo, como si necesitara un paragüitas para la tormenta, pues nada más y nada menos que volver a la biblioteca.
Ayer busqué en las estanterías a Casavella, porque necesito volver a leer los vampiros, a ver si me vuelve a dar  en la cabeza con la varita de la lucidez que tanto envidio, pero no estaba.
He de volver, he de volver a buscarlo como dicen que vuelve la burra al trigo, cansada como estoy del Facebook de Zuckerberg, de las fiestas de mi ciudad, de la política rastrera y de una vida demasiado acorde con las fantasías de un escarabajo pelotero que deseara por encima de todo un rincón del mundo donde ganar un sueldecito, languidecer y morir.
No es broma que algunas noches deseo sacar la fusta para azotar mi caballo, que es perezoso y empieza a ser viejo, y no me saca de la llanura sino que más bien me lleva a los mismos páramos de siempre, donde disimulo ante gente con la que no tengo nada en común.
Menos mal que ahí están los libros,  a los que he de volver siempre hasta el fin de mis días.
Ahora que tengo lo que muchos desean, una cierta estabilidad si es que ésta es posible para quien rigen las mareas con sus lunas, podría sin duda plantearme escribir a pequeño, a corto , a medio y a largo plazo, lo que sea, pagándolo en fracciones, recuperando mi vestido de diabla al teclado, esa esencia que me huele a cuerno quemado y a nostalgia, lo que considero mi verdadero Yo, o vamos  a decirlo así, el fantasmita que me posee.
No hay que olvidar que he descubierto que el yo es un timo, y en ésas ando mientras pienso si me matriculo en filosofía o sigo destinando mis escasas energías a lo de siempre, que para eso una es una tía responsable y trabajadora, en el fondo, junto al pliegue derecho del corazón que empieza a sonar a lata con una moneda sólo.
La sacudo y leo, leo y la sacudo, y me tiento a probar cosas nuevas que desde luego no serán los bichos secos del Carrefour, y me despierto de madrugada y pienso en mis abuelos y es como si estuviera en ellos todavía, el otro día me planteé lo injusto que es que seamos perecederos, coño, uno tiene su vidita con sus cosas y gentes, las costumbres, las manías y los pequeños placeres pero es como un préstamo y eso lo sabemos en todo momento desde que vemos el primer muerto de nuestra vida, vaya dolor, así que somos finitos, pues claro, eso lo sabe todo el mundo, pero realmente no, no lo sabemos, porque de noche te despiertas y piensas en ello y no es en verdad un pensamiento sino una sensación de extrañeza.
Alguna vez lo hemos hablado mi hermano y yo, nos hemos preguntado si los pájaros sabrán que mueren, que no durarán siempre, desde luego quizá no se desvelen por eso, no se hagan preguntas, bastante tienen con sobrevivir cada día y ver el sol que les ha sido asignado, nos referimos claro está a ese miedo en calma, no cuando ya un gato te está atrapando entre sus fauces que en los humanos es como si  en el avión la cabina se despresuriza y el aire te quiere arrojar a la muerte a través de una ventanilla (esto ha pasado esta semana en el mundo de los vivos, y la gente lloraba y se puso a enviar su último mensaje),no, nos referimos a estar tranquilos en el nido y que el pajarillo piense joder qué a gusto estoy , y pensar que me tengo que morir, qué putada, como ya murieron mis abuelos, que eran tan alegres y cantaban canciones y tenían dudas como yo y se desvelaban en medio del campo de batalla sin saber a qué venía eso.
Seguramente la respuesta es no, porque los pájaros ni siquiera necesitan el consuelo de los libros.


Leyendo esta semana ...

domingo, 25 de marzo de 2018

Panegírico

Vivió una vida buena, aunque se quejara.
Porque no fue mapuche ni masai,
ni kurda ni roghiya ni perra maltratada,
porque tuvo hermanos y habitaciones propias
y un padre carpintero al que ignoraba
aunque él también la ignoraba a ella.
(Pero no fue culpa de ninguno
esas cosas suelen ser muy anteriores).
Vivió una vida buena
porque tuvo siempre a mano buenos libros
y un colegio de curas castellanos
con los que se hizo una andaluza triste
y una madre leona y un corazón dispuesto
y nunca pasó hambre.
Lo que desea ahora en momentos muy turbios
es volver a un planeta donde el hambre no exista.
Los deseos se vuelven simples con los años que pasan,
en favor de la paz y la justicia.

Feliz semana

Semana santa, tiempo de reflexión.
En algún lugar al que desde aquí no se puede llegar hay una paz incalculable.
Jesús de Nazaret es parte de mi corazón pero detesto el santurronerío.
Quiero ser inglesa cuando veo el concierto para George, que  lo he regalado a my love en su último cumple, y quiero ser hawaiana cuando veo un documental sobre playas.
Quiero lucir un domingo de Ramos con la alegría de las calles de mi barrio original y quiero replegarme el viernes santo triste por la muerte de toda esperanza, para renacer después cuando nadie lo esperaba.
Soy un puñado pequeño de arena del desierto y me pregunto por qué es tan difícil que las cosas salgan bien desde el momento en que se juntan tres o cuatro humanos en un rincón.
Soy un poco de todo lo vivido y olido y besado y un mucho de incertidumbre y pasmo.
Soy un poco de todo y un mucho de ná.
Y mientras tanto,cada semana santa me dedico a observar cómo fermenta mi ansia espiritual.
El ruido exterior no me hace falta ni daño.
Con un poco de suerte llegaré a comprender y abandonar el juicio rápido de todo lo que existe.
Afrontar mis contradicciones con los huevos cósmicos que se me dieron al nacer como una bolsa de canicas repetidas para arrojar sobre los párpados de los enemigos de la libertad.
( Carta a los corintios o a los burdeos, Sevilla mestiza, año 18).

domingo, 11 de marzo de 2018

Desde el sillón

Hoy me levanto con dolor de huesos, oyendo un texto audiodescrito de Deepak  Chopra, y pienso en cosas nuevas, lo cual ya es mucho porque llevo toda la semana haciendo las tareas de burro de noria que se me pueden presuponer. En el cómputo de los días tacharemos uno solo en el que conseguí ponerle fantasía y buen humor a la realidad (trabajar las horas pertinentes con música de sevillanas a todo trapo mientras intentas explicar productos y servicios se ha catalogado ya como tortura, apropiada incluso para ser aplicada en sitios como Guantánamo), otro día en el que me preocupé porque vi enferma a una señora que suele ser una pelmaza (no tenía fuerzas ni para sacar la factura del bolso y tuve que dejarle paso al de atrás mientras ella buscaba ,lo más mosqueante suele ser siempre que no ocurra lo que esperas, en este caso es mosqueante el silencio de alguien que por regla general suele ser parlanchín a tope),oh el silencio, la antesala de la muerte, y quizá podría añadir este día en el que me levanto pensando en cómo el calcio viaja por los huesos (si algún improbable lector está necesitado de divagar como servidora , puede asomarse a las teorías de Chopra, en You Tube hay un montón) y realmente muerta en vida, en mi vida, en el reflejo que creé para mí.
Hay una cosa en la que creo totalmente, y es en el SER.
Ninguno de nosotros puede negar que se ha sentido siempre el mismo, la misma, a un nivel interior y profundo, sea niño o adolescente o viejo en potencia, aunque el espejo nos hable de arrugas y la espalda de chepas y las piernas de varices, aunque la sociedad te empuje a ponerte en la palestra y colgarte una etiqueta según los años que tengas, en el fondo una persona no se siente distinta , por mucho que el cuerpo cambie para bien o para mal,  si uno se mira al espejo y es capaz de dirigirse al que habita ahí dentro sabrá que no le afectan las diferentes capas porque siempre está el mismo, la misma, la que sostiene la vela mientras dure.
Recuerdo a mi abuela en el geriátrico de Heliópolis, hablándome de las viejas que allí estaban, como si ella no tuviera ochenta años, y la entiendo perfectamente.
Entonces sé que el ser que somos es algo en lo que se puede confiar, no es inmutable porque es como la luna que rige las mareas, está sujeto a los vientos y a los cambios de estación , pero está ahí sin que sepamos por qué, la identidad es ésta de ahora pero podría ser cualquier otra porque se funde con el todo, es así desde antes de nuestro nacimiento.
Cae la lluvia con ganas otra vez, con muchas más ganas de las que yo tengo de vivir mi vida, quedándome como me quedo a un nivel superficial de horarios, obligaciones y tareas, pero la diferencia es que hoy, desde el sillón, decido no olvidar a mi ser.
Puede ser que al igual que a trancas y barrancas he completado una inicial formación en mindfulness siga por ese camino para darle de beber al espíritu, que se muere cada lunes por la mañana o dando el concierto de las estupideces semanales, o puede ser que me apunte  a un curso de narrativa para hacer encaje de bolillos con las palabras como otras mujeres hacen labores, porque ésa es la mía y no tengo otra, o puede ser que me quede aquí el resto del día mirando caer la lluvia, que hace temblar las hojas verdes de las macetas.
Cambiaré una vez más, escribiré, me seré fiel, pero no renunciaré al mundo porque soy tan odiosamente humana que me resbalo en el barro una y otra vez hasta el punto de cabrearme por cosas del trabajo, participar en debates sobre feminismo en muros de Facebook (esto sí que es tonto, cuando quieres alumbrar a otros callos con tu propio callo iluminado, pero es que se me llevan los diablos con la incomprensión incluso después de una manifestación como la del 8M, que siga habiendo tantas piedras contra el tejado propio , tantos lugares comunes y a mi juicio de retrasito mental y humano), pero en cada caída me levantaré, me quitaré la mierda como pueda y seguiré buscando la luz en mi camino.
Hay tanta gente que no ve, que yo que intuyo que veo (seguramente tampoco veo un pimiento) tomaré esa oportunidad con las manos y el corazón, aunque sea para transformar mi mundo, la manera en la que percibo las ofensas, para darle la vuelta a lo que soy y tratar de ser un poco más feliz.
Escribir, amar, soportar, resistir, enfadarme cuando el viento se me lleve, caer en esta molicie y abandono, dormir, resistir, rehacerme, dejar ser lo que los otros son aunque me haya cagado en sus mulas con el pensamiento( porque me puede el carácter), claro,pero aun así  ser una buena versión de mí mientras dure esta vida.
Todo es posible y maravilloso...aunque de momento, hay que decirlo, estoy escribiendo desde el sillón.
Y los sillones suelen ser fallidos puntos de partida.

viernes, 9 de marzo de 2018

No llego

No llego y nunca voy a llegar.
A vivir sin quejarme, a escribir un verso cada día, a acostumbrarme a los cambios que son constelaciones de dolores, a estrenar vestidos nuevos con estrellas como la capa de Merlín, a aceptar lo que veo y oigo cada día.
No llego y nunca voy a llegar, a darme cuenta de que incluso cuando lleguen los grandes momentos de la vida , cuando los padres son viejos y el viento se lleva tus recuerdos  de familia, incluso en esos momentos seremos demasiado jóvenes, aprendices todavía.
Cómo se ríe por dentro el joven, la joven, cuando ve a sus parientes cuarentones, cincuentones y más tones lidiar todavía con cuitas que le parecen grotescas y se dice a sí mismo, a sí misma, qué pueriles estos viejos, qué poco han avanzado, pero llega un día en que la joven, el joven, se abre el pelo y descubre demasiadas canas y resulta que él, ella, tampoco avanzó tanto porque sigue sufriendo en el trabajo, discutiendo con su madre y esperando peras de los olmos de los días.
Y cae la lluvia como si nada sobre el patio, porque realmente nada ocurre.

domingo, 25 de febrero de 2018

Forges (jueves 22 de febrero)

Cuando digo que hay rachas que no traen cosas buenas en los vientos mundanos, también me refiero a la marcha de ciertas personas que a mi juicio enriquecen el patio con su humor e inteligencia, algunos tan habituales que ya son de la familia, y si se mueren lo consideras una traición.
Es lo que me ha pasado con Forges, que está en todas las esquinas de mi vida, lo he sonreído en cada casa en la que he vivido, en muchos cafés de la mañana, en hilos de Facebook, como reacción a las tragedias y a la burla política con unas maneras suaves que se están perdiendo, en la época del insulto y la descalificación gratuita.
Valoro tanto la forma de estar en el mundo de quien no necesita gritar para hacerse oír, de quien tiene la habilidad de retratar con unos pocos trazos un problema gordo y sacar una sonrisa a quien sepa entender, porque todos no saben , pero en esa complicidad de una viñeta gráfica uno sabe que no está solo, y a veces es más certero y significativo que leerse un libro entero.
He tenido algunos novios en mi vida, y todos leían a Forges y lo tenían en sus repisas, sus colecciones, sus objetos de marketing con los Blasillos , las viejas de negro, los pelillos que sobresalen de la calva, las narizotas, la estupefacción ante el expolio y el abuso, la carcajada ante el aburrimiento marital, los perrillos de mirada lista, los soles en el horizonte.
Curiosamente siempre ha estado ahí, supongo que al igual que en las casas de muchísimos españoles.
Mi querido Forges, me da igual caer en pecado de mitomanía, cómo siento tu pérdida desde el fondo del corazón, porque junto con los músicos y algunos poetas sencillos, es esa gente la que hacen que el mundo valga la pena en el paréntesis de una vida que según la estadística, pasaremos masacrados entre  noticias de mierda y ataques de todo tipo, entre bancos mundiales y mentiras de toda índole.
Permite que rubrique con tu firma esta entradilla, porque me niego a creer que no vayas a dibujar más días y mañanas, que no vaya a ver más interpretaciones tuyas de la sucia realidad.
Y descansa en paz, querido, querido Forges.



Una racha fría (miércoles)

Tengo una racha fría, como un puñal de miedo que atraviesa las noches,
una ciudad entera de gente que se muere, pero que alguna vez ha sido,
un cante antiguo sobre un campo donde la pobreza es el estado natural del ser humano
en la baja Andalucía que todo el mundo conoce como cuna de poetas y de pícaros.
Tengo esta racha helada como la luna de aquella noche en que en el piso de Ricardo
leí el triste cuento del niño muerto al que se llevó la fiebre
y su madre medio loca iba a hablarle cada noche hasta la tumba
que era ya una cama de piedra para siempre.y era la luna entre jirones de nubes la única que allí estaba.
Tengo esa racha tonta de cuando vuelve el pasado, aunque ahora lo controle porque es sólo un pensamiento,
y el pensamiento nos lleva como  una alfombra mágica hasta lo bueno o lo malo,
y aterrizo por las bravas sobre lo malo que es la ausencia o por las buenas sobre lo bueno que es el recuerdo.
En el mes de los suicidas y de las flores ocultas, tengo esa racha boba de las elefantas viejas, que a punto de ser sabias olisquean el aire impreciso por el que vienen los cazadores, llenos de hiel y de odio para acabar con lo bello.
Tengo esa racha que muchos combaten con pastillas , que saben a café pero contienen muerte, en países propios donde las bombas acaban con los niños, las mujeres se mesan los cabellos y los hombres ya son materia inerte, comida para los tiburones del mapa geopolítico.
Debo decir encogida como soy, que vi muy cerca en Sevilla, saliendo casi hacia el río, a un hombre con sus perros, con su montaña de mantas y un carrito de mercado, esa casa de caracol que se fabrican ante la vista de todos,  y arriba del todo, como la guinda de una tarta, a un chucho medio dormido, y el hombre sentado en un banco le leía un cuento infantil como si fuera un niño.
No era ésa la racha de llorar, porque de haberlo sido, hubiera llorado como ahora en que a menudo se me humedecen los ojos menopáusicos, en el metro hacia mi cárcel o en las esquinas del miedo cotidiano, cuando contabilizo los amigos perdidos y las batallas ganadas y las costuras que la lanza maldita del mundo me provoca en la carne, con  tanta violencia germinando en los corazones y tanto gilipollas con poder manejando el cotarro.
Si la caridad y la compasión son virtudes humanas, habrá que buscarlas en otro sitio, porque no producen titulares y parece que no están.
Pero yo sé que existen, quizá dentro de tanta mala racha que pasa la gente buena.
En la tristeza de los suicidas y en las flores que permanecen ocultas, en la bondad que me debo a mí misma y tú que me lees, a ti mismo, en la sagrada necesidad de tu nacimiento, en el mar que calla y ruge al mismo tiempo, en la mirada de los perros que aguantan tanta necedad humana, en los brazos abiertos cuando alguien  cae y en las velas encendidas que chisporrotean en calles e iglesias.
En la primavera que vendrá y nos llevará a todos a un estado alterado de conciencia, como si fuera la misma Libertad la que gobierna los países y las almas.

jueves, 22 de febrero de 2018

Casa Melancolía (Martes)

Llamé a casa Melancolía después de una sesión de mindfulness, una corriente de conocimiento muy de moda en la que aprendemos a parar el pensamiento y si eso no se puede, (que no se puede), al menos parar la vida haciendo trampas, como si un caballo de carrusel aprende dónde está el interruptor que lo detiene todo, aunque no pueda borrar el destino maldito de girar y girar hasta el fin.
Si podemos parar el carrusel, el caballo triste podrá al menos admirar el paisaje, y sentirse algo menos triste, hasta que un día acepte que las cosas son como son y que a pesar de todo tiene un pelaje hermoso, alegres colores y una vida que pasará como todo pasa, y en el transcurso de las vueltas y vueltas quizá poder llegar a sentirse un caballo de verdad.
Entonces el soporte giratorio podrá tener visos de prado verde, las crines pintadas parecerán moverse con el viento, la música enlatada adquirirá un cierto eco de relincho salvaje, auténticos Mustang trotando libres, aunque al abrir los ojos nada haya cambiado y sin embargo habrá cambiado todo.
Por probar, al bajar del carrusel llamé como siempre a casa Melancolía.
Quería sentir la congoja de todo lo perdido, la nostalgia de las cosas que ya no son, el miedo incluso por lo que un día no será.
A veces nos gusta perder la paz abriendo los ojos en la oscuridad para escuchar a nuestros muertos, que eran vivos como nosotros, recordar las conversaciones, las esperanzas, los afanes, volver a estar en las habitaciones que desintegró el tiempo, y sentir esa puñalada de dolor como forma de estar vivo.
Echando de menos mis visitas al pasado, llamé en la tarde del martes a la casa Melancolía.
Pero sabéis qué??
El timbre se había roto.

Tempus fugit (Lunes)




Cuando se dio la vuelta, vio que Mayo había terminado.
Con las primeras luces del alba del primer día de Abril había decidido escribir cada día en un pañuelo el verso favorito de Víctor, que se había ido al otro barrio sin avisar dejándola sumida en una estupefacción un tanto verde, difícil de asimilar, como si se hubiera quebrado una rama preciosa que creyó indestructible.
Era sólo un amigo, el amigo que veía en el bar muchas tardes, un compañero con el que criticar a otros, un rayo de bondad sincera bajo una capa de sarcasmo, un montón de adjetivos como cuentas de colores, y de repente enfermó y murió, como siempre ocurre en la vida, sin remedio y sin previo aviso, y lamentó mucho no haberle dicho ciertas cosas de ésas que nunca se dicen.
Natalia y Víctor, Víctor y Natalia, se habían pasado la vida en el refugio de sus ideas, protegidos de las locuras del mundo por los libros y las cervezas y los cafés de media tarde, lejos de la violencia de los primates pero también lejos de la pasión, y resulta que ella aquel día de Abril la echó de menos, echó de menos la rama que acababa de quebrarse, echó de menos haber sido más desordenada, echó de menos ser un primate porque en ese caso no habría tenido nada que lamentar.
Para paliar ese dolor decidió lo de los pañuelos, cuando estuvieran escritos todos los echaría a volar desde el faro del Rompido, donde algún que otro fin de semana habían estado juntos paseando por la arena desnuda de una playa sin agua, allí era todo de color caramelo, recordaba, aunque él hablara de su ex más reciente y ella de su marido hierático que volvía a estar de viaje y se abrigaran los dos con las vestiduras de una falsa amistad, porque quizá era amor maquillado, qué más daba si las conversaciones duraron años y los abrazos también, y las palabras.
En ese sentido tener un amigo es como quedarse en la adolescencia para siempre, y eso es lo que Natalia había perdido; se prometió por lo tanto el homenaje, y empezó escribiendo versos sueltos y luego trozos de poemas, pero le entró una notificación de Facebook y el pañuelo se le cayó de las manos, sólo es un momento, pensó, enseguida vuelvo.
Luego reclamó su atención una foto de una amiga en Instagram y se puso a navegar por mundos de gente muy diferente a ella pero con mucho arte, y volvió a Facebook donde estaban disponibles los últimos poemas de otro amigo, tres artículos sobre el enfoque con el que podemos afrontar la vida, las noticias más recientes del panorama político y un par de vídeos virales, uno de ellos de maltrato animal que por supuesto evitó, y cuando se dio cuenta había pasado la mitad del tiempo que creyó necesario para superar la pérdida de Víctor.
A finales de Mayo, la idea de los pañuelos se había quedado colgada de una percha, en forma de pequeñas sábanas blancas  sin ningún mensaje escrito en ellas.
Quién necesita rituales funerarios cuando hay redes sociales.
Sin embargo, al otro lado de la orilla, Víctor esperaba pacientemente los pañuelos que el mismísimo Caronte le había prometido irle entregando, Guadalquivir arriba, Guadalquivir abajo, cada vez que la dulce Natalia arrojara un verso.
Los que mueren pueden oír las promesas susurradas o sollozadas, pueden anotarlas, pueden esperarlas, pueden creerlas, al fin y al cabo los que se van también pueden echar de menos.
Quién ha dicho que no.



domingo, 18 de febrero de 2018

La paciente María Dolores

La paciente María Dolores, de cuarenta y siete años, nacida en la provincia de Santas Cumbres Amorfas, más allá de la línea del meridiano,( justo en la cabaña de sus padres, que podía verse en los atlas hasta 1997, y que luego desapareció con el último de los grandes ciclones que periódicamente barren a los pobres) , ingresó en el hospital licenciado Verdún siendo las catorce horas del día de gracia de santa Agripina, con fuertes dolores de vientre y sin que hubiera habido comilonas previas ni en la casa ni en el vecindario.
Siendo sometida a rápida intervención quirúrgica, se le extraen de la cavidad estomacal dos kilos de pelo humano enrollado graciosamente en una especie de muñeca que podría perfectamente simular extremidades y cabecita, pero que en absoluto era un feto.
Analizado el material extraído, se llega a la conclusión de que durante treinta años la paciente María Dolores, que confiesa ganarse la vida en el puerto y en los arrabales, ha ido acumulando pelo de aquellas operaciones de amor oral en las que el sujeto le despertó algo de amor antes de la mamada.
Era por esto que enseguida la paciente supo identificar, por el color o el tipo de rizo, a los dueños de los manojitos y sorprendió al equipo médico con una lista de nombres hasta completar al menos el número necesario para crear un equipo de fútbol.
Actualmente el muñeco de pelo púbico, ya deshecho y desinfectado, se encuentra expuesto en el museo de Ciencias de Santas Cumbres, como curiosidad para la comunidad científica, quien ganó el pleito contra la asociación de mujeres Libertarias, que desearon para sí el manojo como símbolo del mucho amor mal pagado que las mujeres suelen derrochar a lo largo de la vida.
Finalmente el juez consideró que primaba el interés científico por encima de burdos sentimentalismos simbólicos, y por esto se ganó el pleito por parte de la facultad de Medicina.
En cuanto a María Dolores, después del susto, se retiró de la vida pública gracias al dinerillo que hizo concediendo entrevistas, ya recuperada, en su casita humilde con televisor y fiel gato y no volvió a amar a ningún cenutrio  más hasta su muerte en el cálido verano de 2002, justo en el momento en el que Patricio Azas, uno de los dueños de pelo rescatado, entraba en su jardín con el firme propósito de pedirle matrimonio, después de haberlo reflexionado mucho.
"Anda y que te den por el culo", pareció decir el gato fiel de María Dolores, al verlo entrar en la casa con un ramo de magnolias que debieron haberle costado dos pensiones de manutención de sus hijos y tres cuartos de la paga de julio.
Por lo menos.

Para Ekai (entrada del sábado 17 de febrero de 2018)




Querida cosita adolescente, y disculpa la cursilería, pero desde el viernes he pensado en ti muchas veces, hasta he buscado más culpables de los que proponen los titulares, no es posible que sólo el conflicto de género sea el causante de tu suicidio( como si no fuera bastante, pero al tener adolescentes sensibles en el perímetro me doy cuenta de que no es sólo eso, o que podría no ser sólo eso, ya que la búsqueda, la identidad a esa edad es una sombra huidiza que abarca muchas cosas), he inventado para ti un mundo amable, donde los padres con una sonrisa un tanto bizarra sean capaces de abrazarte y decirte anda ya, quédate aquí que la vida es hermosa aunque ahora no lo veas, un colega que mientras se cala una gorra hasta las orejas sea capaz de arrastrar los corazones jóvenes hacia la vida sin tener que abanderar una secta o un colegio, sólo porque sí, un capitán valiente que fuera capaz de marinear buscando el viento a favor y no en contra, para que la gente como tú vea claro que no hay dramas si uno no quiere, que los lerdos se van a quedar lerdos  y hacen daño a los diferentes (ésa es la historia del mundo),porque se aburren , porque están ciegos, porque no ven, porque tienen un alma pequeña como unos zapatos de menos talla, los pies de la ignorancia y el maltrato son siempre demasiado grandes, la huella miserable suele ser más sonora que la de la bondad, pero no importa Ekai, hay que seguir, porque siempre llega un punto en la vida en la que uno florece y vuelve la vista atrás con una sonrisa amarga, y el ruido gorilero ya no tiene el poder de encoger el corazón, sabes Ekai?  En mi juventud hubo un par de jóvenes suicidas y con ellos he hablado a  menudo a través de las páginas de mi calendario y los he visto ahí, tan bonitos como ya para siempre vas a ser tú, en su columpio de flores eternas sobre prados verdes que ningún zapatazo podrá mancillar, pero también me ha parecido que lamentaban haberse bajado antes, hay tantas dulces venganzas que se han perdido, tantas copas de vino y tantos besos, no hay derecho Ekai,no sé cómo ponerle nombre a esto, es un país que trata de asimilar  que se rompan las casillas, quizá la cosiedad quiera seguir poniendo nombre sólo en dos colores a la gente, quizá sigan mandando los obispos, quizá tu destino era ése, quizá hubo más cosas, quizá en el acantilado triste a donde van a tirarse los adolescentes que simplemente no son aceptados  o que creen que jamás encontrarán su sitio, queridísimo Ekai, pensar que yo también fui tan vulnerable, y luego no cambio ni uno solo de mis días vividos por torpes o miserables que hayan sido, y después de un colegio de curas llegaron besos y amores y paradas de bus y fuentes de agua clara en la provincia de Cádiz, y amaneceres canarios y miles de libros y gente amable, gente a la que no le importa lo que se lleva entre las piernas, gente que es mar azul y a la que le hubiera gustado estar contigo, con un poco más de tiempo y paciencia.
Quizá necesitamos víctimas en este sistema estabulado, pero me niego en redondo a que tengan que ser precisamente los que se están buscando a sí mismos, los que reclaman apoyo en las edades difíciles, los que se quedan solos mientras el resto se queda mirando ciego y sordo y mudo hasta que llega el carro de las lamentaciones, que es una especie de carretón pesado por el que asoman pies y manos de cadáveres como en las putas guerras que el humano no deja de inventar.
Sigo inventando para ti un mundo amable, donde recién salido de la infancia un joven encuentre oídos que lo escuchen y ojos que lo miren con amor y brazos que lo acojan.
Te esperaban tantos besos y tantas copas de vino, Ekai,dulzuras que con quince o dieciséis años ni siquiera sabe uno que existen, y que acaban por llegar, ojalá hubieras podido esperar un poco, quizá otra tarde, una noche más, un ratito sólo para poder beberte la vida.

Despedida

Creo que abrí este blog en el año 2009, y hoy decido que lo cierro,once años después;no deja de ser una friolera, teniendo en cuenta la gent...