domingo, 30 de diciembre de 2018

La libertad

La libertad no suele salir gratis, y quien nuca tuvo que luchar por ella, no sabe lo cara que le salió a toda esa gente que desde el otro lado, con banderas y espejos en los que se rompieron sus vidas, saluda  estos tiempos con un deje de ironía.
Siempre he sabido que de haber sido yo una víctima de las ideas, me hubiera revuelto de ira en mi tumba de escarcha viendo la superficialidad y el egoísmo con que los descendientes trataron sus privilegios hasta no ser más que un decadente grupo humano sin principios ni estirpe.
Sin embargo, lo que para mí es digno de ser preservado y protegido es para otros decadencia y desastre, y como oí ayer en el vigésimo quinto análisis político a pie de calle, entre gente que interpreto como formada y de izquierdas culta en un sentido vital, puesto que vivir determinadas etapas también es una forma de cultura, el límite de lo insoportable es para muchos un simple movimiento migratorio que amenaza lo que creen que es suyo, entendido como qué, los símbolos, las calles, la religión, la economía, el triste puesto de trabajo desde el que te explotan o las cuatro drogas consumistas que para determinadas mentecillas significan la paz y el bienestar.
Tampoco hay mucho más que analizar desde que vi aquel reportaje sobre inmigración en Estados Unidos, en el que uno que había sido inmigrante y que había conseguido montar un bar propio en un sitio de mala muerte estaba totalmente en contra de que otros tuviesen esa oportunidad de escapar de la pobreza que él sí había tenido, aun pagando un precio muy alto.
Como siempre cuando siento frustración o dolor, me refugio en el enfoque del tiempo, que es cultura, y me entero sorprendida que llevamos siglos traduciendo como invasión lo que fue una forma de vida, y de repente me alelo dándome cuenta de que es verdad, no puede ser una invasión algo que dura ocho siglos, es como ponerte gordo y decir que la obesidad invadió tu cuerpo, quizá simplemente te pusiste gordo, y vives como un gordo y disfrutas o sufres la vida como un gordo.( y ahora que los gordos no me miren raro, es sólo una forma de hablar).
En el sur fuimos árabes como otros fueron celtas, y eso nos dio una música y un color de piel y una tendencia a la alegría pero también a la nostalgia barata, y a la pasión y al exageramiento.
Desde ese punto en el que interpretamos las influencias como extranjerizantes( para entender esto mejor , os recomiendo escuchar a Antonio Manuel, escritor y activista andaluz según su Facebook, en cualquiera de sus entrevistas sobre el tema), es muy fácil negar quienes somos y de qué estamos hechos, y pasearnos por el patio de la intolerancia como si nos hubieran puesto en un huevo de dinosaurio de raza blanca y rompiéramos el cascarón ayer por la tarde.
Creo que actualmente, como le oí decir  a un filósofo hace poco, somos una colonia norteamericana y es otra forma de vida, otra invasión podría decirse , y sin embargo no se dice.
Se supone que al tener acceso a la información podríamos haber alcanzado ya un cierto enfoque de las cosas del mundo, después de tantas guerras y tantas mentiras pero qué va, el aborregamiento es hoy más grande que nunca y parece destinado a ser el destino de la especie.
Libertad para Cernuda era estar preso en alguien cuyo nombre no podía oír sin escalofrío, libertad para muchas significa elegir tus propias cargas, libertad es una entelequia, un sueño del que jamás despertaremos, una palabra de libros y de monasterios, de cuartos a donde sólo llega la luz del pensamiento.
Cuanto más vivo menos certezas tengo, salvo que rompemos el guión a cada minuto y como en las historias que nos cuenta la industria de nuestra colonia, expertos como son en retratar libertadores siendo sin embargo esclavistas, sé que a pesar de todo y de todas formas la cosa puede cambiar en cualquier momento.
Como el viento de la tarde puede cambiarte Diciembre por Mayo, y aunque no haya flores de naranjo, tampoco se nota el frío.
Esperar a que vuelva a soplar es una buena opción , y mientras tanto recoger firmas para que Baltasar pueda entrar este años por donde suele, como los futbolistas y los príncipes saudíes, sin destrozarse las palmas con las concertinas, sin que su turbante pierda una sola piedra de esmeralda que como sabéis, son de color verde, como la esperanza.

(Entrada del 30  de Diciembre de 2018, año de la Escarcha y el anís en copa, de la gota y santa Vesícula, bellota feliz por las calles de Sevilla, cuando se vislumbra un cierto empoderamiento del pensamiento propio en habitáculos tan pequeños que no cabría ni el corsé de una avispa).
La foto está hecha en la Alhambra, en Diciembre de 2017.

6 comentarios:

Isabel dijo...

Ole, Reyes, cariño, qué bien lo dices.
Que venga el año todo lo bien que esperas para ti y los tuyos.
Sobre el aborregamiento, no sé si has visto la película Tiempo después de Jose Luis Cuerda, no tiene desperdicio, no queda títere con cabeza, genial.
Mucha alegría.

Genín dijo...

Bueno, mientras tanto,
¡FELIZ AÑO!
Besos y salud

Dol dijo...

Isabel, me gusta mucho Cuerda, voy a buscarla. Gracias y un año estupendo, aparte de muchos besos.

Dol dijo...

Igualmente Genín, un abrazo grande

NáN dijo...

La peli de Cuerda me dejó impactado. Aunque tengo que verla de nuevo porque se escapan mil matices.

Me ha gustado leerte.

Dol dijo...

Nán, un poco tarde pero te deseo un año estupendo. Besos

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