martes, 29 de julio de 2014

Planeta vivo

Orugas que levantan su cabeza y escrutan al visitante, en el jardín de cactus ideado por Manrique.

jueves, 24 de julio de 2014

Lo primero que hice

Lo primero que hice cuando llegué a Lanzarote fue poner los pies sobre la barandilla del balcón.

Un viento raro,desconocido para mí,obligaba al mar a hablar como en sueños.Esa primera noche una cuadrilla de la seguridad del hotel buscaba con linternas a unos intrusos,y si intentabas tomar el fresco te alumbraban con una linterna;el surrealismo se agregó a la confusión de la reserva y la adjudicación errónea de una habitación en planta baja.

Pero yo,asomada al balcón con un camisón verde de mi abuela,transparente como una medusa inflada de donuts o petas zetas,no me cabreé,el viento de una isla milenaria me soplaba en las orejas con la intuición de muchos secretos.

Ahora creo saber que las vidas se superponen como las páginas de un libro,con lo cual el ego no importa tanto,ni las rupturas ni las pérdidas ni los dramas que consideramos importantes;sin darme cuenta he conseguido ahorrar el dolor gratuito de las conversaciones estériles,de aquellos y aquellas que me chupaban el alma como la piel de un limón y me arrojaban desde la cubierta de un barco.

Un barco.

Un barco cargado de turistas mierdosos(como yo,claro) cruzó una mañana de Lanzarote a Fuerteventura,y el cielo gris impidió la puta foto de recuerdo descargando sobre nosotros una lluvia con ínfulas bálticas,demostrando una vez más que el guión no lo firman los humanos, al menos no siempre.Quedó la cubierta vacía y se llenó el bar con los cristales empañados,el infame rumor de las cotorras waseadoras y el olor a pvc húmedo de bolsas y mochilas.

Yo volví a cabrearme con la niña que quería sentarse fuera,donde me parecía que la estela de espuma blanca que provocaba el motor y ese incesante balanceo no eran más que el anuncio de un vuelco inmediato,caída al mar,tragedia de telediario veraniego.

Los chicos de la tripulación con sus polos bordados sobre fondo gris.
Gris el cielo sobre el mar,bajo cuyo manto se mueven tantos peces.

El barco llegó a Corralejo,una cafetería cerca del puerto con sillones de mimbre,un gato reventado buscando refugio,como lo piden los gatos,sin pelotear,mientras el sol iba saliendo,la niña sufría por el gato,conectada como está a todos los animales que ve,tiene un corazón de oro pero yo soy madre y por lo tanto conservadora y mala persona,déjalo donde está,no lo toques,está enfermo.

Enfermo.

Los árboles enferman y se mueren por dentro.

La gente también.

Al día siguiente nos cambiaron a una habitación en la segunda planta con vistas al mar,ocho noches oyendo ese ruido de origen,felicidad y peligro primigenios,todo está bien mientras las olas vayan y vengan,duérmete niña que el viento de la isla no se detiene pero no está loco,no destruye nada,es el verdadero espíritu de la libertad.

Fui feliz los primeros días,sí,como siempre en los sitios de mar.

Dice mi hija que he perdido frescura,que ya no quiero bajar a la playa de noche ni hacer nada raro;
raro es vivir,me gustaría decirle,sigo siendo rara aunque tú no te des cuenta,porque las piedras pueden meterse en mi cabeza y no salir,porque quisiera ser un río de consuelo como un magma,aquél que lo cubrió todo cuando el diablo despertó y se hizo una casa nueva con la isla para que la gente pudiera saber muchos años más tarde cómo debió empezar el mundo.

Pero eso fue después;
ahora sólo recuerdo que lo primero que hice al llegar a Lanzarote fue estirar las piernas en un balcón agitado por el viento,y sentirme dueña de algo muy parecido a mí misma.

Algo así pequeño y libre,como sin importancia.




martes, 15 de julio de 2014

Despedida

Creo que abrí este blog en el año 2009, y hoy decido que lo cierro,once años después;no deja de ser una friolera, teniendo en cuenta la gent...