domingo, 21 de enero de 2018

El cuerpo

Llega un momento en que el cuerpo se cansa de ti, que no es al revés ,no se confundan.
La carcasa sagrada que recibimos como regalo al nacer para contener nuestros pensamientos y emociones, la cuna salvaje en la que recibiremos todos los palos que el mundo nos tiene preparados para curtirnos y hacernos fuertes, la bolsa de golosinas con que intentaremos agasajar a ese mundo y seducirlo para que no nos haga demasiado daño.
Al fin y al cabo, qué quiere un niño o una niña? Ser amado, aceptado, ser lo mejor de todo lo que ha existido, que lo abracen y le hagan sentir que vino para ocupar un corazón al menos y no una casa o un calendario.
Con ese vestido nos echamos a rodar y crecemos y jugamos y aprendemos a llorar y a poner cara de póquer y a sentir también como seres inventados, a veces encontramos que hubo una voluntad de hacernos y a veces no, a veces sabemos con certeza que somos fruto de la casualidad o la costumbre.
Qué raro pensar en el misterio de tantas cosas, y cómo el bien y el mal son tan a menudo pétalos de una misma flor hasta que cumplimos años y empezamos a encaminar esfuerzos o voluntad hacia uno de los lados.
Para muchos vale más un atardecer rosado que muchas noches de farra , o el juego del aire con las hojas secas del patio más interés que tres horas de charla inútil , y así un día acaba por llegar en que el cuerpo se cansa de una y no una del cuerpo , como siempre creímos porque tenemos tendencia a la soberbia.
Como si fuéramos dueños de algo en todito el tiempo que andamos por aquí.

5 comentarios:

Tracy dijo...

¿Y eso? ¿Cómo te lo ha hecho saber? ¡eres la leche!

Genín dijo...

No se tu, pero a veces, muchas, me cabreo un montón con mi cuerpo, siempre que me hace una putada, como pillar la gripe de la que ya estoy saliendo, o cuando me da un pequeño infarto sin importancia, o simplemente cuando pillo unos kilos demás, o...
En fin, la lista seria muy larga... :)

Besos y salud

Ana dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Isabel dijo...

¡Qué bueno, Reyes, y qué cierto!

Abrazos.

añil dijo...


Así es, ni del cuerpo ni de nada!!!

Un beso, coraón

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