sábado, 15 de junio de 2013

Pan de poeta


Se preparó un evento a las nueve de una tarde marrón, más bien color camel,se dispuso un mantel con viandas y unas flores regadas con aire añil de una costa griega que había llegado en un delicado frasco esa misma mañana a través de una empresa de mensajería.

Se desplegó el ego como un manto(también marrón)y los asistentes al acto se sentaron sobre él,dispuestos a aspirar la magistral sabiduría y belleza del alma del poeta,que era como un pan horneado lentamente,un vino dejado caer gota a gota sobre los labios de cada lector,que más que lector,ante la embriaguez de la belleza palabrera,del súbito pensamiento iluminado,puesto ahí generosamente para el goce ajeno,más se creía amante elegido que simple lector.

Pero aquella tarde algo falló; quizá fueron las altas temperaturas,el foco mal colocado,la digestión pesada de algún asistente...o quizá alguna fisura,alguna duda en el aterciopelado forro interior del poeta,una pregunta interior de ésas molestas tipo "pero qué estás haciendo " o " a quién puede importarle".

El caso es que al acabar el recital,el poeta se desintegró.

Simplemente dejó un montoncito de cenizas sobre la silla,unas lasquitas sobre el atril,apenas unos suspiritos de poemas desarticulados como patas de hormiguitas muertas.

La gente se extrañó al principio,pero después se encogió de hombros;los más cultos comentaron que eso era consecuencia de la banalidad de la poesía actual y del exceso de tecnología,que todo lo volvía ligero y consumible.

Otros comentaron que quizá hubiera que dar parte a la policía judicial de aquella desintegración espontánea,recoger firmas,hacer una colecta para financiar una investigación...no sé, hacer algo.

Pero fueron débiles ideas que quedaron en nada.

Antes de las diez de esa misma noche,que se puso azul oscura en la segunda ronda de cervezas,ya estaba el poeta olvidado;las pequeñas flores de azahar reían burlonas desde lo alto de los naranjitos que malcrecían en los alcorques del ayuntamiento,conocedoras ellas de la cosa efímera.


Oh sí,aquellos lectores,antes tan entusiastas, habían ido saliendo del local ordenadamente,sin ruido,quizá alguna señora sentimental enamorada del poeta puede que apretara un libro contra su pecho,puede que no...

la verdad es que no lo recuerdo.

Quien esto escribe también lo ha olvidado todo.




4 comentarios:

Tracy dijo...

¡Pues qué pena!

mariajesusparadela dijo...

Todo se olvida, tanto en lo material como en lo espiritual.
Yo creo que es bueno que las cosas no sean permanentes.
En el plano de la escritura, el autor tiene el deber de progresar porque la gente se cansa de leer siempre lo mismo. Cuando todos olvidan al poeta, tanta culpa tiene el poeta como los que lo olvidan.

Genín dijo...

Esto pase que se te olvidara, pero lo próximo que tenemos entre manos, eso si que no... :))
Besos y salud

Francisco Espada dijo...

El pan de poeta es pan de escasez y de olvido. Triste, pero real como la vida misma.
Besos

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