martes, 11 de octubre de 2016

Fui feliz, Día 1





Fui feliz arrastrándome con él bajo los bancos del colegio, avanzando hacia las guirnaldas de navidad, destrozándolas debajo de las mesas.
Él me dijo que éramos bomberos, (bomberas no había en aquella época, supongo que yo sólo podía ser la novia del bombero)y que juntos estábamos completando una acción.
Yo me sentía parte de algo, la primera aventura romántica de mi vida, creo que fue.
O quizá aquél era el primer activista que conocí , pero aun así me envolvía en cariño y protección, ya era estupendo que contara conmigo para aquel viaje que ni siquiera sé cómo empezó.
Hay una cosa llamada virilidad y otra cosa llamada sensualidad y ambas estaban presentes allí.
Era un colegio chiquito en la esquina de mi casa, seguramente se podía ver la puerta de entrada desde mi ventana, en el corazón del barrio de la Macarena , a donde cada noche llegaba un camión de basuras que daba vueltas a las bolsas como un dragón pestilente.
Fue allí donde las noches de verano sevillanas se rasgaban como trozos de terciopelo estropeado, árido y reseco, quemado por demasiadas horas de calor.
Fue allí donde aprendí a amar los  barreños de plástico con la ropa limpia viajando hacia la azotea y los cordeles que se usan para que la ropa crea que puede volar.
Las camisas soñaban que eran banderas y las sábanas se imaginaban velas de barco, los calcetines  pájaros y los pañuelos, que por aquel entonces aún había pañuelos de tela, alas de paloma blanca.
Todo eso lo aprendí allí.
Y aquella mañana del colegio en que fui cómplice de un acto que reventaba la navidad.
Me lo pasé en grande esparciendo espumillón de colores escondida de miradas molestas, en la clandestinidad  más íntima con aquel guapo explorador.
Qué lástima que luego la profesora nos avergonzara delante de toda la clase; aún recuerdo su mosqueo  y su lapidaria condena en forma de frase que me perforó el corazón.
"Por culpa de estos niños, nos hemos quedado sin Navidad".
No nos llamó gamberros, no nos obligó a comprar más guirnaldas para escarmiento público, no pronunció la palabra "adornos".
Sólo nos bronqueó embravecida y nos acusó de robar la Navidad.
Yo tenía seis años.
A ver qué novia de bombero puede resistir semejante acusación.


9 comentarios:

Genín dijo...

jajajaja Mira que precoz ella, con novio bombero y todo a los seis añitos, y se va con el de "servicio" jajaja
Se te echa de menos amiga... :)
Besos y salud

Isabel dijo...

¡Con que gracia lo relatas! Me gusta esa rebeldía desde pequeñita.
Besos.

Tracy dijo...

Una gilipollas integral la maestra!

Elvira dijo...

¡Qué bien lo cuentas! Besos

el chico de la consuelo dijo...

La navidad es una festividad sobrevalorada.
Habria que condecorar a los ladrones de la navidad.
BSS

Alphonse Zheimer dijo...

La maestra actuó desde la institucionalización, y vosotros desde la niñez; puedo entender las dos posturas y acordar con ellas. Su obligación era defender la disciplina echando mano del argumentario más simple para el resto de la clase, y porqué no, defendiendo el rol que le daba de comer. Vosotros simplemente ejercisteis de niños haciendo una travesura emocionante, y más si cabe, estando aliñada como lo estaba por unos pinitos de pasión sensual. Me enternece la historia y me he deleitado con el paisaje en que enmarca este recuerdo.
Mi madre lavaba ropa a mano de seis personas en una azotea para que el escudero (yo) la fuera tendiendo en unos alambres colocados al efecto; con la cara enrojecida en verano y las manos violetas en Invierno, era tan dura mi madre, que cantaba en aquel trance, o me aleccionaba de los beneficios perfumados de la ropa al sol.
He visto la imagen de sus banderas y palomas meciéndose en el aire, y me digo que no es casual que nuestras remembranzas al respecto, guarden un cierto paralelismo.
Formidable como siempre querida.

Sue dijo...

La imagen del barreño y las cuerdas en las azoteas siempre me ha maravillado. Lo que yo daría por una azotea para tender mis sábanas!
Y qué bonito lo cuentas. A ti las cosas feas del mundo no te hacen escribir peor, ni los trabajos aburridos, ni la miseria política, tú tienes un don y coses lindo.

Gracias por volver!

virgi dijo...

Esa maestra nunca fue niña ni se enamoró de ningún compi. Es lo que tiene la falta de empatía, cosa que a ti te sobra. Besitos, menos mal que escribes!

Micaela Blengini dijo...

Te leo desde Uruguay y fue casi como estar ahí.
Gracias por la aventura :)

Despedida

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