Dejó una nota a su hija diciéndole que estudiara mucho , que se animara con las oposiciones , que más tarde o más temprano se acaba por conseguirlo.
La noche anterior le había cedido su ordenador, y ella no había notado nada raro .
Bajó la persiana del cuarto para que el sol no despertara a su mujer , una mujer con la que había compartido toda una vida, de la que quizá debió separarse en tiempos más luminosos , el tiempo de las decisiones.
Pero Antonio , quizá, ya sólo tenía energía para una decisión , la última.
Bajó en el ascensor, como una mañana más, pero no tenía intención de ir a la oficina .
En su lugar , se introdujo en los jardines de la comunidad , usando su llave de propietario para abrir el cancelín .
Allí , debajo de un arbolito, buscó refugio como un animal que se sabe herido de muerte; aunque no lo estaba ,no tardó ni un minuto en conseguirlo .
Se colocó la pistola (arma reglamentaria) en la boca y apretó el gatillo.
En un segundo, adiós arbolito, adiós ascensor , adiós a todo lo conocido .
Antonio cayó con la frialdad de los suicidas , por su propia mano; a los demás nos queda el estupor , la extrañeza de cómo se puede elegir la muerte sin dudas ni indecisiones.
Todos lo hemos pensado alguna vez, pero se pasa en cuanto uno se para a enumerar detalles, porque la verdad, suicidio en caliente no es lo mismo.
Pero escribir, aparentar normalidad , estar tan convencido de que el abrazo de la muerte es el único que nos hace falta ...yo creo que es un trabajo de años, que culmina con el gesto cuidado de elegir el sitio y el momento, sin postergaciones.
O a lo mejor las hubo, nadie , excepto el suicida, lo sabe.
Antonio dejó escrito que a todos nos llega la hora , y la suya había llegado ya.
Y así mismo se fue , el jueves pasado , a eso de las siete de la mañana , ajusticiado por su propio veredicto, bajo la limpia raya del amanecer que pasa de todos nosotros.
Con todas mis diarreas psicológicas y emocionales, con toda mi falta de esperanza, reconozco la tragedia de esa soledad y compruebo que sería muy raro que pudiera tener esa valentía suprema de ser yo misma la que se adjudicara los santos óleos , el último trago, la última ofensa, la herida final.
Uff.
Muy , muy raro.
(Dedicado a Antonio , que decidió bajar del tren a los 62 años el jueves pasado; descanse en paz ).
domingo, 19 de septiembre de 2010
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Despedida
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12 comentarios:
Tremenda historia, tanto como real y mucho más frecuente de lo que debiera.
Un beso
Querida Reyes,
Se requiere valentía para quedarse y para irse, es cuestión de no juzgar y de afrontar la vida
Besos
Me sumo al homenaje que le haces a Antonio, sin más comentarios. No es necesario.
Besos para ti.
Irse como a cada cual convenga parece ser el último derecho que nos asiste, pero a no ser que se esté enfermo no se entiende esta decisión. Yo he conocido casos y, como tú, creo que es algo que no se decide en el último momento, este paseo no tiene vuelta a casa.
Que descanse al fin ya que lo buscó.
Besos
Como Antonio, muchas personas en este pulso que nos jugamos con la vida dia a dia, decide rendirse y morir, antes de que la vida los mate. Es tremendo, por eso hay que ser felices todo lo que podamos y más, mientras estamos aquí. Y no rendirnos, nunca sabemos cuando será el último momento del que disfrutar. Besos guapa.
Soy incapaz, compa Reyes, de emitir juicios de valor sobre determinaciones tan drásticas e irrevocables como ésa. Sí que estoy seguro de que, a día de hoy, y en mi circunstancia actual, sería incapaz de adoptarla (y, mucho menos aún, de ejecutarla); pero, claro está, no puede uno visitar la mente ajena: a lo sumo, intentar entender cómo funciona y, eso sí, siempre, respetar sus decisiones (en la medida en que no sean lesivas para los demás). Y poco más... Ánimo, un fuerte abrazo y buena semana.
Pobre hombre, a mí también me sobrecoge ese misterio. Creo que lo más honrado que se puede hacer es no juzgar ni opinar si ha hecho lo adecuado o lo inadecuado.
Pobre hombre, me apena que no haya podido acabar de otra forma
Cada uno elige cómo quiere vivir y hasta cuando. Algunos dirán que quizás le debe algún tipo de responsabilidad a su familia, que es la que queda desolada, pero si uno no es feliz tampoco puede hacer feliz a los demás.
Cuando escucho o leo sobre el suicicio siempre viene a mi memoria la película de Sissy Spacek "Buenas noches, madre".
Que Antonio descanse en paz.
Queridos todos:
a los pocos días , su hija ha encontrado un trabajo .
La vida sigue.
Besos a todos y gracias por vuestra compasión .
Impresionante.
¡Y como lo cuentas chiquilla!
Tema triste y complejo este querida Reyes; en el blog de Antígona:
http://lacoleradeaquiles.blogspot.com/
en la penúltima entrada, hay un post que se llama: ¿Hay que vivir?, en el que se analiza el libro de un escritor suicida; ¡... y van...!, Jean Améry: "Levantar la mano sobre uno mismo"
Creo que le interesarán tanto la entrada como el blog y los comentarios que allí hay. La remito a este sitio porque allí hay opiniones encontradas al respecto.
Querida Reyes:
Es un tema complejo este el del suicidio. De todos modos, a los 62 años, la muerta ya te anda buscando. No es lo mismo quitarse la vida a los 28 años, por ejemplo.
En todo caso, y desde mis creencias religiosas y mi concepción del mundo, venir a la tierra, es decir, conseguir un cuerpo para continuar con el proceso de purificación espiritual es muy difícil como para matar el que te han dado.
La mala energía y el pesar que te lleva a quitarte la vida, no se disipa con la muerte, por el contrario. Despiertas en el más allá y compruebas que todos tus problemas siguen ahí, y ya no puedes hacer nada para resolverlos. Y para colmo, te ha salido un nuevo problema, y es que cuando vuelvas a la tierra, cuando nazcas en un nuevo cuerpo, esa energía suicida la tendrás encima atormentándote, y tendrás que luchar contra ella y no es fácil. Salir de la rueda del suicidio es terrible.
Besitos:
Tadeo
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