No ha habido ni una sola vez desde que empecé a amar en la que haya correspondido alguien a mi fantasía.
Detrás de los muros sueño con esa vida provinciana en la que el deseo se desliza a través de enaguas y encajes, perversos antes de dejar al desnudo un afán antiguo como el mundo.
Es en esas calles empedradas, brillantes de sol furioso, donde encuentro mi razón de ser y le pongo nombre a mi cansancio.
De esas vidas antiguas vengo, arrastro un nombre que ha cambiado muchas veces, confundo lo mágico con lo corriente, me asombro ante la fuerza de la vida y la naturalidad con que la gente comete las mayores injusticias,pero más o menos igual que siempre, bajo una sombrilla o en la fresca de un patio donde suena el agua estaré yo pensando en esto o en aquello.
Y sin embargo,cuánto y qué bien he amado.
Yo he sido (y puede que aún lo sea) amada por aquel caballero incomprendido,yo he sentido la triste desazón de las solteras en tiempos donde era más difícil aún ser libre,yo he amado el cuerpo y el carisma de ese hombre,le busqué, le saqué de sus temores,le propicié el encuentro sin que importara tanto nuestro aspecto como ese excitante interés hacia lo mío,(mi olor, mis pensamientos, mis silencios,el gemido tontorrón de cuando alguien te quiere y por fin se consuma,ésa es la mayor felicidad),yo he esperado detrás de una ventana a verle aparecer,he tocado sus manos y he llegado a su alma, y luego he desaparecido como tantas otras en las páginas de los cuadernos viejos.
De todos menos de uno.
Éste que duerme a mi lado,ajeno a mis volcanes de caracolas muertas,mientras cae el sol de mediodía sobre las piedras de la calle y pensamos en cosas diferentes antes de llegar al mismo puerto.
Detrás de los muros sueño con esa vida provinciana en la que el deseo se desliza a través de enaguas y encajes, perversos antes de dejar al desnudo un afán antiguo como el mundo.
Es en esas calles empedradas, brillantes de sol furioso, donde encuentro mi razón de ser y le pongo nombre a mi cansancio.
De esas vidas antiguas vengo, arrastro un nombre que ha cambiado muchas veces, confundo lo mágico con lo corriente, me asombro ante la fuerza de la vida y la naturalidad con que la gente comete las mayores injusticias,pero más o menos igual que siempre, bajo una sombrilla o en la fresca de un patio donde suena el agua estaré yo pensando en esto o en aquello.
Y sin embargo,cuánto y qué bien he amado.
Yo he sido (y puede que aún lo sea) amada por aquel caballero incomprendido,yo he sentido la triste desazón de las solteras en tiempos donde era más difícil aún ser libre,yo he amado el cuerpo y el carisma de ese hombre,le busqué, le saqué de sus temores,le propicié el encuentro sin que importara tanto nuestro aspecto como ese excitante interés hacia lo mío,(mi olor, mis pensamientos, mis silencios,el gemido tontorrón de cuando alguien te quiere y por fin se consuma,ésa es la mayor felicidad),yo he esperado detrás de una ventana a verle aparecer,he tocado sus manos y he llegado a su alma, y luego he desaparecido como tantas otras en las páginas de los cuadernos viejos.
De todos menos de uno.
Éste que duerme a mi lado,ajeno a mis volcanes de caracolas muertas,mientras cae el sol de mediodía sobre las piedras de la calle y pensamos en cosas diferentes antes de llegar al mismo puerto.
4 comentarios:
Siempre me resulta difícil comentar lo que pensaron otros que no conozco... :)
Besos y salud
Los amores secretos nos murmuran bellas palabras que jamas serán oídas por nuestra pareja.
He ahí el quid de la cuestión: llegar al mismo puerto. Con lo difícil que es , te puedes dar con un canto en el pecho. Y encima con humor.
Besitos besitos
(¡qué bien escribes, jodía!)
¡Qué bonito lo dices, hija!!!
Besote.
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