martes, 4 de marzo de 2014

La vida como droga

No está nada mal la vida como droga,dos horas para esto,dos horas para lo otro,seis para dormir,media para desayunar y el resto trabaja y asume hasta que empiecen las palpitaciones que seguramente produce el ginseng que incluyen las vitaminas que te compraste ayer para aguantar precisamente eso,la vida como droga.

A veces,puede ser un sábado por la noche,una puede sentir que la fiesta ha terminado.

Puedes estar sentada en un andén de metro,volver con los zapatos polvorientos y las ideas revueltas,mirarte en los cristales de la estación y estar segura así de repente de que todo es inútil.

No sólo de que nunca adelgazarás,puesto que ni siquiera lo deseas sinceramente,sino de que todo,incluso lo más bonito,acaba pasando como una manada de nubes que se van por el cielo dejando tras de sí apenas un leve recuerdo.

Y entonces qué,entonces nada.

Debe ser que la vida como droga me está pasando factura;

o quizá el recuerdo que no quiero tener de personas que han sido arrastradas por una corriente atroz de autoviolencia y frustración,en especial una cuyo nombre no puedo pensar sin escalofrío que desapareció hace pocos días del panorama de los vivos sin dejar más rastro en mí que aquellas cervezas que me bebí con él un día lejano,su tono de voz suave y su sonrisita cómplice con la persona que tanto lo amó y que ahora se acostumbra a estar sin él.

No diré nada más porque sé que a ella,la que queda,no le gusta,y porque además las cosas que duelen mucho no pueden explicarse ni apetece analizarlas ,es más,yo ni siquiera quiero pensar en esto demasiado,siento que mis costuras son como las de un oso de trapo relleno de harina que podría explotar en cualquier momento,otra mala noticia,otro preguntarse por qué,y pum.

(La cotidianeidad se me antoja la mayor historia de amor,porque sólo al truncar las costumbres se da uno cuenta de lo que perdió,y normalmente se pierde mucho).

Por eso la vida como droga es un buen invento;

cuando llega la noche,estoy tan cansada que no puedo hacerle caso al corazón;

esos pinchacitos que dan fe de la fragilidad y la fugacidad son meros entretenimientos ante la urgencia del sueño;
que Virgi se haya llevado su voz cantarina y su alegre presencia otra vez cerca del mar,después de habernos habitado unos días,se convierte en un gaje del oficio de la amistad,aunque la víspera estuviera yo mustia por ahí dentro,donde me crecen los cardos y el color gris.

Se acabó el vino,el queso,la charla;el trayecto del metro con los ojos nuevos del visitante;vuelvo a estar en mi asiento,mirando por la ventana,con tres pares de ojeras y los auriculares de la reina transportada en caravana a un destino oscuro de siete horas sin fe;
la fecha señalada dejó de serlo porque ya pasó,y me cubren los nuevos días llenos de obligaciones.

Dice Virgi que esto es bueno,que lo de tener que organizarse durante tantos años de trabajo y madrugones la ayudó después a hacer cosas necesarias,y puede que tenga razón.

Quizá yo,al experimentar formar parte de una maquinaria,una especie de barco que no puede detenerse a divagar,esté aprendiendo muy lentamente a evitar todo aquello que podría naufragarme.

Y aunque no lo sepa,cada día más vieja,pero fuerte,como una escultura ajándose bajo el sol de los parques urbanos.

Eso sí,escultura y todo,aún me quedan fuerzas para girar el cuello y observar melancólicamente cómo desaparecen los aviones en el cielo de la tarde,llevándose a los viajeros a bellos destinos cerca del mar.


3 comentarios:

Genín dijo...

Eso no está mal, la vida como droga, me gusta el pensamiento...
Lo malo seria drogarse con porquerías para poder transitar por la vida deseando que se acabe...
Besos y salud

NáN dijo...

Me ha gustado mucho lo que has escrito (es decir, cómo lo has escrito). Avanzas rápido.

En estos momentos, como jubilado, juego a la vida, igual que jugaba cuando era niño. Y me divierto tanto como entonces. Cuando no esperaba nada de un futuro que fuera más allá de cinco minutos.

La muerte no existe,
pero llega.

mariajesusparadela dijo...

Pienso como Genín: lo duro sería la droga como vida.

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