Esos vínculos sagrados

Hace viento frío de ésos del norte y tres días que no hago ningún tipo de ejercicio;las perras duermen desde entonces en la cochera arrebujadas en una manta y yo empiezo a acusar los efectos de los vínculos sagrados que en estas fechas nos aprietan con más fuerza.
Mi fantasía favorita es ésa en la que vivo sola,misteriosa y un poco antipática,y sólo salgo para ir a por libros y magdalenas y café:en mi fantasía llevo un pijama ancho de cuadros y me voy suicidando a golpe de palabras nacidas de mi único y exclusivo torrente, el que me dio el dios Mono cuando me diseñó;el dios Mono ese día hizo galletas sevillanas con su poquito de canela, a mí me dejó enfrente del arco de la Macarena ,(he ahí la primera rima) en la antigua maternidad que allí existió hasta finales de los sesenta;algunas galletas fueron cantantes,a mi me regaló esto de escribir,para lo cual añadió un corazón en llamas y una tendencia a la bobería ,y que me las apañara como pudiera.
Me las he apañado regular,esto lo sabéis todos;pero no me quejaré,tengo mis encantos con los que hago cintas de colores para adornar este blog y sus efectos alcanzan hasta las últimas fronteras de mi país vital.
Uno de los motivos por los que creo en que tenemos alma es precisamente ése ,la capacidad de ser distinto a tu familia sin motivo aparente;puede ser que tu padre se estuviera rascando el miedo en el momento en que te engendró o que tu madre fuera una jovencita abducida demasiado inocente para apreciar en su medida lo que suponía la llegada de otro ser.Sin hablar de todos esos amigos míos que sin lógica genética han roto o están rompiendo lanzas que hieren toda la ideología de su prole,provocando desgarro de vestiduras y mesado de cabellos en el asfixiante grupo familiar.
La pasada Nochebuena,lo confieso,volví a hacerlo;usé la comida para salvarme;en este caso fueron las lonchas de jamón ibérico y las gambitas blancas de Huelva que compró mi padre ;nunca nadie se agarró con más fuerza a una gamba que la menda en Nochebuena,mirando la tele donde unos dibujitos desvaídos daban la murga y los recuerdos de otras Navidades sacaban la lengua entre los jarrones que antes limpiaba mi madre y los orificios de las cortinas del salón que ya parecen de la casa de Eduardo Manos Tijeras;mi hermano merecería ser feliz pero no hace nada para conseguirlo;mi padre se ancló al barco de aquel matrimonio hundido y se quedó en el fondo cubierto de peces muertos;ninguno de los dos da una oportunidad a ninguno ni a la propia vida para embellecer o cambiar esa convivencia donde no son felices;y yo que tengo todas estas palabras (puedo nombrar los hechos y poder nombrar algo es tener la capacidad de arreglarlo )no puedo hacer nada por ellos,es posible que ni siquiera quiera hacerlo;lo único que quiero es salir de allí lo antes posible.
Pero mi hija lo pasa bien; los niños aceptan, se quedan con lo bueno.
No necesitan agarrarse a las gambas o a la cerveza para no ver.
Esta mañana mi madre ,que hace bien muchas cosas, entre ellas la de soportarme,me está dando por culo en nivel diez porque ha perdido las llaves.
No se puede decir que mi respuesta haya sido zen.
Entre la tos de Selene de estos días,la Nochebuena,los excesos,el tiempo que hace que no veo el mar,la grasa acumulada en mi cerebro,el concierto de anoche de la Pantoja(que me gustó,hay que decirlo,excepto los villancicos)y toda esta masa hojaldrina de mis deseos literarios con los que no sé qué coño hacer, sin tiempo ni silencio para centrarme,empiezo a acusar los efectos de no haber sabido en su momento liberarme de estos vínculos sagrados que tanto bien hacen a la afligida humanidad.
A mí me sostienen,por supuesto,pero también me hacen sacar mi peor cara.

(Foto castillo de Utrera y ánima boba).