miércoles, 29 de agosto de 2012
El día que destruí el mundo
El día que decidí destruirlo todo,recuerdo,era un día claro,en el que la línea del horizonte prometía fenómenos dulces;la vida parecía buena;una bandada de pájaros jugaba sobre el azul de un cielo hiriente,y una brisilla fresca ahuyentaba las malas noticias;quizá todo estaba en mis manos,quizá el paraíso me pertenecía;pero yo ya estaba más que harto,las promesas habían llegado tarde como cartas escritas por gente muerta.
Sabía que lo destruiría todo.
Todo.
La inocencia de los pájaros,el sonido líquido de los estómagos,las paradas de autobuses,los calcetines marrones y las diademas de las niñas;eran mis manos las que estaban destinadas a desgajar todos los putos pétalos de las putas flores,las que serían felices al arrancar los botones de las camisas de los predicadores y de los funcionarios;tiraría al estercolero la alegría de las mujeres que gustan de tender la ropa blanca al sol,arrebataría toda luz de sus ojos,esos ojos que nunca habían tenido nada para mí.
Nada volvería a crecer en aquella tierra que me lo había negado todo.
El día que quemé el mundo comencé a andar por cualquier lado,buscando en mi sombra la sombra de la duda;olí las hojas de los naranjos fragantes de rocío y esas cosas que escritas huelen a mierda y en vivo son un placer inexplicable;hollé con mis botas las salidas de los hormigueros y les dije a las hormigas "no hará falta que comáis este invierno,no guardéis nada",porque yo ya sabía que ninguna sobreviviría.
Nada de dudas.
Empecé por la parte de atrás,regando la tierra con gasoil;se diría que aguardaba tranquila como una vieja paciente ante las ofensas y provocaciones,o como una puta entregada al castigo;no dijo nada,no protestó,ni trató de impedirme que lo hiciera.
Las cerillas estaban mojadas de mis lágrimas,unas lágrimas sin sal,que me corrieron sin motivo por la cara formando ríos que a nadie importaban.
Ser un dios es muy jodido,la gente no sabe eso;la gente se va a su casa ,se sienta en un sillón y elucubra,critica,especula y arregla el mundo en cuatro palabras;la gente va acompañada de sus ideas fijas,sus juicios de valor,su familia,sus bufandas,lo ve todo desde un rincón y cree tener solución para todas las cuestiones;luego anochece y se va a dormir con el culo caliente hasta que amanece de nuevo,y llega para ellos un nuevo día para lucharlo, diseccionar,opinar,a eso lo llaman vida.
Pero un dios está solo.
Solo y fastidiado con la negrura de su infelicidad,que no puede contar a nadie.
Por eso a veces es mejor quemarlo todo.
Un fuego que se extienda de atrás hacia delante como el que yo vi.
Vi cómo todo lo conocido se extinguía;los troncos de los árboles se quebraron y aplastaron a las ardillas azules y rojas del bosque que había sido mágico;las hormigas se volvieron locas y trataron de escapar,pero sólo les llegó para retorcerse;la tierra ,ya lo he dicho,no ofreció resistencia,se dejó arrasar como si hubiera estado ahí todo el tiempo para que yo la destruyera.
Nadie me podrá llamar traidor,un dios no da explicaciones ni las encuentra ni puede ser definido.
Además ya se lo había advertido a las hormigas desde bien temprano;
"No hará falta que comáis este invierno,no guardéis nada".
(Foto Google).
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15 comentarios:
Lo que más siento es que las cigarras ya no cantarán más.
Desgarrador, Reyes... Captas muy bien la rabia del creador-destructor, esa mezcla, esa paradoja. Hay cosas que efectivamente sólo la rabia puede explicarlas. Porque en el fondo, alguien que habla con las hormigas no puede ser malo del todo, no?
Niña, que mal lo he pasado mientras leia, me acordaba de Orson Wells y su famoso programa de radio con la invasión de la Tierra por los marcianos, al final,cuando recobré el resuello, lo tuve muy fácil al pensar que dios no existe y eso solo podía ser una pesadilla...
¡Genial el relato, guapa!
Besos y salud
Estoy horrorizada. Deja que las hormigas trabajen, que al gente lleve la vida insulsa que se ha buscado, y que los pájaros hagan sus nidos donde siempre. Deja que las niñas, luzcan sus diademas, y no desgajes ninguna flor ni arranques los botones de als camisas de los predicadores. Ninguno de ellos es un dios, y por eso, han de seguir cometiendo errores.
Quizás el dios que queme el mundo, no esté satisfecho por su hazaña, porque entonces estará verdaderamente:
S O L O !!!
Demoledor relato para una mujer que en vez de quemar, riega...
Y Reyes, en esa línea fina del horizonte, nuestros corazones bañados de mar se unen con el cielo
Un abrazo!
Ya se debe estar produciendo el deshielo de tanta calorina estival, se despierta Reyes del letargo en el que se le echaba de menos y aparece rotunda y en su jugo, espléndida.
Besos
Joder, qué mal rollo.
Desgarrador, como dice Eastriver.
Besos.
Estremecedor relato,
el fuego todo lo regenera.
Un beso
A tu personaje:
Más que un dios lo que eres es un hijo de puta.
A ti Reyes:
Genial relato, te superas. Un beso cielo.
¡Uf, chiquilla, me has ido horrorizando según iba leyendo! Hasta me voy a ir a la cama con cierta agonía...
(pero antes te abrazo bien fuerte)
En fin, que el tipo se decidió a destruir, ¡ya tardaba, ya!
Bastante agustioso.
Besitos
Terible y hermosa pieza, con la insolencia de un dios pequeño y despechado que emborrona lo que a otros place. ¡Excelente Reyita!
La primera vez que paso por aquí, pero me ha encantado, me gustan estos relatos o escritos inquietantes.
Te sigo, y me sigo dando un paseito
¡ESPELUZNANTE!, pero gracias por acercarnos a la visión del destructor,besos preciosa.
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