sábado, 1 de abril de 2017

Consumación (elogio del sexo)



Cuando por fin me pusiste la mano encima, no fue el perfume ni el atractivo físico, ni las expectativas ni las circunstancias.
Fue que durante un tiempo me rehuiste, que estuvimos sentados en conciertos rozándonos los codos, ignorando por completo el hecho de que podíamos acostarnos, que lo considerabas imposible, o inapropiado, fuera de lugar, una falta de respeto a una amistad recién nacida, yo qué sé.
Fue que tuviste  tiempo de fijarte en las cosas que hablábamos, en los colores de mi cara en los bares, en mis expresiones y yo en tus manos, en tu silencio, en tu forma de conducir o interpretar el mundo.
Fue mi desprecio ancestral a esas noches de discoteca en las que constaté que el acercamiento entre sexos puede ser y de hecho es muchas veces higiénicamente premeditado.
Es tan fácil como cuando decides pintar una habitación y compras el cubo y la pintura, eliges el color, no siempre lo encuentras, claro pero seguramente sí, si sabes ajustarte a unos estándares te puede quedar un cuarto bonito, y pintado, que es de lo que se trataba al inicio.
Follar en esas condiciones  es por lo tanto,un acto aséptico y preparado entre adultos que con más o menos suerte obtendrán color para sus paredes.
Por eso me iba tan mal, pensó lady Fusca, de segundo Da y de nombre O.
Ella intelectualizaba la cosa desde jovencita, y desarrolló un pánico atroz a las escenas urbanas de rollo juvenil tanto en el colegio como en los locales a los que accedió a partir de cierta edad.
No se crean que no lo intentó; bailó con soldados y aspiró el aroma del deseo, que puede ser una cosa bastante burda, en el fondo, cuando sin saber por qué tocas a alguien que te toca para echar un baile y de repente quieres saber más de ése , o te lo imaginas cuando esa tarde antes de salir de su casa se probaba la mejor camisa delante del espejo.
Pero lo más habitual era que  cuando algún perfecto desconocido intentaba echar un lazo sobre su cuerpo saliera  disparada con las más locas excusas.
En cierta ocasión un chico al que dio muestras de entrega ,inocente como una lechuga, le llegó a preguntar si el problema era "que tenía mal aliento o algo así".
Lady Fusca, que no había notado ningún síntoma de halitosis , le respondió conmovida que no, que el problema era ella, y aunque suena tópico, era totalmente sincera.
Normalmente no podía soportar el ridículo de la situación.
La gente no se pone a comer con desconocidos, ni comparte el baño en la cara de nadie, ni apoya la cabeza en el hombro del que viaja al lado en el metro o bus.
¿Por qué sin embargo hay sitios donde es natural ofrecer la boca( y más oquedades) a uno que acabas de conocer?
El argumento era tan fácilmente equivalente a la estrechez de las prohibiciones morales y religiosas que lady O no deseaba ser confundida con tales tribus, por eso se esforzaba en liberar instintos.
Aún le faltaron años para comprender que su potencial sexual era simplemente un animal deseoso de alimento.
Hay quien aprecia las plantas y les sabe poner nombres, hay quien estudia a los clásicos y hay quien folla sin más cuando aprecia movimiento, (tal es el caso de algunos hombres que además se definen a sí mismos como insaciables por mandato natural , dominados por imperativo biológico),pero hay personas a las que el derribo les gusta sólo y exclusivamente si antes ha habido atracción , intercambio de palabras y gestos, quizá prohibiciones sociales, impedimentos, momentitos de quiero y no puedo, frustraciones detrás de una ventana o tardes en las que te quedaste pensando casi llegó a pasar pero al final no.
Esto la alimentó muchas veces, sus relaciones siempre empezaron así, y luego florecieron y murieron las que tenían que morir y se quedaron las que tenían que quedar.
De esta manera lady O se enganchó a esas escenas sinuosas en las que sobra la ropa, cuando todas las barreras han caído y ya no hay más excusas, cuando estás bastante segura que esa persona ha pensado en ti bastantes noches , cuando ya no existen dudas de que eres tú quien tiene que estar en esa cama y no otra cualquiera, con otro nombre y otra cara y otra voz.
Es entonces el delirio fascinante, mejor que los jardines del Bosco, mejor que los tragos de absenta, mejor que el inicio de todo en el primer polvo que te trajo al mundo, mejor que la alquimia del conocimiento y la soledad y mejor que el concerto ése del humilde Evaristo Felice que no ha sido tan famoso como otros pero que es tan hermoso.
En lo escondido está la fantasía, la pasión, y aunque esté destinada a morir, qué gran placer, qué alegría infinita.
Fue así cómo lady O descubrió que a través del misterio y el deseo hubiera podido ser una enorme, gigantesca e insaciable folladora de hombres.
Pero todos ellos amados, eso sí.

5 comentarios:

Kristalle dijo...

Fueron muchas cosas por lo visto ¿no?
saludos

Tracy dijo...

Tu protagonista debía haber leído tu elogio del sexo y no hubiera tenido se hubiera hecho tantas pajas mentales.
Besitos.

Genín dijo...

Yo, es que soy mucho de la cofradía de "Que me quiten lo bailao" jajaja
Besos y salud

Alphonse Zheimer dijo...

¡OOOO Lady!,... y yo que que había dudado....
¡Precioso!

Alphonse Zheimer dijo...

Voy a rastrear a Felice, si Ud. lo nombró, algo hay.
¡¡Joder, no puedo con su anonimato!!

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