martes, 8 de mayo de 2012
Concordancias
Soy,dijo la mariquita,que apareció dentro de una bolsa,entre utensilios de pintura bañados en olor a barniz.
"Hay una mariquita aquí dentro"-dijo la niña ayer a la altura de la Motilla;levanté la vista y estábamos justo en la Motilla,sí,que es una urbanización que ya tiene sus años;la mariquita caminaba lentamente por la tapicería rajada del Citroen Xsara,que a su vez exhibe una piel descascarillada como la que yo me quiero poner en la espalda después de un día de playa sobre la arena de Punta Umbría;motillas negras es lo que lucía la mariquita sobre su espalda,como es lo normal en las mariquitas,quiero decir,que luzcan moteadas;este coche tiene en sus rincones cosas de mi padre,un carnet de la peña bética del año 71;miro la foto gastada de mi padre,con una banda blanca que le arranca los ojos y su brillante tupé sobreviviendo;se me hace raro que yo tuviera dos años cuando alguien expidió ese carnet y mi padre no sabía quién era yo,( ésta es la única concordancia que se mantiene todavía,perfecta):estoy usando su coche que ahora es de mi hermano,agrietado aunque potente;este Citroen Xsara y yo tendremos la semana que viene la misma piel despellejada y seguramente el mismo ruido en el motor,cogiendo las cuestas con el orgullo de los descarriados para que todo el mundo se entere;el coche ruge en su agonía y yo escribo,y ambas cosas hacen un ruido así como ronco y exagerado,demasiado ancho para una vida normal,para un motor de más de diez años que hizo largos recorridos.Pasaba por la puerta del bar donde unos excompañeros hacen prácticas,que es lo mismo que decir que los explotan durante cinco horas,y me invadía una ternura dolorosa mientras bajo los soportales de madera imaginaba el cansancio físico de las canas y las sortijas sobre manos adultas que no supieron o no pudieron fabricarse un oficio digno;la madera suda como las palmas de mis manos,bueno,esto es mentira,nunca me sudaron las palmas de las manos,puede que haya otras cosas en mi cuerpo que sí sudan pero no son de madera,así que esto no puede concordar.
La niña elevaba sus brazos ya casi frescos,adolescentes,contra el cielo azul de la tarde y esto sí concordaba con el aire limpio del futuro,aquellas cosas que por bellas siempre son posibles incluso para gente más bien tristona como yo;como la mariquita caminaba por el asfalto gastado yo caminaba por la tapicería de la calle rabiosa,o era al revés,esto también concordaba,tapicería rota-calle agrietada,humanos fisurados ,mis labios que se empiezan a secar,los sueños que empiezo a tener sólo por juntar letras como la calceta que abrigará el sentido de mi vida,la vida pequeña,la vida-mariquita.
LLegamos al cajero,en dos patadas tecleo los números que me pasaportan al núcleo duro de una paternidad responsable,recojo el sombrero y vuelco las monedas, en dos días me lo habré gastado todo;no me quejo,ya no estoy sola,sólo reconozco en voz alta la necesidad de que haya una concordancia entre todas las cosas,entre pasado y futuro,entre presente y pasado,entre ilusión y reacción,entre inversión y beneficio.
No me educaron para entender que el encanto de la vida es precisamente que nunca hay nada lo bastante claro,que quizá bastaría con mirar a los ojos de la gente,contradiciendo aquella canción que nos prevenía del lado oscuro por ser propiamente oscuros y cutres los años ochenta,quizá basta con que saques tu varita mágica y hagas brillar los ojos de la otra persona durante una entrevista de trabajo;(pues esto me ha pasado a mí hoy,aunque no haya concordancia).
Soy,dijo la mariquita,(soy,dijo la entrevistadora,y me habló brevemente de su infancia porque la hice concordar con mi presente);prestidigito como una maga que en lugar de conejos saca conclusiones y someto a la mesa de disección los sentimientos como una forense lo hace bajo la luz flúor;esta habilidad o tortura no sé con qué hacerlo concordar,la verdad.
La mariquita expulsó ese líquido amargo con el que intentan convencer a los pájaros de que no son un buen bocado,y enternecida la dejé marchar,desapareció debajo del Xsara con destino incierto.
Cuando volvimos del cajero ya no estaba.
Yo estoy expulsando este texto a eso de las once y veinte de una noche de martes,con la ropa puesta y un deseo atroz de reunir las fuerzas para ducharme y acostarme;pero no me levanto de la silla,no puedo concordar con las obligaciones,sólo con el deseo.
El deseo me hace escupir este liquidillo amargo no sé para qué,quizá para convencer a los bellos pájaros que quieren comerme que en realidad no soy un plato de gusto.
Todavía pueden pensárselo mejor;todavía pueden liberarme debajo de un coche para que concordemos en libertad,aunque sea por diferentes caminos.
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7 comentarios:
Querida Reyes: Hoy me lo has puesto bastante difícil, y tu sabes que mi intelecto no está para hacer cucharas, como tampoco lo está mi madera. He entendido, que te has pasado el día en la playa, y esto no es nada malo, en principio. Claro que si no te untas con una protección adecuada, te pueda quedar la piel tan berrugosa, ajada y estropeada como lo és la de tu viejo Citroen Xsara. Este no es mal que te haya de preocupar. Vigila eso si,otras conductas perniciosas, otros recuerdos, que no debieron serlo, jamás.
Un besazo
A lo mejor tuvo suerte la mariquita y encontró unos cuantos pulgones que es la comida que le encanta...
No estés triste mujer, sino vamos a ser dos...
Besos y salud
Desde luego Reyes que, cuando te pones a soltar...
Hace años que no veo una mariquita. Si la viera, seguro que como con las mariposas blancas pensaría que es una señal de buena suerte. Piensa eso y que concuerde por una vez la fantasía con tu afanes.
Besos
"Cuentan de un sabio que un día...". Ya ves, tu tristonura es la alegría cotidiana de otros que venimos a beber a este abrevadero tuyo.
Besos.
Reyes, preciosa, espero que ayer tomaras fuerzas para meterte en la cama relajaíta tras la ducha y hoy te hayas levantado más animada, ya mismo estarás por Punta Umbría dorándote al sol porque espero que este cochino tiempo tenga sus días contados.
En fin, Reyes para lo que te da una mariquita. En mi caso hace tanto tiempo que no las veo que me alegraría y pensaría si no era una señal de un buen cambio.
Besitos
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