martes, 23 de marzo de 2010
In memoriam
Llamó mi padre, se ha muerto mi tía Mariquita , me dijo.
Era la última hermana viva de mi abuelo paterno , el del apellido Vaccaro,la madre de mis primos Ricardo, Paco, María Jesús y Milagros , en cuya casa pasé tantos buenos ratos en mi infancia; en domingos que tenían una luz distinta entrábamos de visita en aquel piso de larguísimo pasillo en el barrio del Tardón ,Triana , y mi corazón se alegraba al ver a "Ricardín " , no sé si alcanzaba la década de vida servidora , seguramente no ,pero aquel primo mío era el niño más lindo de la tierra ; distraía juguetitos de su hermana que me gustaban a mí y me los hacía esconder mirándome a través de sus largas pestañas y desde entonces soy una pava sin remedio , enamorada de cuaquier gesto de atención masculina , aunque nadie ha vuelto a regalarme nada a escondidas, o puede que sí, puede que sí .
Entonces salía Mariquita , siempre con el mismo peinado ahuecado y su cara de dulce señora , como una linda ratita presumida y decía el nombre de su marido con aquella "ese " rara en mitad del nombre, "Riscardo " le llamaba , y enseguida estábamos todos comiendo , hablando alegremente de coches y autoescuelas.
Ricardo padre era profesor de autoescuela y en semana santa nos llevaba al balcón de la calle san Jacinto a ver la Virgen de la Estrella y en Navidad la cabalgata de los Reyes Magos desde arriba ; tampoco nunca me sentí tan privilegiada , y aunque entonces pude entender lo importante que es en la vida tener un balcón bien situado, no me sirvió , no lo aprendí .
Preferí quedarme con aquella forma de vivir alegre que tenían en la casa , con las pestañas de Ricardín , el desenfado señorial de Ricardo padre que siempre estaba tieso , sin un duro en el bolsillo pero con la cocina siempre llena y abierta para las visitas ; en aquella casa probé por primera vez los calamares en su tinta , aprendí que aunque algo tenga mala pinta puede ser delicioso .
También vi bailar por primera vez a alguien joven , mi prima María Jesús al ritmo de Boney M ,jeje, tenía las piernas largas y se movía con sentido, me pareció guapísima , recuerdo que pensé que yo no podría nunca ser tan delgada y atractiva ni mucho menos bailar así , hasta entonces sólo había visto bailar sevillanas en la feria y a veces a mi padre haciéndose el cojo .
Bailar por bailar , nunca , lo vi allí ; en aquella casa también sentí dolor romántico por una colección de libros que tenían , preciosos y grandes , con las pastas duras y láminas a color; una tristísima historia de una madre que cada noche iba a la tumba de su niño muerto , y una ilustración de la luna saliendo entre nubes; fue suficiente para que me pasara noches en vela digiriendo la angustia de nuestra condición mortal y tramando historias parecidas para cuando pudiera ser mayor y escribir .
Y me hice mayor, claro ; alcancé la edad de sacar el carnet de conducir y me fui a ver a Ricardo ;durante un tiempo estuve apuntada en dos autoescuelas, fiel a mi costumbre de la dispersión , pero finalmente me decidí por prepararme con la suya ; suspendí el teórico una vez para humillación estudiantil y gloria maruja , pero el práctico lo aprobé enseguida.
Puede que por las broncas que me echaba en las clases , que desde entonces no he recuperado la autoestima.
Hoy se lo he dicho, sonriendo, al ya viudo profe , dignísimo y entero , con su corbata impecable , casi ofendida por traerme tantos recuerdos a simple golpe de voz.
Porque con el carnet y la vida adulta, perdí de vista a Ricardo, a Ricardín y a los libros de pasta dura ; dejé de ir al piso de largo pasillo que se llenaba de voces de niños y ladridos de Rufo ,el pequinés, mi primer perro que regalamos a Encarna (hermana soltera de Mariquita ) porque se meaba en casa como hacen los perros de verdad y mi madre como que no ; (fue mejor para Rufo,porque Encarna lo crió como un hijo, fueron felices mucho tiempo y luchó lo indecible para salvarlo cuando le diagnosticaron cáncer ; cuando se murió lloró un torrente de lágrimas ,dijo que no volvería a tener otro perro y así fue .
Ella también murió en su cama , de lo mismo que Rufo, hace unos cuantos años ).
Nos hicimos mayores, nos olvidamos los unos a los otros;
aunque hoy en el tanatorio mi prima Maria Jesús me ha dicho dulcemente que no, que aunque no nos veamos, nos tenemos presentes .
Puede que sea cierto, si tenemos en cuenta que hace unas cuantas semanas soñé con ellos, y le dije a mi madre lo absurdo que me parecía , dado que como digo, no nos hemos vuelto a frecuentar nunca .
Nos hemos visto a veces como hoy, en el tanatorio, eso sí .
En esos sitios donde hay siete salas en cada pasillo y las siete familias lloran a siete muertos distintos cada tres horas ; sitios donde te sorprendes de que tu primo tenga el pelo blanco,sin percatarte de que si no fuera por los tintes tú también tendrías el pelo blanco , y te preguntas dónde quedaron aquellos niños que eran capaces de pasárselo bien un domingo.
Superados, abandonados, olvidados por completo.
Mariquita, que tuvo tanto que ver en la dulzura de sus hijos,( y que se llamaba en realidad María Josefa ), nos olvidó a todos mucho antes , porque en los últimos siete años estuvo secuestrada por el Alheizmer .
Hoy dormía por fin un merecido descanso.
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