Recupera la plaza de España sus barcas y con ellas su esplendor . El cielo parece traer los sonidos de aquellas tardes en las que la gente , novelera por naturaleza , y más en Sevilla, hace colas absurdas para actividades igualmente absurdas ,pero con todo, es bello saber y sentir que uno también puede , y debe, ser novelero . Aunque yo no soy novelera, sino cobarde, habitante de la parte encarnada del mundo , aquellos que se ponen rojos con facilidad en sitios cerrados o de mucho jaleo y quieren irse enseguida (Pienso, ya lo haré , con la niña , un día entre semana , para que no haya testigos de mi ignorancia del arte de remar ). Novelero/a es una palabra que me encanta y que se usa mucho en sevillano. Hace poco un famoso escritor local y conferenciante a quien nunca he soportado me hizo reír en un artículo hablando de esto , y de la tendencia de los sevillanos a disfrutar de novelerías y tocar las palmas , "que es lo nuestro", decía. En fin . También he aprendido que nada hay de valioso ni bonito en análisis intelectualoides de la realidad , a pesar de todo. No lamentaré la pérdida de Sevilla como aquella ciudad pequeña y contaminada en la que me crié , bebiendo de sus carteles publicitarios en mi iniciación a la lectura, agarrada a las barras de autobuses renqueantes de camino a Vilima , que como decían con sorna en mi familia paterna y mi madre también , eran "los grandes almacenes netamente sevillanos " , porque todos ellos tenían allí una especie de cuenta para comprar ropa y no podían ir desde luego a otros sitios, como el Cortinglé. Sin duda fue por eso por lo que El Cortinglé siempre me pareció tan bonito e inalcanzable , porque íbamos allí sólo a dar vueltas para comprobar lo caro que era todo y como mucho , a comer tortitas a la cafetería . Pero esto fue, como digo, en la prehistoria. El Cortinglé después se ha democratizado, rebajado, vulgarizado incluso , y además me da , ya en la edad adulta, una especie de grima. Las fronteras del deseo material se han diluido y me parece que voy dejando atrás la mentalidad de toda aquella dulce familia de trabajadores que se cachondeaban de su pobreza. Aunque también por desgracia dejo atrás a mi abuela en su recuerdo, aquella mujer que subía conmigo a los autobuses y me llevaba a tomar chocolate con churros ,la única persona que sabía decir dignamente un nombre ridículo como "Reyita" , porque a mí me caía como una plumita en el corazón . Nada de pensar en eso , en lo perdido y borrado entre las brumas del tiempo. Mejor mirar y oler y sentir cómo una tranquila tarde de otoño puede ser un amable recordatorio del principio de la vida ,la posibilidad de enamorarse perdidamente de olores y sentimientos ; mejor celebrar la nueva Sevilla donde la gente ya no aparca en doble fila en el centro porque se ha peatonalizado casi todo y donde la bicicleta es el transporte más usado . (Quién lo diría , la bici triunfando en Sevilla, qué razón tiene la frase con la que he coronado este blog , de la Fallaci ; cuando yo estudiaba , coger la bici era prácticamente decidirse por el suicidio ) . Sevilla ha cambiado tanto que no parece la misma que recuerdo , y si esto me pasa a mí, el pasmo de los más viejos debe ser tremendo . Es una ciudad hermosa en otoño , con sus tranvías y bicicletas y oleadas de extranjeros ;ahora más de doscientas mil personas viven a menos de 200 metros de una parada de ídem. Es más limpia y parece mucho más europea que caribeña. Y sin embargo, algo falla , dentro de mi corazón ya sin plumas; todas las caras se parecen , las tiendas parecen ser siempre la misma ; sobran los Starbucks y faltan aquellos bares de vasos de caña y cristales sucios ; hay demasiadas franquicias de decoración universal y falta alma , color , no sé cómo decirlo. Debe ser que dentro de poco, yo también seré parte del pasado ; con un poco de suerte dejaré una herencia como la de mi abuela , quien a pesar de tener un carácter de mil demonios me dejó un cierto olor a churros y a alegría, la jubilosa sospecha de que la vida puede ser , en ocasiones, una cosa bastante buena y dulce.
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11 comentarios:
Puuufff adoro entre otras muchas la palabra novelero (y novelería)y la forma como se dice en Sevilla... y me alegro muchiiiisimo de que ya estén de nuevo las barcas en el Plaza de España, es uno de los lugares que más me gustan de Sevilla. Describes la cuidad exactamente como yo la siento, aunque no me crié en ella y solo he estado de paso por alli unos cuantos años, pero esa parte que no la he vivido me la han contado tantas veces y tan bien...
¡Me encanta Sevilla!
Besos
Ja, ja, reyes, hoy, en lo relativo al comercio, todas las ciudades se parecen (espantosamente). Yo también soy de olor a churros... Un abrazo muy fuerte.
Cuando quieras aprender a remar (que no tiene arte ninguno), yo te enseño y tu, a cambio, me enseñas primeras y segundas de las sevillanas (que si tiene arte)
Bueno, Reyita, me ha encantado esta crónica otoñal de tu ciudad, es casi como estar oliéndola y paseando contigo. Yo tampoco sé remar y también noto que las ciudades cambian. No solo la ciudad donde vivo, sino otras que visito desde hace años. A mi me parece que para mal, pero supongo que es cuestión de prisma y a lo mejor el mío es ya viejo.
Qué bien escribes y cuanta sabiduría en cada letra. Tienes mucha pluma, pero mucha, y espero seguir disfrutándola durante mucho tiempo.
Yo conocí Sevilla hace unos años, en un viaje que hice con mi ex. Me pareció una ciudad bonita, aunque me la imaginaba más bonita (ya sabes lo exagerados que sois, supongo que me la exageraron :)
Hay una cosa que recuerdo gratamente y que me sorprendio: las naranjas en el suelo, bajo los naranjos por el paseo del río. Y el olor. Sevilla, es cierto, tiene un olor (como dice la canción).
Recuerdo ver niñas-mujeres arregladísimas y pintadísimas. Muy guapas. Era víspera de Semana Santa y vislumbré alguna procesión. Tomé unas torrijas muy ricas y vi como a un señor se le volaban todas las postales que había comprado. Hacía viento.
En fin, es grato ver que has vuelto con fuerzas renovadas.
Un beso.
Estuve el verano pasado por ahí y estaba la plaza en obras. Ahora entiendo! Debe ser como el Retiro, así que cuando vaya, nos damos un paseíyo.
Aquí, lo de novelera, es de lo más corriente.
Me encantas, te veo alegre y dicharachera.
Un fuerte abrazo
Querida Reyes:
He leído con el mismo placer de siempre, y al terminar, he ido al principio a ver cuál era el título de tus reflexiones. Y es que haces que se me olvide de qué va. No importa. Se te lee con tal agrado, que nos hipnotizas. Siempre un placer. Cualquier cosa que tenga que leer, así sea El quijote, si lo has escrito tú, pues mejor que mejor.
Por cierto, qué lindo comentario dejaste en mi blog, en mi último poema. Gracias. Te fuiste de allí con mi corazón en tu bolsillo. Besitos:
Tadeo
Hija ¡qué buen repaso has dado! Entre col y col...
No sabía yo lo de las aguas en la Plaza, habrá que dar una vuelta por allí.
Besos
Me has transportado a tu ciudad de antes y a la de ahora. ¡Fantástica abuela! Besos
PD: yo también soy de los que se ponen rojos con facilidad en sitios cerrados o de mucho jaleo y quieren irse enseguida.
¡PLÍÑ! un diez REYITA
Creo que es cuestión de hacer balance; el peaje que hay que pagar, es que todas las tiendas sean como "El día de la marmota"; a cambio, han vuelto las bicis y los pasos de la gente sin necesidad de rejonear taxis
Una crónica estupenda.
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