
La feria era el estallido de una amapola en rojos y negros , así lo recordaba Margui, en una mañana que se rompía de luz .
Habían caminado sus abuelos y ella un buen rato hasta llegar a la explanada por la que corrían el polvo y el estiércol a partes iguales;
también estaban sus padres ,pero un poco más atrás.
Los abuelos de Margui aún eran jóvenes , ella sólo tenía seis años .
"¿Me subiré a los caballitos ?"-había preguntado Margui por el camino.
"Claro " -había respondido el abuelo.
El abuelo era de piel clara , se aturdía con facilidad ,pero aun así había consentido en ir a la feria .
La abuela era enérgica y caminaba muy erguida ; verla sonreír era un logro ,pero la quería muchísimo .
A Margui le gustaba su olor , siempre a talco y rosas , siempre delicado .
En una esquina un hombrecillo estaba sentado al lado de un pony; las crines espesas caían sobre la nariz del animal.
"Mira , un caballito ; aquí te vas a subir " -dijo la abuela .
Margui llevaba el vestido de flamenca rojo y blanco que era lo que le hacía pensar en flores que estallaban , y con dificultad subió al lomo del caballito con la ayuda del hombre .
Sentada a horcajadas y con las riendas en la mano, hubiera querido fundirse con la luz del sol , derretirse entre los volantes de su vestido , (el extraño caso de la niña menguante) , de la misma vergüenza que le daba .
Pero el hombre del pony era fotógrafo .
"Sonríe , guapa " - dijo .
Margui sonrió con aquella sonrisa que presidió toda su infancia .
Una sonrisa boba , de dejarse ir , de estar haciendo lo que no quieres pero todo el mundo hace o complace a los adultos.
Porque mira que podía llegar a ser guapa Margui a los seis años con su boca roja y su pelo negro y aquellos ojos chinos que miraban dulcemente .
Sin embargo ,en la foto de aquel día , en blanco y negro , por supuesto, se puede ver a una niña que se sentía fea;
un trozo de su pierna y su perfecto tobillo, que parecía el de una señorita por efecto del zapato de flamenca , sobre el flanco del pobre animal .
Detrás de ella , un vendedor de globos y una mañana de los años setenta ,cuando la feria era sobre todo una fiesta de Sevilla .Poca cosa.
Y la sonrisa boba , por supuesto.
Después de hacer la foto, fue la abuela la que la ayudó a bajar y continuaron .
Para entonces el grupo ya caminaba junto;
los abuelos, Margui, sus padres y Oscarín , su hermano .
En la calle del Infierno compraron algodón dulce , y se detuvieron en varias atracciones.
En Sevilla los niños los llaman "cacharritos " , puede que en la época de Margui aún fueran "calesitas "; las calesitas sacaron su risa verdadera de seis años y de la mano de Oscarín se lo pasó realmente bien , aunque a veces le diera pena de algún feriante porque estaba al sol y parecía pobre y arrugado .
(Margui es que era muy así ).
Pero lo peor vino después, cuando entraron en un sitio anunciado por los altavoces como un viaje a la selva amazónica con toda suerte de animales propios de allí ;para ilustrarlo se escuchaban por megafonía horribles gritos de monos y aves exóticas así como se anunciaba la captura de un extraño ejemplar de niño cocodrilo que también podía verse en la exposición.
Por algún motivo, el padre de Margui tuvo curiosidad y pagaron la entrada .
Se accedía por una rampa y podían verse anacondas , cocodrilos descoloridos y algún pájaro similar a los flamencos.
Cuando llegó frente al niño cocodrilo , Margui sintió encogerse su pequeño corazón .
Suspendida en el aire con trenzas de su propio pelo , que habían atado a la pared , una cabeza de niño como de ocho o nueve años emergía de un cuerpo de goma que simulaba un cocodrilo , pero no era más grande que una maleta .
Si el truco barato consistía en meter un niño plegado en una funda de goma ,no estaba conseguido; inquietaba más por la imposibilidad física de que cupiera allí que si se hubiera tratado de un cocodrilo de verdad .
Margui pensó que podía ser un tullido, un niño sin brazos ni piernas a quien un malvado dueño de circo explotaba diariamente .
Para colmo la gente pasaba por esa vitrina por grupos,y un tipo que trabajaba allí le hacía preguntas para que lo vieran hablar .
El niño hablaba con una voz tan bajita y apesadumbrada que Margui se mareó .
"Tendrá calor "-pensó , "debajo de esa luz tan fuerte " .
Encerrado en un cuerpo de goma con las patas tiesas , qué timo , qué espanto .
Pero dónde estaba su madre , quién permitía tal cosa.
Y sobre todo , por qué a toda aquella gente les parecía normal pararse a mirar semejante indignidad.
Nadie cortaba las trenzas , nadie sacaba al niño , nadie denunciaba a la policía .
Volvieron a casa y Margui estaba extrañada de vivir en un mundo donde los adultos no se molestaban en salvar a nadie.
Pasó muchas noches teniendo pesadillas con el niño cocodrilo .
Imaginaba que se convertía en super héroa y liberaba sus piernas si es que las tenía, sus manos ; sonaba su voz de torturado en sus oídos , y todo eso era porque ella , una niña que dormía en una cama limpia, no había podido hacer nada por sacarlo de allí .
No fue ésa la única vez que se preguntó dónde estaría la madre de alguien .
Del inmigrante ahogado en el mar de Tarifa , de esa gente que veía durmiendo en la calle.
Pero es que Margui (de nombre completo María Amargada de la Santa Cruz) era muy así ,y ser así es para toda la vida .