
Mi cuerpito hoy ha pasado un reconocimiento médico dentro de un autobús azul, al que llamaban unidad móvil médica.
Me ha atendido una doctora de talla pequeña y mediana edad , con dos cejas muy enarcadas , y me ha hecho pasar un examen bastante ridículo.
Junte las dos manos así, póngase hacia allá, uy esto es una cifoescoliosis, no , qué va , es que no me he quitado la mochila y es de color carne , ah ,pues déjela ahí ;levante la pierna , no hable , no se mueva, cierre los ojos .
Edad, 41 , antecedentes chungos,éstos, creación neuronal , actualizada , ansiolíticos o tabaco , nada , nada.
Mi blanco cuerpo tirado en la camilla, olvidado del amor y las pasiones, maltratado por una chispa demasiado destructiva ;me relajé extrañamente , o quizá es que allí se estaba mejor que vendiendo seguros; de repente he pensado bajo la luz fluorescente, en esas personas que suelen viajar en ambulancia ,precisamente para huir de la vida y sus obligaciones.
Cuánto mejor es dejarse llevar y medicar en posición horizontal en manos de nuestra avanzada sociedad , organizada por médicos que conocen el nombre de todos los fluidos y se saben de memoria los percentiles ;
audiometría y análisis visual , cuadritos para rellenar , datos y más datos que solemos llevar como paquetes , digamos que nuestros datos médicos son los códigos postales de la geografía corporal.
Le caía bien a la doctora a pesar de mi pésima salud dental, esas cosas se notan , soy tan educada , y mi cuerpo también , es tan educado.
Lo percibo como una esencia infantil que desprende un aura agradable,una cierta inocencia,las formas no del todo exentas de gracia, que permiten adivinar, al igual que en un coche de lujo abandonado, una especie de belleza, aunque esté hecho mierda.
Me he acordado de aquel examen médico de hace 16 años , cuando trabajaba para Virgin .
En aquella ocasión la médica era joven y me dejó en bolas de cintura para arriba;ya por aquel entonces, con 69 kilos y 25 años y 170 de estatura , me veía gorda , pestilente y fea; ella sólo dijo que menuda tontería, que "estaba muy bien " (lo apunté en mi diario de eterna niña, ése que siempre cuenta las mismas cosas desde que cumplí trece años); la de hoy , al verse frente a una niña cuarentona , obviamente se ha ahorrado el trago y me ha dejado el sujetador:
así alcanzo mi mayor habilidad , la seducción encubierta; cómo una mujer con una diadema desastrosa, ni gota de maquillaje , ojos mínimos de pestañas bañadas en un poco de Black Drama de maybelline , puede resultar dulce, ése ha sido siempre mi misterio , lo que alguna gente llama carisma.
Y con todo mi carisma y abandono carnal he amado mi cuerpo.
Sentimiento insólito, qué duda cabe.
Sobre todo después de toda una vida de desprecio y latigazos , dados , como en muchas de nosotras , por mi propia y enérgica mano.
(En la foto , reflexiones previas en la tapia).